#122

Cuando las patrullas comienzan a alejarse cada vez más del terreno principal, el eco de las sirenas poco a poco comienza a hacerse más distante mientras se pierde en la lejanía del camino que lleva hasta la hacienda. Al contemplar aquello, Vera se aferra con más fuerza al amargo abrazo que comparte con Arman, su cuerpo dejando ver los espasmos que se producen por la rabia y el miedo que la embarga.

Negado a romper el contacto, Arman acaricia su espalda con suavidad, tratando de calmarla.

—Todo estará bien, Vera —murmura con tono tranquilizador, aunque muy en el fondo sabe que esas palabras no pueden mitigar el dolor de una madre que ve a su hija ser llevada por la justicia… por segunda vez.

Dmitry, hasta ese momento se había mantenido enmudecido por el impacto, y tan sereno como los nervios a color de piel se lo estaban permitiendo, pero al escuchar aquellas palabras provenir de Arman, no puede evitar explotar de indignación.

—¿Cómo demonios puedes decir eso, Arman?— exclama mientras
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