—Entiendo perfectamente —respondí—. Es increíble cómo algo tan simple puede tener un impacto tan profundo en nosotros.Asintió sonriendo.—Sí, es como si cada gota de sudor se llevara un poco de las cargas que llevamos dentro. Para mí, es una forma de encontrar equilibrio.—Todos necesitamos algo que nos ayude a mantenernos en pie —intenté cambiar el tema—. Imagino que de vez en cuando entrenas con mi hermana.Por un momento desvió la mirada. Intenté descifrar la expresión de su rostro, pero no pude. Una sonrisa apenas perceptible tocó sus labios.—Vane es una mujer muy ocupada, casi nunca tiene tiempo. Tiene algunas prioridades... Además, a ella no le gustan esas cosas. Tú mejor que nadie debes conocerla.Solté una risita.—Mi hermana y yo somos polos totalmente opuestos.Pensé; Lo único común que tenemos es que nos gusta el mismo hombre. Sonrió y sin dejar de mirarme, agregó:—Lo sé. Lo único en común que tienen es que tienen los mismos padres.Elevé una ceja.—Ya sé por qué lo dic
No podía creer lo que escuchaba. Era demasiado ilógico y estúpido. ¿Por qué el destino, la vida o lo que fuera, me ponía ese tipo de pruebas? Por otro lado, era su esposo. ¿Cómo podía siquiera pensar en una maldita reunión? El silencio se alargó mientras procesaba lo que Vanessa me estaba pidiendo. Me imaginé a Alan, solo en la clínica, esperando a que alguien estuviera allí para él; su esposa. Me dolía el corazón pensar que su esposa ponía su trabajo por encima de su bienestar.—Ale, ¿sigues ahí? —salí del trance al escuchar su voz.—Vanessa, es tu esposo. Tu esposo tuvo un accidente, tú debes estar con él. Hay prioridades en la vida —exclamé con un tono de molestia.—¡Ale, por favor! Yo sé, pero de verdad no puedo posponer la reunión. No te lo pediría si no fuera tan importante. Además, sé que él está bien, no fue tan grave.Aspiré tratando de controlarme. Joder, ni siquiera en un momento así podía poner a su esposo primero. Quería negarme, aunque moría de preocupación, necesitaba v
—Como ya sabes soy licenciada en diseño de interiores —comencé sintiendo un leve rubor en mis mejillas—. Amo dibujar, es algo que me apasiona mucho. Desde que era niña, siempre me ha encantado crear, plasmar lo que me gusta. Alan asintió mostrando un interés genuino.—¿Qué te llevó a elegir esa carrera?—Siempre me ha fascinado como un espacio puede transformarse y contar una historia. Dibujar y diseñar es mi forma de expresar eso, darle vida a las ideas y convertirlas en realidades.—Debe ser muy gratificante ver tus diseños cobrando vida —comentó, con admiración en su voz—. Ahora que lo recuerdo aún me debes algo, nunca me has mostrado tus dibujos. Solté una risita. Si supiera que él hacía parte de mis dibujos.—En algún momento te los enseñaré.—Quizás también algún día podamos colaborar en algo, combinar nuestros talentos —sonrió. Quizás, pero no creo que sea una buena opción; pensé. Yo también quería conocerlo un poco más, aunque se suponía que tenía que poner barreras. Pero s
Abrí la puerta, al entrar a la habitación su expresión se transformó en sorpresa y decepción. —Hola —Saludé con una sonrisa— . ¿Listo para ir a casa?—No puedo creerlo —frunció el ceño con fastidio—, Vanessa y sus compromisos. Una vez más molestándote.Estaba molesto, lo decía su expresión, pero incluso así se veía jodidamente guapo. Me acerqué y una vez más mis pensamientos me traicionaron, se suponía que lo había pensado, pero lo dije en voz alta.—¿Tan mala es mi compañía? No te mortifiques por eso. Ella sólo me pidió un favor, no podía negarme. Trató de sentarse, me acerqué y le ayudé. Me miró a los ojos.—Por supuesto que no me molesta, es un privilegio gozar de tu tiempo, ya que eres una persona ocupada.Rayos, desvié la mirada, él me seguía mirando como si tratara de descifrar algo, o tal vez yo estaba tan nerviosa que imaginaba cosas. Solté una risita.—Hoy tenía la tarde libre.Unos minutos después, un amable enfermero entró en la habitación con una silla de ruedas. Recog
