Cuando Layeska baja del auto, lo hace con una sonrisa radiante adornando su rostro, lleva su mochila colgada sobre un hombro, un papel fuertemente sujeto en su mano y sus ojos brillando de entusiasmo. Apenas sus pies tocan el suelo, comienza a saludar a los peones que están cerca, quienes se detienen en sus labores para devolverle el saludo con sonrisas sinceras. —¡Hola, señor Boris! ¡Hola, señor Ivan! —grita con alegría, agitando la mano en la que sujeta el papel. —¡Hola, señorita Layeska! —responde Boris, inclinando su sombrero—. ¿Qué la tiene tan contenta hoy? —¡Saque 100 en mi examen de matemáticas! —responde con orgullo, dando pequeños saltitos. —Eso merece una celebración, ¿verdad, Ivan? —dice Boris, y el otro hombre asiente, riendo. —¡Por supuesto! La señorita es la más lista de todas, no cualquiera saca 100 en un examen. Al escuchar esas palabras Layeska no puede evitar sentirse orgullosa de sí misma, por lo que corre hacia la casa, dejando a los hombres tras de sí con s
Layeska se encuentra sentada frente a la mesa de la cocina, balanceando los pies en el aire mientras sostiene una taza de chocolate caliente con ambas manos. Sus ojos brillan de felicidad y genuina emoción mientras le cuenta a Tania sobre su día en la escuela.—¡Y luego todos me preguntaron cómo de bonito es Moscú, así que comencé a decirles todo lo que vi mientras estuvimos allá! —dice, emocionada—. ¿Has ido antes a Moscú tía Tania? Todo es enorme y no es como aquí, allá hay mucha gente. Pero también hay grandes parques y muchas tiendas hermosas.Tania, que está revisando una cazuela en la estufa, se ríe suavemente ante su emoción y se gira para mirarla, estaba por decirle que sí ha estado en Moscú antes, pero el entusiasmo de Layeska fácilmente puede llegar a ser contagioso, así que solo guarda silencio y solo niega suavemente.—No he estado allá, pero tal vez debía considerarlo—dice mientras toma las especies para la comida—. ¿Y qué dijeron tus amigos cuando les contaste todo eso?
El auto avanza lentamente por el camino de tierra, el motor emitiendo un suave ronroneo que se mezcla con el crujir de las piedras bajo las ruedas llenando todo con su sonido debido al silencio que reina a esa hora. Arman, con las manos firmes en el volante, mantiene la vista fija al frente, pero su semblante refleja la tensión que siente al estar allí , más aún, porque sabe que el tiempo de planear ha terminado, y es hora de pasar a las acciones.Junto a él, en el asiento del copiloto Vera se encuentra sentada en total silencio, con las manos entrelazadas sobre su regazo. Sus ojos recorren el paisaje que se despliega ante ellos: un terreno boscoso y oscuro salpicado de árboles que se alzan como sombras gigantes en la noche.Cuando llegan al cruce que divide el camino el auto toma el desvío que los lleva en dirección a la hacienda Volkov, pero Vera no puede evitar dirigir la mirada hacia el sendero que lleva a su antiguo hogar. Su pecho se aprisiona con una fuerza que le dificulta el
Ese día en especial, la iglesia se encuentra repleta, y los bancos de madera crujen bajo el peso de las personas que han acudido al servicio dominical, pero estos le recuerdan rápidamente Inna, porque siempre evitó la iglesia en las fechas que sabía estaría más concurridas. Y esa razón es simple, es porque la mitad el tiempo que se supone que los asistentes deben mantenerse en silencio para poder respetar el momento de oración, en realidad es utilizado por todos para hablar entre ellos, aun a estas alturas le parece increíble que ni siquiera eso puedan respetar.El murmullo se disipa rápidamente cuando Artem se coloca en el pulpito y comienza con su sermón. El sacerdote, vestido con su sotana blanca y dorada, se alza desde el púlpito, proyectando su voz con calma mientras habla sobre el amor al prójimo y la importancia de desprenderse de los bienes materiales.Inna se encuentra sentada hacia el centro del templo, y en ese momento se reprocha por hacerlo, al estar en esa posición se en
