Sentada en la silla voladora que se encuentra ubicada en el porche posterior de la casa, Anastasia está cubriéndose del frío, envuelta en una gruesa manta mientras observa las luces que dibujan la imagen de la Romanovskaya a la distancia. A diferencia de los pasados cinco meses, donde se sintió distante y perdida en todo lo que fue tomar decisiones sobre como actuaría en el camino de regreso a su hogar, o en los últimos dos meses donde estuvo, al igual que ahora, contemplando su casa maternal a la distancia, ahora la siente cercana, nuevamente familiar, llamándola para que vuelva a aquellas paredes donde fue feliz gran parte de su vida.Sin que se lo espere, el sonido de las campanas del reloj de la estancia rompe el silencio de la noche, anunciando que acaban de dar las once. Luego, cuando estas finalmente cesan, el ruido de pasos acercándose por el pasillo exterior, cortan su silenciosa observación y la llevan a desviar la mirada de la hacienda para fijarse en su recién llegado acom
Dmitry camina con paso firme hacia el exterior de la hacienda, quien lo vea y preste atención al ritmo que lleva, podría decir que el pelinegro está casi que, huyendo de algo, o más precisamente de alguien. Mientras sale del porche, sigue repitiéndose a sí mismo una y otra vez que su respuesta es un rotundo "no". La negativa se mantiene en su mente con la misma intensidad con la que Anastasia, no tarda en aparecer a pocos pasos detrás de él, mientras repite insiste en que no ve cuál es la razón de su rechazo. Él no está dispuesto a dar su brazo a torcer, pero ella tampoco va a ceder tan fácilmente, y por eso acelera el paso para mantenerse a su altura. —¿De verdad no piensas rendirte? —pregunta él con voz ligeramente cansada por el tema. Ella simplemente se coloca a su lado al tiempo que deja salir su voz. —Dmitry, por favor, me conoces. Dime ¿de verdad crees que lo dejaré estar con tanta facilidad? —insiste, su tono dejando notar la mezcla de exasperación y diversión que siente—.
Al escucharlo aceptar su propuesta, Anastasia no puede evitar sentirse feliz de haber ganado la discusión y escuchar a Dimitri y decir ese "acepto". Sin poder evitarlo, Anastasia sonríe de satisfacción, cruzándose de brazos y levantando ligeramente una de sus cejas con aire triunfal. Sin embargo, Dmitry no tarda mucho en arruinar su victoria con una frase que amenaza con borrar la sonrisa instalada en su rostro. —No celebres tan rápido —dice con calma, siendo ahora él quien adopta una posición de victoria e imitando la actitud de Anastasia, termina por cruzarse de brazos—. Acepto quedarme con la hacienda, pero será bajo mis propias condiciones.Vera, que sigue arreglando las flores con aparente indiferencia, sonríe en silencio Al escuchar la forma en las que ambos se dirigen el uno al otro. Para ella, la forma en la que se tratan, expresan e incluso la forma en la que se mueven mediante ese pequeño intercambio es una señal clara para ella de que tanto Dmitry como Anastasia han r
༺༻ KRASNODAR ༺༻ OFICINA DE ARMAN ༺༺Arman se inclina hacia atrás en su silla de cuero, entrelazando los dedos con fuerza sobre su regazo mientras recita un mantra interno. Al otro lado del escritorio, un hombre de porte elegante y expresión por demás llena de falsa afabilidad lo observa con la paciencia de quien sabe el impacto que pueden llegar a tener sus palabras y está a punto de dar un golpe certero. Se trata de Sak Komarov, uno de los ejecutantes más despreciables que conoce y abogado de Nikolay. —Señor Kuznetsov —comienza el hombre con voz pausada y tan plana y carente de emociones reales como su sonrisa—, le agradezco que pudiera darme un poco de su tiempo. Sé que debe estar ocupado con todas sus responsabilidades, pero es imperativo que abordemos este asunto lo antes posible. Arman alza una ceja, frunciendo ligeramente su ceño ante las palabras del hombre y la urgencia que este busca imprimirles.—Entiendo que como el representante legal de señor Nikolay, debe tener buen
