A sus 25 años, el empresario Park Kyong lo tenía todo, los mejores padres, la mejor educación, un título Suma Cum Laude en administración de empresas, con maestría en contabilidad. Por otra parte, él, gozaba de una vida social envidiable y, además, tenía una hermosa y entregada prometida, llamada Bae Eun-ji. ¿Se podía pedir más de la vida?
Pues ese era el problema, ya que su padre, el CEO multimillonario Park Dae-hyun y su socio, Kim Min-ho lo querían como presidente de la empresa Sae salm (una vida nueva). Esta compañía se encargaba en el diseño y la fabricación de prótesis de miembros múltiples y de equipos ortopédicos hospitalarios, la cual, fue fundada al terminar la Segunda Guerra Mundial, por el abuelo de Park Kyong. Estos novedosos y gloriosos inventos de la época, los cuales con el pasar de los años, habían sido modernizados para mayor comodidad de quienes los utilizaban, le habían devuelto la vida a miles de discapacitados, ofreciéndoles de esta manera, una nueva vida casi normal. Cierto día, todos los altos ejecutivos de la empresa, se hallaban en una importante junta directiva, en la que se decidiría el nombre del próximo presidente de la empresa. —Yo debería ser el presidente de esta empresa por dos razones. La primera, es que tengo más experiencia en los asuntos principales y financieros; y, en segundo lugar, porque en los últimos dos años los números han aumentado como nunca en la historia de esta compañía, gracias a mi campaña publicitaria y a... —dijo uno de los miembros de la junta directiva, llamado Kim Seok, quien era el hijo mayor del co fundador de la compañía y, presidente de la empresa, Kim Min-ho. Sin embargo, no pudo terminar de hablar porque fue interrumpido. —Y, gracias a tus arriesgadas inversiones, se pusieron en riesgo algunos contratos, que teníamos ya pactados con anterioridad. — completó de decir Kyong, sentado en el último extremo de la mesa de juntas ganándose la mirada furibunda de su rival, Seok. —Pero, eso no ocurrió y te consta. ¿Acaso te afectó el dinero que esa arriesgada inversión, según tú, terminó depositando en tu cuenta bancaria? —refutó Seok. —Pues no, porque afortunadamente esa arriesgada inversión si funcionó. Pero, ¿Sabes lo que si me afecta a mi y a los demás socios? Que tú sigas jugando al monopolio, con el patrimonio de todos nosotros. —y al decir esto, Kyong golpeó la mesa con su mano, pues, la paciencia no era una virtud que lo caracterizara. —Bien calma los dos, porque esto no es un debate, así que, si ya terminaron, me gustaría que todos hiciesen sus votaciones para elegir al nuevo presidente. Piensen bien su elección, porque, una vez efectuada, no habrá marcha atrás. —intervino Dae-hyun. La junta directiva, estaba conformada por Kim Min-ho, actual presidente, Park Dae hyun, vicepresidente general, Kim Jun, administrador y hermano de Seok, Bae Seong y Yeong, ambos hermanos e ingenieros; y por último, Kim Kang-dae, el hermano menor de Seok, a quien le importaba muy poco todo el mundo empresarial. —Los votos dieron un total de cuatro a tres, a favor de Kyong. Felicidades muchacho. A partir de hoy, te entrego la presidencia de nuestra compañía. —lo felicitó Kim Min-ho de todo corazón, porque, aunque le doliera reconocerlo, confiaba más en el buen juicio de Kyong, que en el de su propio hijo mayor. —¿Votaste por él en mi contra? Vaya, ahora resulta que yo juego contra un enemigo y contra un traidor. salanghaneun abeoji jeongmal gamsahabnida. (Muchas gracias querido padre) —le dijo Seok a su padre con reclamo. —Ahí está el problema hijo, tú juegas y esto no es un juego, es el presente y el futuro de muchas familias. Y, pensando precisamente en eso, hice mi elección. Mianhaeyo (lo siento), pero, más adelante