Lenya y Arantza iniciaron una relación secreta y fortalecieron su vínculo. Pasaron la mayor parte del tiempo juntas, trabajando en equipo y compartiendo tras salir de la empresa.En cuanto el padre de Arantza se recuperó, fue arrestado y condenado a sesenta y un días en prisión por no contar con antecedentes penales, además de asistir obligatoriamente a programas de orientación familiar. Tenía prohibido acercarse a Indira y no podía llamarla siquiera. Si incumplía con aquella orden, se le daría una sanción más severa.Arantza ya no pasaba la noche en casa de Lenya debido a la lesión que Indira tenía en la muñeca. Inevitablemente la dejaba sola durante el día, pero no quería tener que hacerlo durante la noche. Por esa razón, era Lenya quien se quedaba en la casa de la muchacha.Cierto día en que se hallaban trabajando en la empresa, Arantza soltó un suspiro de agobio.—La presidenta regresa este fin de semana, ¿cierto?—Sí, su viaje de negocios finalmente culminó —alegó Lenya.—Sé que
Arantza se mantuvo en silencio por un instante. Aparentemente, Carla no planeaba desistir y esto lo hacía para que Lenya no tuviese nada que la atara a otras personas. El hecho de que Arantza se haya convertido en su heroína era una ventaja para sí misma, ya que podía ejercer cierto control sobre la heredera si se lo proponía, utilizando su acto heroico a su favor. Esa era la manera de pensar de Carla, quien tenía una actitud suspicaz.—Ya que insiste, hay algo que tengo en mente —replicó la muchacha.—Al fin nos entendemos —expresó Carla.—Quiero que me permita conservar mi trabajo —estableció.—¿Porqué mencionas eso? —cuestionó, ceñuda—. Si eres una buena empleada y realizas tus labores de forma impecable, no hay razón para despedirte.—Nunca he tenido un empleo bien pagado, así que quiero asegurarme de no perderlo si alguna vez llegara a equivocarme.La presidenta se cruzó de brazos y la observó con recelo, le resultaba raro que la chica fuese tan precavida, pero, al mismo tiempo,
—¿De qué estás hablando, Lenya? —cuestionó.—Estoy diciendo que volverás a estudiar —manifestó, emocionada—. Asistirás a clases y serán durante el horario de la noche. Pero, no te preocupes. Se lo comunicaré a la jefa de logística para que te permita salir temprano y puedas llegar a tiempo. No habrá necesidad de que dejes tu trabajo, te irá muy bien.Arantza la escrutó con los labios separados y la frente ceñuda. No lucía para nada contenta. Más bien, permaneció bastante ofuscada.—¿Hiciste todo eso… sin siquiera platicarlo conmigo? —reprochó.—Si te lo decía, sabía que pondrías un montón de excusas para no aceptarlo.—No son excusas, tenía mis razones para no aceptar y te las dije con franqueza. Aun así, pasaste por encima de mí e hiciste lo que tú creías que era lo mejor.—No lo tomes de ese modo, solo quiero ayudarte —replicó—. No estarás pensando en dejar pasar esta oportunidad debido a tu orgullo, ¿cierto?—En la Universidad Autónoma no dan becas.—Pero hay excepciones. Cuando mi
Cierta noche, la joven se hallaba tendida en su cama, con la mirada hacia el techo. No dejaba de reflexionar acerca de su relación y de cómo podía mejorarla. Apenas intercambiaba mensajes con Arantza y aquello la ponía ansiosa, pero no quería darse por vencida. Desde el principio supo que la relación no iba a funcionar, pero ¿cómo dejarla ir ahora que estaba completamente enamorada?Miró su móvil que se encontraba a su costado y lo tomó para buscar el número de Arantza. Luego, la llamó.Desafortunadamente, la línea la envió al buzón de voz de inmediato. ¿Porqué tenía el celular apagado? ¿Acaso se le acabó la batería? ¿Se le volvió a quebrar el móvil? ¿Lo apagó para poder estudiar y para cerciorarse de que nadie la molestará? O era que… ¿no quería recibir ninguna llamada suya?Sabía que lo último era absurdo, pero no podía dejar de pensar en ello. De pronto, sintió una fuerte necesidad de verla y de platicar con ella. Quería escuchar de su boca que sus sentimientos no habían cambiado y
