Subimos al coche en silencio, cada una pérdida en sus propios pensamientos. Llegamos a la casa de Vanessa. Me quedé esperando en la sala mientras ella se dirigía a la habitación a empacar. Desde donde estaba, podía escuchar el murmullo de sus voces.—Chiqui, Ale te va acompañar a tu revisión. Tengo que viajar hoy mismo; mañana tengo una reunión y no puedo cancelarla, es demasiado importante.—¿Qué? ¿Y justo ahora me lo dices? —dijo molesto —. No me parece justo que siempre me dejes solo en estos momentos.—No es como si lo hubiera planeado. Es una oportunidad importante para mi carrera. ¿Podrías entenderlo?—¿Y mi recuperación no es importante? —replicó él elevando la voz.Me mordí el labio, incómoda por la discusión.—Claro que es importante, pero no puedo estar en dos lugares al mismo tiempo —respondió Vanessa, tratando de mantener la calma—. Además, Ale está aquí para ayudarte. No puedes ser egoísta, más si se trata de algo que es importante para mí.Alan soltó una risita molesta
Volvió a sonreír con un gesto de satisfacción.—Perfecto. Prometo que no te arrepentirás. Prepararé algo especial: una auténtica paella española, como las que solía hacer cuando vivía en España.Alan se movía con facilidad en la cocina, yo lo observaba desde el comedor fascinada por su habilidad. Los aromas deliciosos de la paella y el pan con tomate recién hecho llenaban el aire. —¿Te puedo ayudar en algo? —le pregunté acercándome.Se supone que tenía que alejarme. Será la última vez; pensé. —No, siéntate y relájate. Quiero que disfrutes esta noche —dijo con una sonrisa mientras removía el arroz en la paellera.Aspiré muy despacio intentando bloquear los pensamientos que no eran correctos. Yo sí quería sentarme ya que él tenía la cara perfecta para que fuera mi silla, alejé los pensamientos puercos. Me senté con una sonrisa en los labios, se sentía jodidamente bien su compañía. De vez en cuando nuestras miradas se encontraban, intentaba no ponerme nerviosa, pero es que ese hombr
☆••••★••••☆••••★••••☆••••★••••☆••••★Dos meses después…Seguí con mi rutina, alejándome lo más que podía de él. Aunque era muy difícil cuando a él de vez en cuanto se le ocurría enviar mensajes saludándome. Respondía estrictamente lo necesario, de hecho ni siquiera quise guardar su número para evitar tentaciones, pero por alguna razón que no comprendía lo memoricé. Ese día estaba sentada en mi escritorio dibujando, la vibración del móvil llamó mi atención, miré la pantalla era Vanessa. Cerré los ojos, no me gustaba nada eso. Abrí un cajón y metí el teléfono ignorándolo, era lo mejor. Siempre que Vanessa me llamaba era para pedirme algo. Seguí dibujando cuando Mamá tocó la puerta y luego entró, tenía el teléfono en la mano, me lo ofreció diciendo que Vanessa me necesitaba. Quería saltar por el balcón. —Hola…—¿Por qué no respondes? —Lo siento. Estoy dibujando y tengo el celular en silencio —mentí. —No importa. Te necesito urgente y antes de que digas no es de vida o muerte —dijo a
Me regaló una hermosa sonrisa y sin alejar sus ojos de los míos llevó la copa a los labios, hizo un pequeño sonido con ellos insinuando que el vino estaba delicioso. Bajé la copa. —Pruébalo, está delicioso —sonrió.Solté una risita malvada, tan natural que mis ojos decían más de lo que podían. —Creo que ya has escuchado muchas veces que el alcohol y yo no somos amigos. Retiré la copa, de repente él la tomó y al hacerlo rozó mis dedos con suavidad, me miró fijamente, sus ojos brillaban con una intensidad que me hizo contener el aliento. —No puedes negarte a brindar con el homenajeado —insistió, su tono amistoso, pero con un destello de picardía—. No te preocupes, yo te cuido, puedes estar segura conmigo.Le lancé una mirada coqueta y vi que por un momento se perdió en mis ojos, como si la intensidad de la mirada y el movimiento de la copa hacia mis labios lo hipnotizara. Era un juego peligroso, pero en ese momento, no podía evitar sentir una conexión especial con él. Tomé la co
