#110

El auto avanza lentamente por el camino de tierra, el motor emitiendo un suave ronroneo que se mezcla con el crujir de las piedras bajo las ruedas llenando todo con su sonido debido al silencio que reina a esa hora. Arman, con las manos firmes en el volante, mantiene la vista fija al frente, pero su semblante refleja la tensión que siente al estar allí , más aún, porque sabe que el tiempo de planear ha terminado, y es hora de pasar a las acciones.

Junto a él, en el asiento del copiloto Vera se encuentra sentada en total silencio, con las manos entrelazadas sobre su regazo. Sus ojos recorren el paisaje que se despliega ante ellos: un terreno boscoso y oscuro salpicado de árboles que se alzan como sombras gigantes en la noche.

Cuando llegan al cruce que divide el camino el auto toma el desvío que los lleva en dirección a la hacienda Volkov, pero Vera no puede evitar dirigir la mirada hacia el sendero que lleva a su antiguo hogar. Su pecho se aprisiona con una fuerza que le dificulta el
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