Abrí la puerta, al entrar a la habitación su expresión se transformó en sorpresa y decepción. —Hola —Saludé con una sonrisa— . ¿Listo para ir a casa?—No puedo creerlo —frunció el ceño con fastidio—, Vanessa y sus compromisos. Una vez más molestándote.Estaba molesto, lo decía su expresión, pero incluso así se veía jodidamente guapo. Me acerqué y una vez más mis pensamientos me traicionaron, se suponía que lo había pensado, pero lo dije en voz alta.—¿Tan mala es mi compañía? No te mortifiques por eso. Ella sólo me pidió un favor, no podía negarme. Trató de sentarse, me acerqué y le ayudé. Me miró a los ojos.—Por supuesto que no me molesta, es un privilegio gozar de tu tiempo, ya que eres una persona ocupada.Rayos, desvié la mirada, él me seguía mirando como si tratara de descifrar algo, o tal vez yo estaba tan nerviosa que imaginaba cosas. Solté una risita.—Hoy tenía la tarde libre.Unos minutos después, un amable enfermero entró en la habitación con una silla de ruedas. Recog
Se sentía tan bonito escucharlo, conocerlo más, esos pequeños detalles, me habló de su madre, de su tía. De su pasión por la cocina. Me pidió que me acercara, se posicionó detrás de mí, sentí un escalofrío recorrer mi espalda. Su cercanía nubló todos mis sentidos, su presencia hacía que mi corazón latiera con fuerza, me iba a romper las costillas. Su mano tomó la mía con suavidad y su contacto me hizo temblar ligeramente. Mientras me guiaba sentí su aliento cálido en mi nuca; me enseñaba cómo cortar los vegetales en trozos uniformes para mezclar los ingredientes con delicadeza y obtener una ensalada deliciosa. Cada movimiento era cuidadosamente calculado, su voz tranquila y firme me indicaba cómo hacerlo correctamente.Menos mal él guiaba mi mano, de lo contrario hubiera cortado todos mis dedos porque en ese momento no estaba pensando con claridad. Estaba demasiado nerviosa y hacía un esfuerzo sobrenatural por no mostrarlo. A ese punto yo no tenía claro si lo que sentía era real o y
—No tienes que agradecerme —respondí con una pequeña sonrisa, aunque por dentro estaba temblando—. Es con mucho gusto.Nos quedamos en silencio por un momento, sus ojos no dejaron los míos. La tensión en el aire era palpable y por un segundo deseé que el tiempo se detuviera. Me senté junto a la cama, alejé lentamente mi mano llevándola a mi bolsillo. El silencio que siguió no fue incómodo es que ni yo sabía cómo interpretarlo. Me pidió que le pasara una camiseta para cambiarse, así lo hice. Cuando se quitó la que tenía puesta, casi se me salen los ojos de las órbitas al ver sus brazos tatuados y sus abdominales perfectos, incluidos algunos tatuajes que no había visto antes. Su piel bronceada resaltaba los detalles de los tatuajes. Los músculos de sus brazos y cada línea marcada de su abdomen se veían firmes y bien definidos. Además, las venas marcadas en sus manos añadían un toque de masculinidad que lo hacían ver tan sexy. Y ni qué decir del cinturón de Adonis, pasé saliva y no con
Él asintió débilmente cerrando los ojos de nuevo. Me quedé a su lado, vigilándolo, asegurándome de que estuviera cómodo y esperando que la fiebre bajara. Mientras lo observaba dormir, sentí tantas cosas que no quería nombrar en voz alta. Toqué su frente para revisar su temperatura. Él, en medio de su delirio, agarró mi mano y la llevó hasta su pecho apretándola con fuerza. En ese momento olvidé respirar. Preferí pensar que tal vez estaba pensando en Vanessa; tenía que tratar de mantener esa barrera de alguna manera.Me quedé inmóvil por unos instantes sintiendo los latidos de su corazón bajo mi mano. Inconscientemente le devolví el apretón, una lágrima se me escapó, al instante la limpié. Me estaba doliendo, yo no era tan fuerte. Sacudí la cabeza tenía que regresar a la realidad, intenté zafar mi mano, pero él seguía sosteniéndola. Al fin logré liberarla suavemente, empecé a ponerle una compresa fría. Intentaba manteneruna distancia emocional, pero no podía ignorar lo que me provoca
