Capítulo 8.

—¿Qué es esto? —retiró un mechón de mi cabello.

Se veía un pequeño pedazo del parche, que cubría el tatuaje. Sonreí.

—Si te lo digo no me lo crees.

Se incorporó, me sujetó por la cintura ayudándome a levantar. Giré sobre mis talones y en el proceso rocé su muslo con mi trasero, estábamos peligrosamente cerca, tomé mi cabello y lo llevé hacia un lado, bajé un poco el borde del vestido dejándole ver lo que tenía abajo.

—¡Oh, por Dios! —susurró.

Ladeé la cabeza y lo miré.

—¿Te gusta?

Su dedo rozó el borde del tatuaje, arqueé la espalda al sentir sus dedos fríos en mi piel, y al hacerlo pegué mi trasero más a su muslo, se alejó un poco. Escuché una risita, seguido me volvió a tocar, toda la piel se me puso de gallina.

—Es hermoso, ¿te dan cosquillas?

Seguía acariciando el borde con su dedo. Exhalé.

—Es que tienes los dedos muy fríos.

Giré sobre mis talones, acomodé el borde de mi vestido y mi cabello. Bajé la mirada y algo empezaba a marcarse a través de la gruesa tela de sus pantalo
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