Capítulo 83

Alan empezó a platicarme, yo sólo quería ignorarlo, pero era inevitable no mirarlo por el rabillo del ojo; quería ser polera para pegarme a su cuerpo, a veces se me escapaban sonrisas endiabladas por mis propios pensamientos.

—Te invito a desayunar —soltó de repente.

Otra vez mi boca me traicionó.

—¡No!

Arqueó una ceja, me miró un segundo y luego volvió la vista al frente.

—Te encanta decirme no —afirmó.

—No es eso, no quiero retrasarte de tus cosas —dije—. Acepto con una condición.

Me miró con curiosidad y sonrió.

—Te escucho.

—Acepto la invitación, pero luego tomo un taxi para irme a casa, de esa manera no voy a retrasarte tanto.

Volvió a sonreír y asintió. Llegamos a una cafetería.

—¿Te gusta hacer ejercicio? —inquirió.

—¿Por qué lo preguntas? —respondí con otra pregunta.

—Por tu cuerpo.

Casi me atraganto con el corazón, inmediatamente mi mente voló a la noche anterior, sentí calor en las mejillas.

—La verdad no, una vez quise intentarlo, pero desistí —sonreí por el recuerdo.
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