#124

Sentada en la silla voladora que se encuentra ubicada en el porche posterior de la casa, Anastasia está cubriéndose del frío, envuelta en una gruesa manta mientras observa las luces que dibujan la imagen de la Romanovskaya a la distancia. A diferencia de los pasados cinco meses, donde se sintió distante y perdida en todo lo que fue tomar decisiones sobre como actuaría en el camino de regreso a su hogar, o en los últimos dos meses donde estuvo, al igual que ahora, contemplando su casa maternal a la distancia, ahora la siente cercana, nuevamente familiar, llamándola para que vuelva a aquellas paredes donde fue feliz gran parte de su vida.

Sin que se lo espere, el sonido de las campanas del reloj de la estancia rompe el silencio de la noche, anunciando que acaban de dar las once. Luego, cuando estas finalmente cesan, el ruido de pasos acercándose por el pasillo exterior, cortan su silenciosa observación y la llevan a desviar la mirada de la hacienda para fijarse en su recién llegado acom
Sigue leyendo en Buenovela
Escanea el código para descargar la APP
capítulo anteriorcapítulo siguiente

Capítulos relacionados

Último capítulo

Escanea el código para leer en la APP