me lo agradecerás. —le respondió su padre. Unas horas más tarde, todos se retiraron, pero, Seok presa de la frustración, le propinó un puñetazo a la mesa, que le hizo más daño, a su vez que, aumentaba su enojo aún más. Horas más tarde. —¿Por qué estamos brindando? —le preguntó Bae Eun-ji a su novio, mientras alzaba su copa de champagne y miraba a su prometido, con abierta curiosidad. —Por el éxito, preciosa. Por nuestro futuro. —fue la respuesta de Kyong, mientras la alzaba en vilo, para llevarla a la cama. —¿Ah sí? ¿Y eso a que se debe? —Pues, déjame decirte que estás ante el nuevo presidente de Sae salm. —¿Es... es en serio? —le preguntó Eun-Ji visiblemente sorprendida y emocionada. —Claro que es en serio, sabes que yo no juego jamás con un asunto tan decisivo como este. El hombre, alto y fornido, que poseía una extrema seguridad en sí mismo, devoró los labios de su novia, con pasión desbordante. —Me casaría contigo esta misma noche, si fuese posible. —le decía él, ahogado en pasión, con sus ojos oscuros, nublados de deseo. De repente, el celular de Eun-ji comenzó a sonar, y ella lo apartó sin ningún miramiento. —Eun-ji, ¿Qué es tan importante que no pueda esperar mientras estamos teniendo sexo? —reclamó Min-joon molesto y frustrado. —Eh... yo… —¿Quién es? —como ella no contestaba, debido a que estaba muy nerviosa, él le quitó el celular. —Kyong, por favor... —¿Seok? ¿Desde cuándo recibes llamadas suyas? —Él estaba prendido en ira... y en celos. —Cielo, Seok y yo sólo somos amigos, nada más. —¿Sólo amigos? ¿Por quién me tomas Eun? —la sujetó fuerte por la nuca, mostrándole que sus ojos estaban en llamas. —¡Si sólo somos amigos! Lo conocí mucho antes que a ti y, tú lo sabes. —Sabes muy bien que él me odia y, que es mi principal rival. ¿Por qué quieres ser amiga de mis enemigos? —Yo no tengo nada que ver con sus negocios, mi amistad con él está muy lejos, de toda esta guerra de poder entre ustedes. —finalmente, él la liberó de su agarre. —Seok no da nada sin esperar algo a cambio Eun-ji, sólo no te dejes engañar. —Siempre tienes esa persecución absurda, contra todo el que te rodea, ¿Qué beneficio podría obtener Seok de mí? —¿De verdad quieres que te lo diga? Y al decir eso, Kyong pasó de la rabia a la melosidad, besándole el cuello, y seduciéndola con su aliento cálido. —Seok siempre ha querido lo que es mío por derecho. —Yo no soy de tu propiedad. —Es cierto, pero, eres mía... y eso es suficiente para que él quiera tenerte. —y diciendo esto, él volvió a adentrarse en ella. Mientras tanto, en otra parte de la ciudad —Hoy me llamó la directora Jung, para decirme que tuviste un examen de matemáticas en el que no rendiste lo suficiente, ¿Tienes problemas con la materia princesa? ¿Necesitas un tutor particular de matemáticas? —le dijo a su hija, la joven Sujin, el empresario Kim Min-ho. —No sé qué me pasó papá, yo estudié muy bien, pero, en el momento del examen, se me olvidaron las respuestas y, tardé un poco en volver a recordarlas. —¿Estás durmiendo bien? Mira que la doctora nos dijo que el descanso en tu condición, es de vital importancia, para que no caigas en una crisis de dolor. —Papá, yo si estoy durmiendo lo suficiente, pero, últimamente, he sentido mucho dolor en la columna. —Mi niña, ¿Por qué no me habías dicho nada? ¿Cuándo es la fecha de tu cita médica? —No te dije sobre mis dolores, porque, he visto que has estado muy ocupado; y no quería causar molestias innecesarias. Tengo mi próxima cita médica, dentro de una semana. La hija de Park Min-ho, Park Sujin, era una chica de 17 años, muy dulce y, sobre todo, una chica muy tímida e introvertida, debido a que sufría de una lesión inoperable en la columna, que le producía dolores muy intensos, debido