༺༻ KRASNODAR ༺༻ CENTRO DE DETENCIÓN ༺༺La celda es pequeña y bastante fría, pero Nikolay no parece preocupado por ello, por el contrario, reposa sobre el catre de metal con las manos entrelazadas detrás de la cabeza, sirviendo de refuerzo para la delgada almohada que le fue entregada. Su mirada se pierde en el techo gris mientras una sonrisa cruel se extiende por su rostro. Lo más seguro es que para esta hora, Anastasia o, en su defecto, Arman, ya deben haber recibido la notificación de la demanda contra ella. Y ese simple pensamiento lo llena de una inmensa satisfacción. Lo único que lamenta en toda esa situación, es el no poder estar allí para presenciar con sus propios ojos la furia y el desconcierto que muy seguramente debe haberse mostrado en sus rostros cuando leyeron la acusación de bigamia. Se imagina la expresión de Arman, ese bastardo pretencioso y tan ridículamente moralista, viendo cómo la ley que tanto defiende se volvía en su contra. Se imagina a Anastasia, incrédu
El sonido de los tacones de Anastasia golpeando el suelo en cada paso que da, resuena en la oficina, acompasado por su respiración alterada. La pelinegra va y viene de una equina a la otra, cruzando la habitación con pasos rígidos, las manos crispadas a los costados y el ceño fruncido en un gesto de pura furia contenida. Frente a ella, Dmitry, Grigori y Arman la observan en silencio desde sus asientos. Arman está tras el escritorio, mientras que Dmitry y Grigori ocupan los sofás individuales que se encuentran dentro de la oficina.Ninguno de ellos se atreve a decir nada. Simplemente aguardan a que ella se sienta lista para hablar. Los tres saben que cualquier palabra de ellos en ese momento, no sería sino un simple detonante en medio de una tormenta que está lista para estallar.Después de unos largos y pesados minutos, Anastasia finalmente se detiene de golpe y se gira sobre sus talones, clavando la mirada en Arman, quien le mantiene la vista fija, listo para lo que puede venir. El a
Al escuchar las palabras de Nikolay, Anastasia siente una ola de repulsión recorrer su cuerpo ante la mención de la palabra "esposa". Sin que pueda evitarlo, su mandíbula se tensa y sus manos se cierran en puños antes de acomodarse incomoda en el asiento frente a él, su mirada helada, clavándose como dagas en la figura del hombre que tanto desprecia. —No vuelvas a llamarme así —espeta con asco, sus palabras impregnadas del profundo odio que siente—. Me enferma pensar que alguna vez estuve ligada a una persona tan despreciable como tu. Al escucharla, Nikolay suelta una fuerte carcajada, gratamente complacido al ver que sus palabras tienen ese efecto sobre ella. Inclinándose ligeramente hacia adelante la observa con un destello de diversión en sus ojos. Luego, con una teatralidad que solo él puede ejecutar con tal naturalidad, lleva una mano a su pecho y con la otra finge limpiarse una lágrima imaginaria. —¿Por qué me hablas así, Anastasia querida? —pregunta, su tono fingidamente ad
Anastasia camina por el pasillo de salida del centro de reclusión con pasos firmes, o por lo menos eso intenta transmitir, pero, cada ubo de sus pasos no hace sino ajitar aun más el torbellino de pensamientos desordenados que la invaden. La ira que le hierve en la sangre, la sofoca, la consume. Cada una de las despreciables palabra de Nikolay retumba en su cabeza, especialmente su exigencia de retirar los cargos en su contra y entregarle la hacienda Volkov. Pero eso simplemente no es una opción. No puede permitir que el se salga con la suya, y ademas, entregarle algo tan valioso como el recuerdo y legado del doctor. El solo pensar en ello, la lleva a apretar los puños mientras cruza la última puerta antes de salir al aire libre, inhalando el aire frío con la esperanza de que su pecho deje de arder. No lo hace.Mientras comienza a descender los cortos escalones, una sombra de duda se cuela en su mente, haciendose espacio entre su ira: ¿cómo va a solucionar esto? Podría buscar alguna