Se sentía tan bonito escucharlo, conocerlo más, esos pequeños detalles, me habló de su madre, de su tía. De su pasión por la cocina. Me pidió que me acercara, se posicionó detrás de mí, sentí un escalofrío recorrer mi espalda. Su cercanía nubló todos mis sentidos, su presencia hacía que mi corazón latiera con fuerza, me iba a romper las costillas. Su mano tomó la mía con suavidad y su contacto me hizo temblar ligeramente. Mientras me guiaba sentí su aliento cálido en mi nuca; me enseñaba cómo cortar los vegetales en trozos uniformes para mezclar los ingredientes con delicadeza y obtener una ensalada deliciosa. Cada movimiento era cuidadosamente calculado, su voz tranquila y firme me indicaba cómo hacerlo correctamente.Menos mal él guiaba mi mano, de lo contrario hubiera cortado todos mis dedos porque en ese momento no estaba pensando con claridad. Estaba demasiado nerviosa y hacía un esfuerzo sobrenatural por no mostrarlo. A ese punto yo no tenía claro si lo que sentía era real o y
—No tienes que agradecerme —respondí con una pequeña sonrisa, aunque por dentro estaba temblando—. Es con mucho gusto.Nos quedamos en silencio por un momento, sus ojos no dejaron los míos. La tensión en el aire era palpable y por un segundo deseé que el tiempo se detuviera. Me senté junto a la cama, alejé lentamente mi mano llevándola a mi bolsillo. El silencio que siguió no fue incómodo es que ni yo sabía cómo interpretarlo. Me pidió que le pasara una camiseta para cambiarse, así lo hice. Cuando se quitó la que tenía puesta, casi se me salen los ojos de las órbitas al ver sus brazos tatuados y sus abdominales perfectos, incluidos algunos tatuajes que no había visto antes. Su piel bronceada resaltaba los detalles de los tatuajes. Los músculos de sus brazos y cada línea marcada de su abdomen se veían firmes y bien definidos. Además, las venas marcadas en sus manos añadían un toque de masculinidad que lo hacían ver tan sexy. Y ni qué decir del cinturón de Adonis, pasé saliva y no con
Él asintió débilmente cerrando los ojos de nuevo. Me quedé a su lado, vigilándolo, asegurándome de que estuviera cómodo y esperando que la fiebre bajara. Mientras lo observaba dormir, sentí tantas cosas que no quería nombrar en voz alta. Toqué su frente para revisar su temperatura. Él, en medio de su delirio, agarró mi mano y la llevó hasta su pecho apretándola con fuerza. En ese momento olvidé respirar. Preferí pensar que tal vez estaba pensando en Vanessa; tenía que tratar de mantener esa barrera de alguna manera.Me quedé inmóvil por unos instantes sintiendo los latidos de su corazón bajo mi mano. Inconscientemente le devolví el apretón, una lágrima se me escapó, al instante la limpié. Me estaba doliendo, yo no era tan fuerte. Sacudí la cabeza tenía que regresar a la realidad, intenté zafar mi mano, pero él seguía sosteniéndola. Al fin logré liberarla suavemente, empecé a ponerle una compresa fría. Intentaba manteneruna distancia emocional, pero no podía ignorar lo que me provoca
Josh arqueó una ceja, una sonrisa burlona se dibujó en sus labios.—Bueno, entonces has venido al lugar correcto —dijo, inclinándose un poco más cerca—. Aquí somos especialistas en malas decisiones.Nos reímos juntos, por un momento esa carga emocional se fue.—Suéltalo —habló mientras ponía una copa frente a mí.Pasé saliva, tomé la copa y le di un sorbo para cortar ese nudo que se formó en mi garganta. El líquido ardiente descendió y con él, una pequeña parte de la tensión que llevaba dentro.—A veces siento que el destino se burla de mí, pone a prueba mis límites —dije.—El destino puede ser un verdadero imbécil —dijo, levantando una copa en un gesto de solidaridad—. Pero también creo que nos da la oportunidad de demostrar de qué estamos hechos.Levanté mi copa en respuesta, tomé otro sorbo. Le conté mis últimas aventuras. Hablar con Josh era como liberar una válvula de escape para mis emociones. —Por más que intentes contener tus sentimientos, tarde o temprano ellos romperán to