a un traumatismo que sufrió, a consecuencia de un accidente que tuvo cuando era niña, en el que murió su madre. —Cariño, ¡Cuánto quisiera que no sufrieras tanto dolor y sufrimiento! —la voz de Min-ho se escuchaba muy triste. —No pasa nada papá, ya no debes sentirte culpable, por el accidente que tuvimos. Lamentablemente, fui yo la que llevó la peor parte, pero, ya yo lo acepté y, he decidido ser feliz, a pesar de mis circunstancias. —¡Que persona tan admirable y madura eres, mi chiquita! —Tú me has hecho sentir muy segura. —Y, siempre te haré sentir de esa manera, mientras yo viva. Tus hermanos y yo te amamos mucho. Tu madre estaría orgullosa al ver la fortaleza que tienes. —Gracias papá, sé lo mucho que ustedes se preocupan por mi. Pero, extraño mucho a mamá. —Buenas noches. ¿Todo está bien? —al llegar Seok notó la tensión en el ambiente. —Buenas noches Seok —saludó Min-ho a su hijo mayor—, Sun-Ji no se ha sentido muy bien el día de hoy. —¿Qué sientes muñequita? ¿Tienes de nuevo los dolores? —Seok le preguntó preocupado a su hermana, mientras le besaba la mejilla. —No es tan grave hyeong (hermano mayor), es sólo un poco de dolor, pero, pronto se me pasará. —¿Sabes que cada vez que te sientes mal, mi corazón sufre? —preguntó Seok preocupado. —Lo sé, pero, yo estaré bien, te lo prometo, sólo que, hoy no me fue muy bien en mi test de matemáticas. —¿Necesitas que hablemos con la directora para que te dé unos días de descanso, mientras te sientes mejor? —le preguntó Seok. —No creo que sea necesario, aunque, mis dolores están incrementando cada día más. Tal vez, no sea tan mala idea descansar un par de días. —Entonces, en este momento quiero que te vayas a la cama, para que descanses, ¿De acuerdo? —le dijo su padre. —Está bien, los quiero mucho. —respondió Sun-Ji y, se fue a su habitación. —Estoy muy preocupado por Sun-Ji papá, la noto muy pálida y adolorida. —Yo también, a veces no sé cómo hacerla sentir mejor, porque, aunque ella trata de restarle importancia a su padecimiento, yo sé que sufre y, no es justo. —Papá, ¿Y si llamamos a la doctora para que pueda verla mañana mismo? —Me parece que es lo mejor, encárgate tú de la llamada, mientras yo le digo a la señora Min, que le prepare su comida preferida, tal vez así, logremos animarla un poco. —le dijo Min-ho a su hijo. —Me gusta la idea, ya llamo a la doctora. Mientras tanto, Sun-Ji lloraba en silencio, debido a la tristeza tan profunda que sentía, por creer que era una chica diferente al resto, a causa de su enfermedad… —¿Por qué soy tan diferente? ¿Por qué no puedo ser feliz como cualquier joven de mi edad? —Y al decir esto, ella se lanzó a su cama, se cubrió la cara con la almohada y comenzó a llorar desconsoladamente. Una semana después. —Jun, necesito que vengas a mi oficina. —fue la orden del nuevo presidente de la compañía. —Claro. —le respondió él y fue a la oficina de Kyong. Al estar allí, Kim Jun le dijo: —Aquí estoy, ¿Qué necesitas? —Quiero un informe de todas las transacciones financieras de los últimos seis meses. —fue la respuesta que recibió. —¿De todas? Pero Kyong, eso... —¿Hay algún problema por el cual no puedas cumplir con tu trabajo? —Claro que no... sólo que demoraré unos... —Tómate el tiempo que necesites, pero, hoy mismo, quiero ese informe sobre mi escritorio. —Como tú digas, jefe. —Gracias, puedes retirarte. —le respondió Min-joon sin siquiera quitar la vista de su computadora. Al terminar, se fijó en la hora y, se dio cuenta que eran las doce y media, por lo que, apagó la computadora, aseguró su oficina y, salió a almorzar. En la oficina de Seok. —¿Qué es lo que pretende ese imbécil? —fue la pregunta de Seok a su hermano. —No lo sé, Seok, pero, esto no me está gustando nada. —de