Un chico iba pasando en su patineta, perdió el control y se la llevó enredada, iba a caerse en pleno asfalto, si no fuera porque Kyong la sostuvo a tiempo, reflejos que habían mejorado en la cárcel. Ella había estado resignada a caerse al suelo, pero se encontró sobre unos brazos cálidos y fuertes, resguardada por un cuerpo caliente y poderoso, hasta pudo sentir su respiración y no pudo evitar mirarlo.—Creo que ahora sí necesitas relajarte un poco, para calmar ese corazoncito alocado, ¿no? —Con un gesto señaló el Starbucks otra vez.—¿Si acepto dejarás de insistirme para que tengamos una amistad?—Te lo prometo solo por hoy, pero no descansaré hasta lograr que aceptes que tú también, quieres estar cerca de mí, así como yo me muero por estar a tu lado. —Se le acercó demasiado y se lo susurró al oído, con su voz profunda y aterciopelada, sabía muy bien cómo doblegar su voluntad.—Está bien, vamos.Aunque fingía seguridad, por dentro se moría de los nervios. Le gustaba ese hombre, a cad
Al día siguiente Kyong se encontraba en el despacho de su casa, discutiendo algunos asuntos con su empleado de confianza.—Necesito algo que llame su atención. Algo que no lo haga pensárselo dos veces, para que haga una inversión.—Te entiendo, Kyong, pero recuerda que se trata de Seok, él es ambicioso, arriesgado, pero no es tonto, el desgraciado sabe con quién arriesgarse y con quién no.Seong y Yeong, habían renunciado a la compañía tras el escándalo por fraude, no sólo por solidaridad a Kyong, sino porque conociendo cómo se jugaba ahí, no querían ser los próximos traicionados.—¡Inventa algo! Inventa un producto tan novedoso, tan sofisticado, tan lo que sea, que ese hijo de perra no se resista, y termine por invertir todo lo que tiene en nuestra empresa, solo de esa manera podremos tenerlo bajo nuestro control. —Kyong le exigió a Yeong, un ingeniero y genio de la electrónica y productos robóticos.—Me parece que no será tan difícil conseguirlo. —Por fin Seong tomó la palabra.—Exp
Y así transcurrían los días de Sun-Ji, tranquilos y serenos, a excepción del mar de sentimientos que tenía dentro de ella, desde que había conocido a ese hombre que le estremecía todo el cuerpo. Ella sentía tantos sentimientos encontrados, que tuvo que hablar con la única mujer, a excepción de ella, que vivía en su casa, a saber: la esposa de su hermano mayor.—Eun-ji.—Hola preciosa, ¿Cómo estás?—Me siento bien, pero, necesito hablar con alguien, ¿Podrías?—Claro, linda. Pero acompáñame a mi habitación, necesito descansar los pies. —ella ya se encontraba en la última etapa de su embarazo y, se estaba inflamando. Eun-ji era la única imagen femenina que Sun-Ji tenía, la pobre agradecida por ello, la había hecho su consejera oficial.—¿Se te perdió la lengua? —La instó Eun-ji.—No... es que no sé por dónde empezar.—¿Estás saliendo con un chico?—No exactamente... bueno, lo conocí no hace mucho, pero...—Te trae loquita, eh...—Él es mayor... No es precisamente un chico. —dijo Sun-Ji.