JsdLa atmósfera dentro del vehículo es ligeramente tensa y silenciosa. Dmitry se encuentra sentado en el asiento trasero junto a Vera, observando con atención cómo esta mantiene aquella breve pero intensa conversación telefónica con Lena. El tono frío y calculador que emplea la mujer le resulta impactante, especialmente viniendo de alguien que, hasta ahora, había mostrado una dulzura inquebrantable a lo largo de todos los años que tiene de conocerla. Aunque estaría mintiendo si dice que no se encuentra acostumbrado a lidiar con personas de carácter implacable, o que él mismo nunca ha llegado a actuar de aquella forma, también es cierto que son pocas las mujeres que ha llegado a ver que poseen un lado como ese.En el asiento delantero, Grigori y Arman también miran por el retrovisor, atentos a cada palabra y gesto que proviene de la mujer. Dmitry aparta la vista de Vera y la dirige momentáneamente hacia ellos, notando cómo el rostro de Grigori permanece inexpresivo mientras sus dedos
La estancia está iluminada con la tenue luz amarilla del atardecer, misma que parece darle un aire aún más tenso a la reunión. Sentado a la cabecera de la mesa principal, Arman se encuentra revisando con cuidado y por última vez las carpetas que Vera le había entregado días atrás. Cada página, cada documento, cada fotografía que se encuentra en esa carpeta se había analizado con un ojo clínico. De hecho es muy acertado el afirmar que en los últimos tres días, Arman no había hecho nada más que dedicar todas sus horas a esta tarea, asegurándose de que no quede ningún cabo suelto y de que cada papel y palabra están en el lugar que le corresponde. Frente a él, un vaso de agua permanece intacto, ignorado mientras sus dedos pasan las páginas. Por otro lado, Grigori se encuentra de pie junto a la ventana, su mirada analítica recorre cada espacio del exterior, casi como si este esperara que de un momento al otro algo o alguien llegara a interrumpir aquella reunión, es por eso que haciendo c
Anastasia permanece inmóvil frente al barandal de la terraza en la casa de Dimitri, mientras la brisa nocturna acaricia suavemente su rostro y hace danzar los mechones sueltos de su cabello. A esa hora de la madrugada, el cielo se muestra profundamente oscuro, tachonado de estrellas, extendiéndose como un vasto manto de incertidumbre sobre sus pensamientos. Sus brazos se encuentran cruzados en un intento ligero de encontrar un poco de calor, pero aun así, no logra evitar los escalofríos que recorren su cuerpo, Tal vez es debido a que sabe que el frío no es solo por la brisa que la acaricia.De pronto, unas manos cálidas se posan sobre las suyas, y no pasa mucho para que pueda adivinar de quién se trata simplemente por su fragancia. Dmitry, con su característico andar silencioso, se ha colocado tras ella, envolviéndola con su abrazo fuerte y protector. Su voz profunda y serena la alcanza como un susurro que danza en el viento.—Deberías dormir un poco. Es tarde— son sus suaves palabras
En el momento que el motor del auto se detiene con un ronroneo profundo, el silencio que lo sigue parece envolver todo a su alrededor. Buscando llamar todas sus emociones a la calma, Anastasia permanece sentada en el auto por unos minutos más.Sus dedos tensos se aferran con fuerza al volante, mientras que ojos se fijan en la majestuosa figura de la hacienda. Después de tantos años, la Romanovskaya se alza frente a ella, imponente, atrapante, pero lamentablemente desprovista del brillo de antaño. La fachada, que en su niñez solía irradiar vida, ahora le devuelve una imagen fría, gris y carente de cualquier rastro de la calidez que alguna vez definió aquella casa como un hogar.Mientras los segundos pasan, puedes sentir como la sensación de opresión en su pecho, crece a pasos agigantados, es por ello que aún no se atreve a entrar, pues si no logra controlarse correctamente, sabe que todo terminará siendo un desastre, y justo ahora se encuentra en un momento donde no puede permitirse f