ambos hermanos, Jun siempre había sido el más cobarde, cuando las cosas se complicaban. —No es más que un engreído, un niño de papá con aires de genio. —Puede que sea cierto, pero, tú sabes que si le damos esos informes, él no tardará nada en comprobar, que la mitad de esos pacientes no existen, que muchos de ellos ya han fallecido y, que hemos seguido cobrando servicios a sus aseguradoras. —Tranquilízate Jun, algo se nos ocurrirá... Al salir de la empresa, Kyong llamó a su novia; y ambos quedaron en verse en un restaurante argentino, para almorzar juntos. —¡Aleumdauseyo! (Estás hermosa) —exclamó Kyong al ver a su novia en la entrada del restaurante, mientras le tomaba las manos y se las besaba, mirándola fascinado. —Gracias, ahora entremos que estoy hambrienta. —fue la respuesta que él recibió. —Claro, entremos. Una vez dentro del local y ubicados en una mesa, el mesonero se acercó para atenderlos. —¿Qué van a desear los señores? Tras consultar la carta varias veces, ordenaron primero un vino, mientras compartían miradas. —No veo la hora en que seas mi espo... ¿Dónde está tu anillo de pareja? —Kyong le reclamó a su novia, al fijarse bien en su mano izquierda, con la que sostenía la copa. —Yo... siempre me lo quito para bañarme... debido al… al apuro debí olvidarlo... —Kyong la miró con ojos inquisitivos y, con la mandíbula contraída. —No quiero que se te vuelva a olvidar, ¿Está bien? —fue lo único que él le respondió. —No, claro que no. Lo prometo. Seis meses después. —¿Park Kyong? —Sí, soy yo. —Min-joon miró con extrañeza a los agentes de policía, que invadían su oficina repentinamente. —Queda usted arrestado por fraude y evasión de impuestos. —¿Qué? —él estaba estupefacto. —Tiene derecho a guardar silencio. —¡Esperen! ¿Qué pasa aquí? Yo no he hecho nada de lo que se me acusa. —Todo lo que diga podrá ser usado en su contre ante… —¡Yo no hice nada! Ante la mirada atónita de todos los empleados, se lo llevaron esposado a la estación policial. Permaneció bajo custodia, en la cárcel federal de Seúl, esperando por un juicio. Allí su padre fue a verlo. —Kyong. —Papá, ¡Yo soy inocente! No tengo nada que ver con... —Lo sé. Y, te prometo que voy a sacarte de aquí, así sea lo último que haga. —juró Park Dae hyun. —¿Cómo está mamá? —Tu madre... cuando se enteró de tu arresto, se puso muy mal... —Kyong, respiró profundo para serenarse, pero, no lo consiguió. —¡Fueron los desgraciados Kim! Siempre dije que había algo turbio con ese par. ¡Nunca me quisieron escuchar! —Kyong, el problema aquí es que todas esas transacciones, fueron firmadas y aprobadas por ti. —¿Qué opción tuve? Todos me dieron la espalda ante mis sospechas, no tenía pruebas suficientes; y así, esos desgraciados jugaron muy bien sus cartas. —expresó él con rabia. —Todo saldrá bien. Tae Sejong es el mejor abogado de la ciudad, él te sacará de este lugar. Un mes después. Un mes después, llegó la fecha del juicio. Sin embargo, durante este tiempo, Kyong había quedado destruido moralmente, ya que, la prensa lo había hecho añicos, sobre todo, con los aportes de los comentarios de Kim Seok y de su hermano Jun, ante la situación que había puesto su integridad por el suelo. Entretanto, el día del juicio, después de un largo debate entre los abogados, junto a su deliberación, el juez ya tenía el veredicto en sus manos, el cual de inmediato anunció: —Encontramos al acusado culpable. —¡No! ¡Yo soy inocente! ¡Están cometiendo una injusticia! —gritó Kyong al conocer el veredicto. —Se le condena a cinco años de prisión; y, esta condena entrará en vigor, desde este momento. Se cierra el caso. —sentenció el juez. En ese momento, el corazón de Park Dae-hyun no pudo soportar el cruel destino de su hijo y sufrió un