Capítulo 23
La única manera que tenía de hablar con Lara era en el colegio, no se imaginan la ansiedad que sentía de que terminara la noche para que llegara la mañana y saber cómo le había ido, quería saber si había logrado tener su número. Cuando llegué al colegio todas esas mariposas que revoloteaban en mi estómago se dispersaron, Lara me dijo que no pudo hablar con él porque no fue al gimnasio. Tal vez se le había presentado algo y por eso no había ido a entrenar, ella me dijo que no me pusiera triste, que al día siguiente haría lo mismo. La abracé con un gesto de puchero, esas son las amigas que valen oro.

—Todo para apoyar a la acosadora de mi amiga —soltó una carcajada—, el dúo psicópata y acosadoras de hombres.

A cambio le di un pequeño golpe juguetón en el hombro. Al día siguiente llegó con las mismas noticias; no fue. Así pasó una semana, dos semanas, tres semanas hasta que se cumplió el mes. Lo primero que hice fue ir al gimnasio, quería verlo otra vez, pero cuando llegué no lo enco
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