Lenya respiró profundo y fijó la mirada en Arantza.—Tú… me habías dicho hace un tiempo que en realidad no te gustan las mujeres, que yo soy una excepción. Eso significa… que te puedes enamorar de un hombre —especuló con angustia. Su rostro expresaba una extrema preocupación, lo cual fue captado por los ojos de Arantza.—Mira, en estos momentos, mis sentimientos por ti son tan fuertes que dudo mucho que llegue a fijarme en alguien más. Teniéndote conmigo, es imposible que me enamore de otra persona, sea quien sea —se sinceró.—Entonces… ¿aún me quieres? A pesar de que no nos vemos ni hablamos con frecuencia, ¿sigo siendo especial para ti? —necesitaba escucharlo de su propia boca.—Claro que sí, Lenya —se aproximó a ella y colocó las manos en sus mejillas—. Es cierto que hay muchos obstáculos entre nosotras, pero eso no hará que me aleje de ti. Mientras mis sentimientos sean correspondidos, siempre estaré a tu lado y lucharé para que nuestra relación perdure.El temor que tanto atormen
Lenya la escrutó pasmada y tragó saliva. No quería dar su brazo a torcer, pero el miedo de perderla era más grande y prefirió mantener la calma que empeorar la situación.—Yo… procuraré controlarme —fue la respuesta que pudo dar.—No se trata de controlarte, sino de que entiendas que eres la única para mí. Una vez que lo comprendas, nunca volverás a sentirte insegura —manifestó y la agarró de una mano—. Haz un esfuerzo, por favor. No quiero que haya problemas entre nosotras, deseo que siempre estemos bien.—Está bien, lo intentaré —respiró profundo, en lo que un recuerdo aterrizó en su memoria—. Por cierto, hay algo que no te he comentado. He sido honesta con mi mamá y le confesé que tengo sentimientos por ti.—¿Se lo dijiste? ¿Y cómo reaccionó? —cuestionó, intrigada.—Pues… no le agradó en absoluto. No le mencioné que estamos saliendo, solo le dije que somos amigas. Sin embargo, a pesar de que le disgustó mi confesión, decidió apoyarme y me permitió seguir tratándote, es por eso que
Arantza incrustó la mirada en Lenya, con la boca semiabierta y la lengua entumecida. La decepción afloró desde lo más profundo de su alma y el enojo se desplazó por cada rincón de su cuerpo a través de la sangre que recorría por sus arterias. Fue tanta la desilusión que le dio la espalda para tratar de asimilar lo que acababa de descubrir. Prácticamente, su vida estaba en manos de Lenya. Trabajaba en su empresa, le pagaba los estudios y aceptaba todas las atenciones y los regalos que ésta quería darle. Ya no se sentía como un noviazgo, se sentía como si Lenya la considerara de su propiedad.—Arantza —pronunció—. Sé que debió haberte sorprendido mucho, pero lo hice porque quería ayudarte.—¿De verdad? —giró hacia ella con una expresión de disgusto—. ¿Lo hiciste para ayudarme… o para controlarme?—¿Qué? —soltó, desconcertada—. ¿De dónde sacaste eso?—Dime, Lenya —se acercó a su persona y centró la vista en su rostro—. ¿Buscas adueñarte de mi vida y tenerme bajo tu absoluto dominio?—¿D
Lenya no pudo enfocarse en sus tareas durante el resto de la jornada laboral. Intentó disimular delante de Carla para que ésta no le hiciera ninguna pregunta, pero su interior era un completo desorden.Le había mencionado a Arantza que era libre y que nunca había pensado en retenerla, pero ahora era lo que más deseaba hacer. Quería encontrar la forma de que la muchacha reconsiderara su decisión y volviera con ella.¿Estaría mal si la buscaba de nuevo? En lugar de solo aceptar que el noviazgo se terminó, ¿no debería luchar por conseguir su perdón? Después de todo, estaban en esa situación debido a su error.Luego de sumergirse en cavilaciones, eligió lo que su corazón le indicó. Fue al departamento de logística y preguntó por Arantza, pero le respondieron que acababa de marcar su salida pues ya era su hora de ir a la parada con el fin de esperar al autobús que la llevaría a la universidad.Lenya salió de la empresa y subió a su coche para dirigirse a donde se encontraba la muchacha, qu