Tres meses después…El bullicio de Nueva York en diciembre tenía un encanto especial. Las luces navideñas iluminaban las calles y el aire frío traía una sensación que me encantaba. Incluso los recuerdos de personas importantes que ya no estaban conmigo. A veces escuchaba de mamá cuando hablaba con mi tía que a Luca le estaba llendo de maravilla. Eso me daba mucho gusto. Estaba en la terraza disfrutando del aire frío cuando sonó mi móvil. Apenas vi el nombre en la pantalla, quise aventarlo. Sí, era Vanessa. Me contó que Alan había sido invitado a una cena exclusiva con un cliente muy importante, un magnate del diseño de interiores de Milán que buscaba colaborar en un proyecto innovador. Era una oportunidad única para la carrera de él. La reunión se llevaría a cabo en un exclusivo restaurante de Manhattan.—¿Yo qué tengo que ver ahí? —pregunté con frustración.—Se me presentó algo, todo salió a última hora y no puedo cancelarlo. En la invitación dice claramente que debe ir acompañado p
La conversación fluyó fácilmente. Yo empecé a sentirme más tranquila. De vez en cuando sentía la mirada de Alan, más intensa de lo normal, era incapaz de descifrarla. Cada vez que nuestros ojos se encontraban, parecía como si quisiera decirme algo más, algo profundo y significativo que iba más allá de las palabras. Era una mirada intensa que me erizaba cada célula. Todo transcurrió con normalidad, Giovanni estaba interesado en discutir los detalles del proyecto, pero también se mostró genuinamente interesado en conocer más sobre nosotros. De vez en cuando me lanzaba miradas muy profundas y casi siempre Alan por alguna razón las seguía. Cerraron negocios con unas copas de vino, por la razón que todos conocemos solo le di un sorbo a mi copa, no quería pasar mis límites.Todo fluyó tan bien que cuando nos dimos cuenta, era tardísimo. Ambos hombres habían vaciado la botella de vino. Giovanni se despidió con una sonrisa: —Espero volver a verlos pronto, especialmente a ti, Alexia. Su vo
Luego me levanté resignada, recogí la camisa del suelo, me quité la ropa y me puse la camisa de Alan. La tela suave acarició mi piel envolviéndome en su aroma. Por un momento, cerré los ojos y me imaginé que era él quien me rodeaba con sus brazos. Sentí un escalofrío recorrerme, mi respiración se aceleró y un fuego empezó a subir por la parte baja de mi vientre. Estaba en su casa, usando su camisa y él estaba a solo unos pasos. ¿Qué estaba haciendo? Intenté calmarme, pero los pensamientos seguían corriendo por mi mente. Me acerqué a la cama y me tumbé abrazando una almohada con fuerza tratando de encontrar algo de calma en medio de todo el caos que sentía.Que injusto tener una almohada en medio de mis piernas pudiendo tener otra cosa; malditos pensamientos no me ayudaban mucho. No tenía noción del tiempo que había transcurrido. Probé todas las posturas para dormir, incluso las que no existían, pero nada funcionaba. Sentía que me consumía un fuego interno. Revisé el teléfono: eran
Giré sobre mi propio eje dispuesta a salir de la cocina cuando sentí su mano caliente en mi muñeca halándome hacia él, me rodeó por la cintura con sus brazos y justo en ese momento él se aferró a mis labios dejándome sin aliento, ni palabras, un beso que nos terminó de condenar a ambos. Ya no podía controlarme más, todas las barreras desaparecieron en el momento en que rodeé su cuello tímidamente con mis brazos. Alan reafirmó más el agarre impaciente y reclamó mis labios. Nos besamos apasionadamente, hambrientos. Soltó mis labios, nuestras narices se tocaron, acarició suavemente mi rostro, sus dedos fuertes presionaron mi barbilla, lamió mis labios deslizando su lengua entre ellos. Joder, eso fue Demasiado sexy. Apreté los muslos y sentí un calor que empezaba a acumularse en mi abdomen, estaba ardiendo, anhelaba su toque. Su beso se convirtió en exigente y hambriento, sentí su lengua húmeda y el calor de su piel. Luego se movió hacia abajo mordiendo la suave piel de mi cuello chupa