infarto inesperado, el cual, casi lo mata. Afortunadamente, la ágil respuesta de su esposa Lyn y, posteriormente, la de los médicos que de inmediato lo socorrieron, pudieron salvarle la vida, aunque este colapso le traería graves consecuencias, con las que tendría que lidiar durante el resto de su vida. —¡Papá! —Kyong elevó un grito desgarrador, mientras trataba de zafarse de los dos policías que lo sujetaban, pues, lo único que quería, era correr hacia su padre y su madre. Dos semanas después del juicio. Dos semanas después del juicio, Eun-ji, la ahora esposa de Kyong, lo visitaba en la cárcel. Sin embargo, ella no parecía sufrir por la desgracia ocurrida a su esposo, quien se encontraba mucho más delgado, ojeroso y deprimido. —¡Eun-ji! —exclamó él al ver a su esposa, para de inmediato, abrazarla fuerte, besándola y, aferrándose a ella, más no pudo sentir el calor de ella. —¿Cómo estás? —Comienzo a creer que los muertos pueden caminar. —contestó él; y, por primera vez, a ella se le hizo un nudo en la garganta. —Lamento mucho todo esto Kyong. —¿Cómo estás tú? —él la guió para que se sentara en el área de visitas. —Estoy bien. —¿Cómo está el bebé? ¿Te estás cuidando bien? —le preguntó él con una sonrisa esperanzada y dolorosa. Esa misma mañana de su arresto, tras apenas tres meses de casado, él se había enterado que sería padre. —Kyong, yo... —¿Qué pasa? No titubees por favor. —se desesperó él, porque, no le gustaba que se anduvieran con él con rodeos. —Ya no hay bebé. —le soltó ella sin ningún miramiento. —¿Cómo que no hay bebé? Pero, si tú... —Comprenderás que yo no podía tener un hijo tuyo en estas condiciones, yo no podía mantenerlo. —¿Qué hiciste con mi hijo, Eun-ji?—le dijo él de forma severa, mientras le tomaba el brazo con fuerza y, le reclamaba, con un dolor insoportable en su corazón. —Lo siento Kyong, yo no estaba preparada para tener un hijo en estas circunstancias. — ella fingía derramar lágrimas de dolor, sin éxito alguno. —¿Qué te impedía criar al niño? ¿Acaso eres tú la que está en prisión? —él se alteró y la sujetó más fuerte. —Kyong, me estás haciendo daño. —Mataste a mi hijo. —pronunció cada palabra de forma pausada, entre llanto y rabia, mirándola con rencor. —Kyong yo… —Dime una cosa, ¿Para qué viniste? ¿Por qué no te largaste y me dejaste a mi solo, como lo hicieron todos? —Yo… yo... vine a pedirte que... que firmes el divorcio, de forma voluntaria. Lo siento, pero, no puedo seguir con este matrimonio. —¡Debí haberlo imaginado! Y no te preocupes, por supuesto que te firmaré el divorcio ya mismo. Pero, eso si, a partir de hoy, no quiero volver a saber de ti. ¡Neoneun nal yeog gyeobge hae! (Me das asco) —le dijo Kyong a la que hasta ese momento era su esposa, para luego, firmar los documentos del divorcio y dejarla sola. —Lo siento Kyong, pero ser la esposa de un presidiario, arruinaría mi reputación. Y yo, tengo que asegurar mi futuro. Cuídate mucho. —susurró Eun-Ji al aire, al quedarse sola en la sala de visitas. Cinco años después. Hombre libre. Ahora, el mundo y el aire, parecían un regalo para él después de todo. Al llegar a su casa, lo recibió su madre, llorando de alegría, mientras no paraba de besarlo y abrazarlo. —¡Kyong! ¡Al fin estás en casa! Su madre había envejecido demasiado desde que lo ingresaron en la cárcel. De hecho, él no alcanzaba a imaginar, todo lo que había llorado. En ese momento, él recordó el día del juicio cuando a su padre le dio el infarto, por fortuna le dieron el permiso de acompañarlo mientras lo atendían en el juzgado, antes de que lo trasladaran al hospital. Sin embargo, nunca pudo olvidar ver a su madre llorando devastada; y, él sin poder acompañarla y consolarla. —Si quieres ve a ver a tu padre a la