C33: Nada más que una adquisición.

Arantza incrustó la mirada en Lenya, con la boca semiabierta y la lengua entumecida. La decepción afloró desde lo más profundo de su alma y el enojo se desplazó por cada rincón de su cuerpo a través de la sangre que recorría por sus arterias.

Fue tanta la desilusión que le dio la espalda para tratar de asimilar lo que acababa de descubrir. Prácticamente, su vida estaba en manos de Lenya. Trabajaba en su empresa, le pagaba los estudios y aceptaba todas las atenciones y los regalos que ésta quería darle. Ya no se sentía como un noviazgo, se sentía como si Lenya la considerara de su propiedad.

—Arantza —pronunció—. Sé que debió haberte sorprendido mucho, pero lo hice porque quería ayudarte.

—¿De verdad? —giró hacia ella con una expresión de disgusto—. ¿Lo hiciste para ayudarme… o para controlarme?

—¿Qué? —soltó, desconcertada—. ¿De dónde sacaste eso?

—Dime, Lenya —se acercó a su persona y centró la vista en su rostro—. ¿Buscas adueñarte de mi vida y tenerme bajo tu absoluto dominio?

—¿D
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