Arantza incrustó la mirada en Lenya, con la boca semiabierta y la lengua entumecida. La decepción afloró desde lo más profundo de su alma y el enojo se desplazó por cada rincón de su cuerpo a través de la sangre que recorría por sus arterias. Fue tanta la desilusión que le dio la espalda para tratar de asimilar lo que acababa de descubrir. Prácticamente, su vida estaba en manos de Lenya. Trabajaba en su empresa, le pagaba los estudios y aceptaba todas las atenciones y los regalos que ésta quería darle. Ya no se sentía como un noviazgo, se sentía como si Lenya la considerara de su propiedad.—Arantza —pronunció—. Sé que debió haberte sorprendido mucho, pero lo hice porque quería ayudarte.—¿De verdad? —giró hacia ella con una expresión de disgusto—. ¿Lo hiciste para ayudarme… o para controlarme?—¿Qué? —soltó, desconcertada—. ¿De dónde sacaste eso?—Dime, Lenya —se acercó a su persona y centró la vista en su rostro—. ¿Buscas adueñarte de mi vida y tenerme bajo tu absoluto dominio?—¿D
Lenya no pudo enfocarse en sus tareas durante el resto de la jornada laboral. Intentó disimular delante de Carla para que ésta no le hiciera ninguna pregunta, pero su interior era un completo desorden.Le había mencionado a Arantza que era libre y que nunca había pensado en retenerla, pero ahora era lo que más deseaba hacer. Quería encontrar la forma de que la muchacha reconsiderara su decisión y volviera con ella.¿Estaría mal si la buscaba de nuevo? En lugar de solo aceptar que el noviazgo se terminó, ¿no debería luchar por conseguir su perdón? Después de todo, estaban en esa situación debido a su error.Luego de sumergirse en cavilaciones, eligió lo que su corazón le indicó. Fue al departamento de logística y preguntó por Arantza, pero le respondieron que acababa de marcar su salida pues ya era su hora de ir a la parada con el fin de esperar al autobús que la llevaría a la universidad.Lenya salió de la empresa y subió a su coche para dirigirse a donde se encontraba la muchacha, qu
—¡Basta! ¡Eres un desagradecido! —acusó Carla—. ¡A pesar de que por tu culpa perdí a mi hija, nunca te ha faltado nada y siempre he velado por ti! Y, aun así, ¡te pones en mi contra, tratándome como si fuera una villana!—No pretendo restarle valor a todo lo que has hecho por mí, pero quitándonos la máscara y aquí entre nos, sabemos perfectamente que si no hubiese suplantado a Lenya, jamás habría recibido nada de esto.—Llegamos a un acuerdo y yo he cumplido con mi parte —replicó Carla.—No llegamos a ningún acuerdo, mamá. Solo tenía ocho años cuando empecé a usar los vestidos de mi hermana —señaló—. Pero, ya no quiero seguir así.—Si renuncias, no pienso mover un solo dedo por ti —advirtió.—No estoy perdiendo nada en realidad. De todos modos, nunca me amaste. De todos modos, nada de esto era para mí. A partir de ahora, no tienes que "preocuparte" ni seguir "cuidándome". Te libero de esa responsabilidad.—¿Qué estás tratando de decir? —la miró con recelo.—Que me voy. Me iré de esta
Landon fue dado de alta al día siguiente y regresó a la casa junto con su madre. Ninguno de los dos volvió a la empresa por unos días. A Landon aún le dolía la cadera y Carla no quiso dejarlo solo pues temía que intentara huir de nuevo.No hablaron mucho durante ese tiempo y no tocaron el tema del que habían platicado en el hospital, pero la mujer se mantuvo observándolo con insistencia. Sabía que Landon tendía a ser depresivo, pero éste siempre procuraba esconderlo. Sin embargo, ahora ni siquiera lo ocultaba. Permanecía melancólico y apático, sin ganas de realizar su rutina habitual.Carla no estaba preparada para superar la muerte de Lenya y dejarla ir, pero era consciente de que ya había llegado demasiado lejos. Pasó doce años viviendo estancada en el pasado y arrastrando a Landon con ella, sin ser capaz de avanzar hacia adelante.Que el chico le insinuara que quería acabar con su vida, era alarmante. Después de haberlo oído, no pudo evitar preguntarse: ¿En verdad estaba dispuesta
