Cierta noche, la joven se hallaba tendida en su cama, con la mirada hacia el techo. No dejaba de reflexionar acerca de su relación y de cómo podía mejorarla. Apenas intercambiaba mensajes con Arantza y aquello la ponía ansiosa, pero no quería darse por vencida. Desde el principio supo que la relación no iba a funcionar, pero ¿cómo dejarla ir ahora que estaba completamente enamorada?Miró su móvil que se encontraba a su costado y lo tomó para buscar el número de Arantza. Luego, la llamó.Desafortunadamente, la línea la envió al buzón de voz de inmediato. ¿Porqué tenía el celular apagado? ¿Acaso se le acabó la batería? ¿Se le volvió a quebrar el móvil? ¿Lo apagó para poder estudiar y para cerciorarse de que nadie la molestará? O era que… ¿no quería recibir ninguna llamada suya?Sabía que lo último era absurdo, pero no podía dejar de pensar en ello. De pronto, sintió una fuerte necesidad de verla y de platicar con ella. Quería escuchar de su boca que sus sentimientos no habían cambiado y
Lenya respiró profundo y fijó la mirada en Arantza.—Tú… me habías dicho hace un tiempo que en realidad no te gustan las mujeres, que yo soy una excepción. Eso significa… que te puedes enamorar de un hombre —especuló con angustia. Su rostro expresaba una extrema preocupación, lo cual fue captado por los ojos de Arantza.—Mira, en estos momentos, mis sentimientos por ti son tan fuertes que dudo mucho que llegue a fijarme en alguien más. Teniéndote conmigo, es imposible que me enamore de otra persona, sea quien sea —se sinceró.—Entonces… ¿aún me quieres? A pesar de que no nos vemos ni hablamos con frecuencia, ¿sigo siendo especial para ti? —necesitaba escucharlo de su propia boca.—Claro que sí, Lenya —se aproximó a ella y colocó las manos en sus mejillas—. Es cierto que hay muchos obstáculos entre nosotras, pero eso no hará que me aleje de ti. Mientras mis sentimientos sean correspondidos, siempre estaré a tu lado y lucharé para que nuestra relación perdure.El temor que tanto atormen
Lenya la escrutó pasmada y tragó saliva. No quería dar su brazo a torcer, pero el miedo de perderla era más grande y prefirió mantener la calma que empeorar la situación.—Yo… procuraré controlarme —fue la respuesta que pudo dar.—No se trata de controlarte, sino de que entiendas que eres la única para mí. Una vez que lo comprendas, nunca volverás a sentirte insegura —manifestó y la agarró de una mano—. Haz un esfuerzo, por favor. No quiero que haya problemas entre nosotras, deseo que siempre estemos bien.—Está bien, lo intentaré —respiró profundo, en lo que un recuerdo aterrizó en su memoria—. Por cierto, hay algo que no te he comentado. He sido honesta con mi mamá y le confesé que tengo sentimientos por ti.—¿Se lo dijiste? ¿Y cómo reaccionó? —cuestionó, intrigada.—Pues… no le agradó en absoluto. No le mencioné que estamos saliendo, solo le dije que somos amigas. Sin embargo, a pesar de que le disgustó mi confesión, decidió apoyarme y me permitió seguir tratándote, es por eso que
Arantza incrustó la mirada en Lenya, con la boca semiabierta y la lengua entumecida. La decepción afloró desde lo más profundo de su alma y el enojo se desplazó por cada rincón de su cuerpo a través de la sangre que recorría por sus arterias. Fue tanta la desilusión que le dio la espalda para tratar de asimilar lo que acababa de descubrir. Prácticamente, su vida estaba en manos de Lenya. Trabajaba en su empresa, le pagaba los estudios y aceptaba todas las atenciones y los regalos que ésta quería darle. Ya no se sentía como un noviazgo, se sentía como si Lenya la considerara de su propiedad.—Arantza —pronunció—. Sé que debió haberte sorprendido mucho, pero lo hice porque quería ayudarte.—¿De verdad? —giró hacia ella con una expresión de disgusto—. ¿Lo hiciste para ayudarme… o para controlarme?—¿Qué? —soltó, desconcertada—. ¿De dónde sacaste eso?—Dime, Lenya —se acercó a su persona y centró la vista en su rostro—. ¿Buscas adueñarte de mi vida y tenerme bajo tu absoluto dominio?—¿D