Josh arqueó una ceja, una sonrisa burlona se dibujó en sus labios.—Bueno, entonces has venido al lugar correcto —dijo, inclinándose un poco más cerca—. Aquí somos especialistas en malas decisiones.Nos reímos juntos, por un momento esa carga emocional se fue.—Suéltalo —habló mientras ponía una copa frente a mí.Pasé saliva, tomé la copa y le di un sorbo para cortar ese nudo que se formó en mi garganta. El líquido ardiente descendió y con él, una pequeña parte de la tensión que llevaba dentro.—A veces siento que el destino se burla de mí, pone a prueba mis límites —dije.—El destino puede ser un verdadero imbécil —dijo, levantando una copa en un gesto de solidaridad—. Pero también creo que nos da la oportunidad de demostrar de qué estamos hechos.Levanté mi copa en respuesta, tomé otro sorbo. Le conté mis últimas aventuras. Hablar con Josh era como liberar una válvula de escape para mis emociones. —Por más que intentes contener tus sentimientos, tarde o temprano ellos romperán to
Subimos al coche en silencio, cada una pérdida en sus propios pensamientos. Llegamos a la casa de Vanessa. Me quedé esperando en la sala mientras ella se dirigía a la habitación a empacar. Desde donde estaba, podía escuchar el murmullo de sus voces.—Chiqui, Ale te va acompañar a tu revisión. Tengo que viajar hoy mismo; mañana tengo una reunión y no puedo cancelarla, es demasiado importante.—¿Qué? ¿Y justo ahora me lo dices? —dijo molesto —. No me parece justo que siempre me dejes solo en estos momentos.—No es como si lo hubiera planeado. Es una oportunidad importante para mi carrera. ¿Podrías entenderlo?—¿Y mi recuperación no es importante? —replicó él elevando la voz.Me mordí el labio, incómoda por la discusión.—Claro que es importante, pero no puedo estar en dos lugares al mismo tiempo —respondió Vanessa, tratando de mantener la calma—. Además, Ale está aquí para ayudarte. No puedes ser egoísta, más si se trata de algo que es importante para mí.Alan soltó una risita molesta
Volvió a sonreír con un gesto de satisfacción.—Perfecto. Prometo que no te arrepentirás. Prepararé algo especial: una auténtica paella española, como las que solía hacer cuando vivía en España.Alan se movía con facilidad en la cocina, yo lo observaba desde el comedor fascinada por su habilidad. Los aromas deliciosos de la paella y el pan con tomate recién hecho llenaban el aire. —¿Te puedo ayudar en algo? —le pregunté acercándome.Se supone que tenía que alejarme. Será la última vez; pensé. —No, siéntate y relájate. Quiero que disfrutes esta noche —dijo con una sonrisa mientras removía el arroz en la paellera.Aspiré muy despacio intentando bloquear los pensamientos que no eran correctos. Yo sí quería sentarme ya que él tenía la cara perfecta para que fuera mi silla, alejé los pensamientos puercos. Me senté con una sonrisa en los labios, se sentía jodidamente bien su compañía. De vez en cuando nuestras miradas se encontraban, intentaba no ponerme nerviosa, pero es que ese hombr
☆••••★••••☆••••★••••☆••••★••••☆••••★Dos meses después…Seguí con mi rutina, alejándome lo más que podía de él. Aunque era muy difícil cuando a él de vez en cuanto se le ocurría enviar mensajes saludándome. Respondía estrictamente lo necesario, de hecho ni siquiera quise guardar su número para evitar tentaciones, pero por alguna razón que no comprendía lo memoricé. Ese día estaba sentada en mi escritorio dibujando, la vibración del móvil llamó mi atención, miré la pantalla era Vanessa. Cerré los ojos, no me gustaba nada eso. Abrí un cajón y metí el teléfono ignorándolo, era lo mejor. Siempre que Vanessa me llamaba era para pedirme algo. Seguí dibujando cuando Mamá tocó la puerta y luego entró, tenía el teléfono en la mano, me lo ofreció diciendo que Vanessa me necesitaba. Quería saltar por el balcón. —Hola…—¿Por qué no respondes? —Lo siento. Estoy dibujando y tengo el celular en silencio —mentí. —No importa. Te necesito urgente y antes de que digas no es de vida o muerte —dijo a