#115

En el momento que el motor del auto se detiene con un ronroneo profundo, el silencio que lo sigue parece envolver todo a su alrededor. Buscando llamar todas sus emociones a la calma, Anastasia permanece sentada en el auto por unos minutos más.

Sus dedos tensos se aferran con fuerza al volante, mientras que ojos se fijan en la majestuosa figura de la hacienda. Después de tantos años, la Romanovskaya se alza frente a ella, imponente, atrapante, pero lamentablemente desprovista del brillo de antaño. La fachada, que en su niñez solía irradiar vida, ahora le devuelve una imagen fría, gris y carente de cualquier rastro de la calidez que alguna vez definió aquella casa como un hogar.

Mientras los segundos pasan, puedes sentir como la sensación de opresión en su pecho, crece a pasos agigantados, es por ello que aún no se atreve a entrar, pues si no logra controlarse correctamente, sabe que todo terminará siendo un desastre, y justo ahora se encuentra en un momento donde no puede permitirse f
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