Lenya no pudo enfocarse en sus tareas durante el resto de la jornada laboral. Intentó disimular delante de Carla para que ésta no le hiciera ninguna pregunta, pero su interior era un completo desorden.Le había mencionado a Arantza que era libre y que nunca había pensado en retenerla, pero ahora era lo que más deseaba hacer. Quería encontrar la forma de que la muchacha reconsiderara su decisión y volviera con ella.¿Estaría mal si la buscaba de nuevo? En lugar de solo aceptar que el noviazgo se terminó, ¿no debería luchar por conseguir su perdón? Después de todo, estaban en esa situación debido a su error.Luego de sumergirse en cavilaciones, eligió lo que su corazón le indicó. Fue al departamento de logística y preguntó por Arantza, pero le respondieron que acababa de marcar su salida pues ya era su hora de ir a la parada con el fin de esperar al autobús que la llevaría a la universidad.Lenya salió de la empresa y subió a su coche para dirigirse a donde se encontraba la muchacha, qu
—¡Basta! ¡Eres un desagradecido! —acusó Carla—. ¡A pesar de que por tu culpa perdí a mi hija, nunca te ha faltado nada y siempre he velado por ti! Y, aun así, ¡te pones en mi contra, tratándome como si fuera una villana!—No pretendo restarle valor a todo lo que has hecho por mí, pero quitándonos la máscara y aquí entre nos, sabemos perfectamente que si no hubiese suplantado a Lenya, jamás habría recibido nada de esto.—Llegamos a un acuerdo y yo he cumplido con mi parte —replicó Carla.—No llegamos a ningún acuerdo, mamá. Solo tenía ocho años cuando empecé a usar los vestidos de mi hermana —señaló—. Pero, ya no quiero seguir así.—Si renuncias, no pienso mover un solo dedo por ti —advirtió.—No estoy perdiendo nada en realidad. De todos modos, nunca me amaste. De todos modos, nada de esto era para mí. A partir de ahora, no tienes que "preocuparte" ni seguir "cuidándome". Te libero de esa responsabilidad.—¿Qué estás tratando de decir? —la miró con recelo.—Que me voy. Me iré de esta
Landon fue dado de alta al día siguiente y regresó a la casa junto con su madre. Ninguno de los dos volvió a la empresa por unos días. A Landon aún le dolía la cadera y Carla no quiso dejarlo solo pues temía que intentara huir de nuevo.No hablaron mucho durante ese tiempo y no tocaron el tema del que habían platicado en el hospital, pero la mujer se mantuvo observándolo con insistencia. Sabía que Landon tendía a ser depresivo, pero éste siempre procuraba esconderlo. Sin embargo, ahora ni siquiera lo ocultaba. Permanecía melancólico y apático, sin ganas de realizar su rutina habitual.Carla no estaba preparada para superar la muerte de Lenya y dejarla ir, pero era consciente de que ya había llegado demasiado lejos. Pasó doce años viviendo estancada en el pasado y arrastrando a Landon con ella, sin ser capaz de avanzar hacia adelante.Que el chico le insinuara que quería acabar con su vida, era alarmante. Después de haberlo oído, no pudo evitar preguntarse: ¿En verdad estaba dispuesta
Arantza se encontraba sentada en el suelo del gimnasio, con la espalda apoyada contra la pared. El cielo ya se había oscurecido y estaba esperando a que Dimas terminara de entrenar a un nuevo alumno suyo que quería aprender kick boxing. En cuanto éste acabó, se aproximó a su amiga. —¿No deberías estar en la universidad? —le preguntó. —Mi clase se canceló —expuso. —Es raro verte por aquí, hace mucho que no vienes —se sentó a su lado. —He estado muy ocupada, lamento haberme alejado tanto. Por cierto, hay algo que debo comentarte —pasó la mano por su cabeza—. Rompí con Lenya. —¿Qué? —la escrutó con los ojos abiertos de par en par—. ¿Porqué? —¿Recuerdas que te había mencionado que consiguió una beca para que pudiera estudiar en la universidad? Fue una mentira —arguyó—. Ella lo estaba pagando todo y le pidió al director que no me dijera nada. —¿En serio? —levantó ambas cejas—. ¿Y cómo lo descubriste? —Fue gracias a las especulaciones de un amigo mío que conocí en la universidad. In