Capítulo 5.

Apoyé la cabeza en las manos y suspiré pesadamente. Soltó una risita. 

—Definitivamente estás muy mal.  Mejor démonos prisa para poder ir y volver, antes que se haga más tarde. 

Me levanté y pellizqué sus mejillas, le lancé un beso mientras me alejaba para ir al baño y cambiarme. Me puse un jeans blanco con agujeros en las rodillas, un crop top negro y una chaqueta azul de jeans, organicé mi cabello, un poco de lápiz labial y listo.  

Nos quedamos al otro lado de la calle donde yo pudiera observar el salón, pero que desde allá no me notaran. No quería parecer una psicópata, en realidad parecía una acosadora. Nos quedamos observando varios minutos, pero no lograba ver lo que realmente me interesaba. 

—¿Y si volvemos a entrar? —Lara susurró de repente en mi cuello haciéndome sobresaltar.

A cambio recibió un pequeño codazo en el costado, se quejó.

—No, ¿con qué disculpas vamos a entrar? Además apenas me tatué ayer, estoy segura que el dueño me va a reconocer. 

Seguíamos susurrando. 

—Bueno, esa podría ser una excusa —la miré—, el tipo parecía interesado en ti, podrías decir que estabas pasando y querías saludar. 

—No, ¿y si míster sexy está ahí?  Y yo coqueteando con su jefe cuando el que me interesa es él. 

—Suponiendo que si trabaja ahí. 

Me pasé las manos por el cuello.

—Lo más probable es que sí, ¿sino que hacía ayer atendiendo clientes? 

Ella apoyó sus brazos en mi hombro. 

—¿Y si hoy fuera su día libre? 

Me quedé pensando y esa podía ser una posibilidad, no podía tener tan mala suerte. Empezaba a creer que mi viaje hasta ese lugar fue en vano. Miré una vez más, tendría que regresar con las manos vacías, empezamos a caminar mientras nos alejábamos del lugar. A Lara de repente le dieron ganas de ir al baño, empezó a sostenerse el abdomen porque le dolía, según ella había comido algo que le cayó pesado.

Más adelante había un parque, le dije que allá la esperaba, pero antes me compré un helado de vainilla. Caminé tan sumergida en mis pensamientos, estaba un poco triste, pensé que tal vez lo podría ver, pero también me quedé pensando en lo que dijo Lara, ¿y si no trabaja en ese lugar? ¿pero qué hacía ahí? Tal vez si era su día libre. Llevé el helado a mi boca y justo en ese momento alguien literalmente me arrolló, mi rostro golpeó el pecho de ese  alguien esparciendo el helado no solo en mi rostro sino en su pecho, al chocar con tanta fuerza reboté hacia atrás, cerré los ojos para esperar el impacto, pero unas fuertes manos me agarraron por la cintura impidiendo que tocara el piso.

Aspiré frenéticamente dispuesta a sacar el demonio que llevo por dentro, estaba furiosa, a quién rayos se le ocurría correr y no poner cuidado, pero todo eso se disipó cuando escuché.

—Señorita, ¿está bien? 

Esas fuertes manos seguían sosteniéndome, poco a poco levanté la mirada, mi respiración se volvió más profunda y mi corazón empezaba a acelerarse, era él, estaba tan cerca de mí, me estaba sujetando y su respiración acariciaba mi rostro. M****a, bajé la mirada, mi rostro estaba lleno de helado como una niñita, al parecer él se dio cuenta que seguía sosteniéndome y alejó las manos bruscamente.

»¿Se lastimó? Discúlpame porque me he distraído, no la vi, perdón…

Yo seguía mirando al suelo, pero perfectamente podía detallar su cuerpo, tenía un conjunto deportivo y por el sudor la tela se pegó a su piel, haciendo que se viera demasiado sexy.  Mis mejillas se calentaron al instante, parecían brasas, empecé a limpiar los restos de helado que tenía por todo el rostro, incluso en el cabello, así no imaginé nuestro reencuentro. Levanté la mirada haciendo conexión visual con esos ojos marrones. 

—Estoy bien… —susurré —, fue mi culpa, yo fui quien estaba distraída y no me fije. 

Seguí limpiando el helado que tenía, quería salir corriendo o que la tierra se abriera justo en ese momento y me tragara. Bajé la mirada hasta su pecho.

»Lo siento por eso.

Instintivamente él bajó la mirada al lugar donde señalé yo, su pecho; su polera llena de helado. Lo volví a mirar, pero solo por unos segundos, al parecer no me reconoció, cómo iba a hacerlo, si parecía una niña de kinder con la cara embarrada.  Sonrió de medio lado, bajó la mirada hasta mi otra mano donde seguía sosteniendo lo que quedaba del helado. 

—¿Puedo reponer eso? 

Se refería al helado. Intenté actuar con normalidad, pero sentía un hormigueo en la nariz y en la lengua. 

—No-no importa —aclaré mi garganta. 

Gruñí tan bajo para que no pudiera escucharme, quería llorar, me pasé la mano por el pelo olvidando que ahí tenía el maldito helado, eso era una m*****a pesadilla, lo miré por el rabillo del ojo, tenía los labios fruncidos en una pequeña sonrisa, no sabía hasta qué punto eso era bueno. Justo cuando estaba decidida a salir corriendo me tomó del brazo, ese solo roce me puso la piel de gallina, me guió hasta una pequeña banca, me senté. No quería ni mirarlo, no saben cómo deseé en ese momento ser una bruja para desaparecer y borrarle la memoria.

Empezó a mojar su mano con la botella de agua que tenía, hasta ese momento fue que me di cuenta que la tenía, tal vez la llevaba con él, al parecer estaba haciendo ejercicio. Me pasó la palma de la mano por el pelo retirando los rastros del helado, levanté la mirada volviendo a coincidir con la suya. 

—De verdad lo siento —deslizó los mechones de mi pelo a través de sus dedos. 

Me puse roja como una maldito tomate, podía sentir el fuego en las mejillas, bajé la mirada y entonces sentí su pulgar en mi mejilla, me alejé, me levanté, sin siquiera mirarlo a los ojos dije;

—No se preocupe, no fue su culpa. Perdón por lo de su polera. 

 Sin darle tiempo de responder giré sobre mis  talones y me alejé lo más rápido que pude. En ese momento me topé con Lara, la tomé del brazo y la arrastré como si de verdad alguien nos estuviera siguiendo. No pude ver que expresión puso, él no pudo ver bien mi rostro o no sabía, tal vez no me reconoció, pero eso era un maldito desastre. 

Lara hacía preguntas con un gesto de confusión, me miró y abrió los ojos, no entendía nada. Entramos a la primera cafetería que vi directo al baño, me apoyé en el lavabo y solté todo el aire acumulado lleno de frustración. Lara seguía esperando una explicación, me lavé el rostro y le conté. 

Todo el trayecto de regreso a la casa se la pasó riéndose  de mí, mientras yo quería que la tierra me tragara y me escupiera en otro lugar, en otro planeta. 

Continuará…

  

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