Kyong quería explotar de la rabia que sentía. Y no porque tuviera celos, sino porque... ¡Todas las mujeres eran iguales! Se fingían santas e inocentes, y eran perversas en realidad. Y para ejemplo de esto, estaba con una de las peores.—¿Juwon? —Sun-Ji lo trajo de vuelta a la realidad.—Veo que se te acumulan las citas. —dijo él con tono serio.—¿Citas? No sé de qué me estás hablando, él y yo no… —ella quiso seguir hablando pero fue interrumpida.—¿Es tu novio?—¡No, claro que no! El fue sólo un compañero de clases que…—Pero, para no ser tu novio, tiene mucha confianza contigo, y tú se lo permites. Hasta le permitiste que te diera un beso.—Él solo estaba siendo amable conmigo porque me conoce, él no está teniendo ninguna confianza inapropiada conmigo, y mucho menos se lo permitiría.—Dices que no le permitirías tener confianza inapropiada contigo, pero le aceptaste que fuera a tu casa, ¿O me equivoco?—Es verdad que él irá a mi casa, pero es porque primero que nada, es mi amigo desd
Kyong entró en el centro comercial a toda prisa para no perderla de vista, y aunque demoró un poco, la encontró sentada frente a una pared de vidrio, en la que se podía ver un hermoso acuario. Él la contempló con detalle por un instante en silencio, y lo que vio lo preocupó, porque ella se veía muy pálida y ojerosa. Se sentó en silencio a su lado y sólo dijo:—Este lugar transmite mucha paz, la misma paz que me transmiten tus ojos, cada vez que los miro. —este comentario hizo que ella lo mirara por un instante, para luego volver a mirar el acuario—. ¿Cómo te sientes Sun-Ji? Te noto muy pálida y con ojeras. ¿Te sientes enferma?—Si me siento o no me siento enferma, no es de tu incumbencia. Con permiso. —le dijo ella y se levantó dispuesta a irse, pero él se interpuso en su camino.—Por favor cariño, no te vayas. Necesitamos hablar de lo que ocurrió.—No tenemos nada que hablar, ya tú dejaste clara tu posición, tú no hablas con niñas, y yo sigo teniendo 17 años, así que como dije, no te
Al escuchar la vehemencia con la que el hombre que tenía enfrente le decía todas esas bonitas palabras, Sun-Ji prorrumpió en llanto, siendo abrazada de inmediato por Kyong, quién estaba impactado por el giro que habían dado las cosas, y por lo vehementes que fueron sus propias palabras. Ella estuvo llorando por un par de minutos y se fue tranquilizando poco a poco, Kyong como todo un caballero la llevó al asiento más cercano y sin dejar de abrazarla le dijo:—¿Te sientes mejor?—Sí, me siento mucho mejor, gracias por estar aquí, perdóname por ponerme a llorar, es que es la primera vez que un hombre me dice todo eso, de una forma tan enérgica.—Quiero que entiendas algo, desde que te vi por primera vez, tus ojos se tatuaron en mi corazón, y tus palabras se volvieron sagradas para mí, y ahora siento que no podría vivir sin poder verte o, sin poder escucharte, y ahora que te tengo en mis brazos, sé que ya no podría vivir sin poder abrazarte.—Te confieso que mi intención era alejarme de
Había transcurrido una semana desde que se vieron en el centro comercial, y él se encontraba en su oficina, enojado consigo mismo. ¿El motivo? Él quería ejecutar su plan cuanto antes, pero no contaba con que aquella chiquilla no tuviera los dieciocho aún. Y la quería para sus fines, para humillar y herir el orgullo de los Kim. Seok se había quedado con Eun-ji, quien ahora no valía nada, pero él, él estaba dispuesto a acabar con su hermanita, quien al parecer, era la persona que ese infeliz más amaba. Pues muy bien, quería ver su cara cuando se enterara de todas veces que esa niña desarreglaría sus sábanas. Pero, sería paciente, no iba a permitirse ir a la cárcel nuevamente por enredarse con una menor. Y al parecer no le sería difícil la tarea de enamorar a esa niña, ya que, ella pese a su timidez, estaba demostrando un interés por él muy grande. Pero, ¿Y él? ¿Acaso él no estaba empezando a sentir cosas importantes por esa chiquilla? ¿Acaso todas las palabras que le había dicho a ella
—Seok, es el sexto ingeniero que despides en cinco años.—¿Y qué quieres que haga? Ninguno ha sido competente. Ninguno ha podido hacer de esta empresa lo que era antes, nos hemos quedado obsoletos.Jun y Seok, estaban preocupados. En los últimos años, las ganancias habían sido casi nulas. Lo que le hicieron a Kyong, fue una espada de doble filo. Se libraron de la cárcel, habían destruido a ese hombre, era cierto, pero en el camino, se estaban destruyendo a sí mismos.—Buenas tardes, señores.—Adelante, Jiwoon. —Seok suspiró y dejó que entrara, la encargada de publicidad y mercadeo.—No son buenas noticias.—¿Ahora qué? —El hombre dio un golpe en el escritorio.—Los de Second Chance no quisieron renovar el contrato, les enviaron una carta y un cheque por los últimos tres meses de servicio.—¡Me lleva el diablo! —gritó Seok. Estaba tan furioso que su rostro se había enrojecido por completo.—Pero, ¿No dieron un motivo por el cual no quisieron renovar después de tantos años? —Jiwoon dudó