Arantza se encontraba sentada en el suelo del gimnasio, con la espalda apoyada contra la pared. El cielo ya se había oscurecido y estaba esperando a que Dimas terminara de entrenar a un nuevo alumno suyo que quería aprender kick boxing. En cuanto éste acabó, se aproximó a su amiga. —¿No deberías estar en la universidad? —le preguntó. —Mi clase se canceló —expuso. —Es raro verte por aquí, hace mucho que no vienes —se sentó a su lado. —He estado muy ocupada, lamento haberme alejado tanto. Por cierto, hay algo que debo comentarte —pasó la mano por su cabeza—. Rompí con Lenya. —¿Qué? —la escrutó con los ojos abiertos de par en par—. ¿Porqué? —¿Recuerdas que te había mencionado que consiguió una beca para que pudiera estudiar en la universidad? Fue una mentira —arguyó—. Ella lo estaba pagando todo y le pidió al director que no me dijera nada. —¿En serio? —levantó ambas cejas—. ¿Y cómo lo descubriste? —Fue gracias a las especulaciones de un amigo mío que conocí en la universidad. In
—Reúnanse un momento, por favor. Tengo algo que decirles a todos —enunció la jefa del departamento de logística, convocando a los empleados que se hallaban a su cargo—. He recibido una información importante y debo compartirla con ustedes. La presidenta y la señorita Parodi han emprendido un viaje al extranjero. Resulta que su hija ha sido diagnosticada con una enfermedad grave y necesita recibir tratamiento. Por lo tanto, a partir de ahora, la presidenta estará al pendiente desde la distancia, pero quedaremos en manos del director ejecutivo.Los presentes empezaron a murmurar debido a la fuerte impresión, pero la noticia fue un doloroso impacto para Arantza. Permaneció paralizada hasta que el anuncio finalizó y los demás se dispersaron. En ese momento, la muchacha se aproximó a su jefa con el semblante pálido.—Disculpe, ¿c-cómo que la señorita Parodi está enferma? ¿Q-Qué es lo que tiene? ¿Qué le pasa? —cuestionó con desesperación y el temor nublando sus facciones.—No conozco los de
Era de noche cuando Arantza recuperó la percepción. Miró a su alrededor y se percató de que se hallaba en su cuarto. No recordaba cómo había llegado hasta allí pues la noticia de la muerte de Lenya la conmocionó tanto que experimentó un estado de shock emocional y no fue capaz de reaccionar durante varias horas.Noah la llevó a su casa y le explicó a Indira que su hija no se encontraba bien, pero no entró en detalles. La mujer la ayudó a recostarse y permaneció en la cama hasta que oscureció.Arantza, con el alma rota, sintió cómo todo su mundo se derrumbó en un instante. Cualquier esperanza se desvaneció y el sentimiento de culpa se instaló en su pecho. Jamás tendría la oportunidad de volver a ver a Lenya, nunca podría pedirle perdón por haberse alejado de la forma en que lo hizo, no podría darle las gracias por todas las cosas que había hecho por ella ni expresarle cuánto la amaba. No había modo de retroceder el tiempo, solo le quedaba el doloroso presente y la cruda realidad.Se le
—De ninguna manera —respondió Arantza—. No recurriré al nepotismo, conseguiré un empleo por mis propios méritos.—No será nepotismo porque no pienso intervenir. Dijiste que te darán una carta de recomendación, ¿no? Tienes eso a tu favor. Entregarás tu currículo a recursos humanos junto con la carta y ellos se encargarán de entrevistarte. Pasarás por todas las etapas como cualquier postulante.—¿Lo dices en serio? —preguntó con interés.—¡Claro! Yo jamás te mentiría como lo hizo la señori… —por una cuestión de impulso, realizó un comentario inoportuno y se detuvo al instante, pero ya era tarde pues Arantza lo había comprendido. La muchacha hizo una mueca de disgusto y Noah tragó saliva—. D-Digo, no hay ninguna trampa en esto. Te lo juro.—No estoy segura de querer hacer el intento después de lo que acabas de insinuar —expuso su incomodidad.—Sé que estás muy herida por tu pérdida, pero solo estoy diciendo la verdad. La señorita Parodi te mintió y ese hecho no se puede borrar. Por esa r