Capítulo 24

La secretaria de la corporación de Maximiliano Bastidas presionó el botón de respuesta a una llamada entrante desde la oficina de su jefe.

—¿Lenis?

—Dígame, señor.

—Necesito que… —Maximiliano se detuvo en seco y bufó. Puso cara de aburrimiento—. ¿En serio?

Max escuchó una risa suave que le indicaba que ella bromeaba con él.

Lenis había llegado temprano ese viernes al trabajo, al igual que el día anterior. La reunión acostumbrada de los jueves resultó ser un éxito. Se mantenía ocupada desde entonces, se comportaba muy eficiente, cargándose de todo el trabajo posible, adelantándose a los requerimientos de su jefe y todo aquello lo había notado el CEO, no extrañado por la eficiencia de su secretaria, que era una genial característica suya, sino por algo que él sumaba a toda esa buena actitud: alegría. Después de lo ocurrido, la mujer volvía a la carga laboral con todos los hierros, algo que él admiraba, pero le olía muy extraño.

Max tenía

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