habitación, mientras termino de preparar la comida, supongo que tienes hambre, ¿Verdad? —Si mamá, estoy muy hambriento. Dime algo, ¿Cómo está él? —Hoy, está muy feliz, porque has salido de la cárcel. Ve a verlo. —le dijo su madre y él salió de prisa a la habitación principal para ver a su padre, quien debido al sufrimiento que había padecido desde que habían condenado a su hijo, junto al ataque al corazón que sufrió, habían causado en él las consecuencias más nefastas para su salud, por lo que terminó, confinado a una silla de ruedas, producto de una parálisis general de la que fue víctima, después del juicio de su hijo. Una razón más, por lo que Park Kyong, destruiría a los hermanos Kim; y, no descansaría ni un solo día, hasta conseguirlo.Esa noche, Kyong no podía dormir, ya que, el insomnio lo había acompañado desde hacía cinco años. En la cárcel descubrió que dormir, era un privilegio que los demás mortales no sabían que tenían.Y, ¿Cómo iba a dormir en ese lugar, donde el ocio libraba una guerra de poder constante, especialmente, por aquellos convictos por narcotráfico? Él pertenecía al otro bando, aquellos cuyos delitos eran por fraude o delitos intelectuales. Estando en ese encierro, Joon conoció mentes muy mediocres pero, también cerebros excepcionalmente brillantes. Y, en ese momento, a su memoria llegó el recuerdo del día que aprendió, que si no se defendía a si mismo, no sobreviviría a tan horrendo lugar.Flashback: 5 años atrás.—Lindo trasero. —le sorprendió un recluso, mientras Kyong se bañaba.Él lo ignoró y siguió bañándose. El tipo era alto, fuerte y calvo, por su acento Joon dedujo que debía ser ruso o polaco, pero, no le dio importancia.—Eres el nuevo, ¿Verdad? —insistió el recluso, acercándosele más
—Por supuesto me encantaría invitarte a almorzar, y no sé, quizás llegar a conocerte un poco mejor. —le respondió él de forma pausada.—Bueno no lo sé, pues digamos que estoy escapada en este momento porque yo no debería estar sola en este lugar, de hecho, ya debería estar esperando al chofer para que me lleve a casa y él es muy puntual, y si llegó un poco más tarde, no te imaginas el problema en el que estaría.—Lo único que yo no quiero es que tú tengas problemas, pero me encantaría llegar a conocerte mejor, e incluso que podamos ser amigos. —le dijo él en tono preocupado.—La verdad no entiendo qué es lo que te ha llamado la atención de mí, porque yo soy una chica ordinaria, común y corriente, en cambio tú eres…—Ante todo, no te permito que vuelvas a creer que eres una chica ordinaria o común y corriente, porque a simple vista puedo notar, que eres una mujer valiente y muy dulce. Así que te pregunto, ¿Me permitirías conocerte de una forma mucho más profunda? —le dijo el hombre de
—¡Es la tercera nota que recibo en un mes! —Jun sudaba frío al decir estas palabras.—Siempre has sido un cobarde Jun. Seguramente debe tratarse de una broma pesada.—O tal vez me quieran extorsionar. ¿La leíste bien? —Al hermano de Seok le estaba temblando hasta la lengua, mientras le entregaba la nota la cual solo decía:.—Eso es justo lo que quiere, asustarte. Ignóralo, porque el dinero y el éxito siempre despertarán envidia en las demás personas.—¡Seok! —Jun tuvo una visión de repente. —¿Hace cuánto que Terrence está fuera de la cárcel? —Al herederos de los Kim, se le abrieron los ojos como platos.—¡Malnacido! Ese idiota sólo quiere atención.—Yo no me fiaría Seok.—No hay nada que pueda hacer en nuestra contra, la empresa ya ni siquiera le pertenece, es un don nadie Jun.—Aún así Seok, yo...—Sólo me gustaría saber dónde se esconde el pobre imbécil, aunque un hombre sin dinero ni posición, y con la reputación por el suelo, debe estar en cualquier ratonera. —Murmuró Seok con