Capítulo 6

Estábamos tumbadas sobre su cama. 

—No puedo creer, perdiste la oportunidad. Debiste dejar que te quitara el helado del rostro —hizo una mueca exagerada —, que romántico. Luego que te invitara a un helado y así entablar una linda conversación.

Gruñí molesta.

—No me parece chistoso. Ni siquiera podía mirarlo a los ojos, parecía una niña de kinder con el rostro sucio. ¿Crees que en ese momento me vio como una chica sexy y guapa? Parecía una niña.

Me cubrí el rostro con una almohada ahogando un grito. Escuché una risita. 

—Hay que ver el lado positivo, al menos pudiste verlo.

Volví a gruñir. Me senté de golpe.

—¿Crees que me haya reconocido? ¿Se acordaría que me ayudó a elegir un tatuaje? 

Ella me miró conteniendo las ganas de reírse, se la pasó burlándose de mí. 

—No lo creo, te hubiera dicho. Además ayer tenías uniforme y hoy estabas vestida informal —apretó los labios—, y con un poquito de helado en el rostro.

La golpeé con la almohada mientras ella se reía a carcajadas. Luego me tumbé otra vez en la cama mirando el techo. Ni siquiera pude saber su nombre. Suspiré, definitivamente mi golondrina tenía algo que me alteraba todos los sentidos, sus pómulos, la barbilla bien definida, sus brazos grandes y fuertes. Ese conjunto deportivo lo hacía ver jodidamente sexy, la tela de la polera pegada a su torso, nunca había sentido tanta envidia por una polera. Mordí mi labio inferior,  necesitaba una ducha de agua fría. 

—¡Oye! —Una almohada aterrizó justo en mi cara.

Giré la cabeza. 

»Te estoy hablando —rodó los ojos—, tierra llamando a Ale. 

—Te escucho.

— ¿Qué tal el examen de matemáticas que tenemos para el lunes? Odio las matemáticas. 

—También las odio. 

Recibí un pequeño golpe en el brazo.

—No sé porqué te quejas si tú eres buena para esa materia —hizo un puchero. 

Solté una risita.

—¿Olvidas que vivo con dos personas obsesionadas por las matemáticas? Si me va bien es porque Vanessa me ayuda mucho. Además tengo que esforzarme, la hija de un licenciado en matemáticas tiene que tener buenas notas, eso es lo que dice papá. 

Hice una mueca. Por eso es que papá y Vanessa se llevaban tan bien. Compartían tanto tiempo juntos porque su hija eligió algo que a él le gustaba, eso era  motivo de orgullo, cosa que no podía decir de mí porque las odiaba, solo que me esforzaba para no manchar el apellido Barlier. Al ver la expresión de mi rostro Lara comentó.

—Bueno ya. Mejor cambiemos de tema. Hoy es viernes y el cuerpo lo sabe —hizo un pequeño baile con sus hombros—, sabe que no saldremos a ningún lado porque no nos dejan y además mañana tengo que viajar a casa de mis abuelos.

La miré, soltamos una carcajada. Me aferré a su cuello e hice un puchero. 

—¡Llévame contigo, por favor! 

Ella pellizcó mi nariz. 

—No se puede, recuerda que debes ayudar a tu mamá a preparar todo para la llegada de tu tía. Y como Vanessa sí trabaja y no es una vaga como tú, te toca a ti ayudarle.

Soltó una carcajada, a cambio recibió un pequeño golpe en el hombro, fruncí el ceño. 

—No ayudes tanto —Gruñí.

Como lo dije antes nosotros éramos una familia acomodada, no teníamos sirvientes ni nada de esas cosas. A mamá nunca le gustó tener una empleada, cuando ella decidió encargarse de la casa lo hizo con todo lo que eso implicaba, a ella le encantaba hacer todo por sí sola. Y yo tenía que pagar por eso, como dijo Lara, Vanessa casi nunca estaba en la casa, así que a mí me tocaba siempre  ayudar, pero cabe aclarar que no sabía cocinar, yo le ayudaba a picar, guardar, revolver los alimentos y esas cosas, incluso con el aseo de la casa, pero para cocinar hasta el agua se me quemaba. 

Mamá al ser la típica señora conservadora y con pensamientos de la era de los dinosaurios siempre me decía; debes aprender a cocinar para cuando te cases, a un hombre también se le conquista por el estómago. Así que pensé; espero que mi golondrina sepa cocinar porque a mí hasta el agua me queda cruda.  

—¿Tu primo Luca es guapo? —inquirió con una sonrisa malvada—, para saber si cancelo mi viaje. 

Solté una carcajada.

—Si sigue como lo recuerdo, es un nerd con lentes de botella, suéter de cuadritos y pecas en el rostro. Además hay que sacarle las palabras con golpes. 

—¡Ay no! No me perderé de nada. Me compadezco por ti. Ve el lado positivo, van a hablar de algo que te gusta mucho—Sonrió—, las matemáticas.

Soltó una carcajada sonora. 

»Le puedes decir, ven yo te enseño una suma que no sabes, tú te metes en medio de mis piernas y yo grito más, más.

Rodé los ojos e hice una mueca de desagrado. Me levanté y recogí mis cosas.

—Mejor me voy —Gruñí —, el ambiente se puso insoportable.

—Ale, no te enojes. No sabes lo que te pierdes, eso es tan rico que hasta los pajaritos lo hacen. 

—Ajá —elevé una ceja—, señora experta, digamos que sí. Mi primo no es el tipo de hombre con el que quiero experimentar eso. Quiero que sea con el indicado, que yo sienta esa conexión.

—¿Indicado? —Arqueó una ceja—, dirás con el mister sexy que conociste en el salón de tatuajes. 

Sonreí malvadamente y en el proceso mordí mi labio inferior.

—¿Quién dice que no se puede cumplir? El hecho  de que él  no sepa que todo esto —señalé mi cuerpo —, le pertenece, no es un motivo para perder la esperanza. Yo soy suya, solo que aún no le digo.

Soltamos una carcajada. Le di un beso en la mejilla y un abrazo corto.

 —Que tengas un lindo fin de semana en casa de tus abuelos —sonreí —, que aprendas a tejer un buen suéter para tu amiga. 

Me dio un pequeño golpe en el hombro.

—No te burles —se cruzó de brazos—. Luego me cuentas cuantas figuras geométricas te enseñó tu primo. 

Soltó una risita, rodé los ojos y salí de su casa. Me perdí en mis pensamientos recordando el desafortunado suceso, bueno aunque no fue tan malo, al fin después de todo pude verlo otra vez. Empecé a preguntarme; ¿A qué sabrán esos labios? ¿Cómo se sentirá una caricia suya? ¿Será que puse los ojos muy alto? Al menos podría tener una aventura con él, sería muy interesante estudiar la anatomía de su cuerpo y descubrir que tatuajes ocultos se escondían bajo su ropa. Ni siquiera sabía su nombre, ni su edad, si era casado, tenía novia, tal vez hijos. Tenía demasiadas preguntas sin respuesta. 

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