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Capítulo 3: "Tres preguntas, ninguna respuesta".

Termino de juntar todas mis pertenencias y al ponerme de pie visualizo que Samira está hablando con el profesor a unos metros. Como veo que va a tardar, aprovecho para salir del aula y abandonar el edificio a las corridas. Ya estando en el campus, solo me basta con caminar un par de metros para reconocer el auto en el que vine por la mañana. Me acerco y tomo asiento de forma desprevenida. Noto que él se altera.

- Perdón...tendría que haber abierto la puerta yo.

Emily: No te preocupes, no pasa nada. Te tengo que pedir un favor (digo hablando rápidamente).

- Claro.

Emily: Date la vuelta.

Se voltea y me mira a los ojos, desentendido.

Emily: Ahora va a venir una amiga mía para que vayamos a la playa y necesito que finjas que sos solo un chofer.

- ¿Qué?

Emily: Apenas nos alcances allá te vas.

- No voy a hacer eso (dice con total seriedad).

Emily: Si.

- No.

Emily: Lo hacés.

- Dije que no.

Contesta con total tranquilidad, logrando frustrarme al doble.

Emily: Mirá...lo hacés o le digo a papá que, en vez de esperarme, desapareciste cinco horas mientras yo estaba ahí adentro (manipulo, señalando el edificio de la facultad).

- Pero vos me dijiste que hiciera eso.

Emily: Pero él no lo sabe. ¿Y a quién te pensás que le va a creer?

Suspira rendido y me doy cuenta de la pequeña decepción que se lleva de mí. Vuelve a girar en su asiento y no dice más nada hasta que Samira aparece, sentándose a mi lado.

Samira: ¿Por qué no me esperaste forra? Te estaba...

De repente ve al chico nuevo y me sonríe pícara. Le lanzo una mirada asesina, evitando que diga algo ridículo y solo suelta una pequeña risa, acomodándose en su lugar.

Emily: Perdón... ¿qué esperás para arrancar?

Cuestiono en tono de reproche, tratando de relacionarme como siempre hice con los de su tipo, con la esperanza de poder ahorrarme las absurdas ideas que la cabeza de Samira podría imaginar. El obedece algo disgustado, aunque prefiero no quejarme, ni comenzar una discusión. Llegamos en menos de quince minutos y sale del auto, abriéndome la puerta. Mi amiga ya se encuentra a una notable distancia del vehículo y camina hacia la arena. Estoy a punto de bajar cuando...

- ¿Qué le avergüenza?

Emily: ¿Qué?

- ¿Qué le avergüenza? ¿Tener un guardaespaldas o que ese insoportable sea yo?

Lo miro confundida, quedando muda ante su pregunta, mientras él solo mira en otra dirección, apenado, apoyando uno de sus hombros sobre la puerta abierta. Se me hace extraño que me trate de "usted", si bien ya estoy acostumbrada a eso de parte de todos los hombres que trabajan en casa, ninguno de ellos es tan joven, de una edad tan similar a la mía.

Emily: No me avergonzás.

Baja su mirada y esta choca con la mía, sonríe tímidamente con ternura en su rostro, pero sin hacer notar sus dientes, haciéndome reaccionar. "¿Por qué dije eso?", me pregunto a mí misma sin despegar mis ojos de los suyos. ¿Por qué su sonrisa me es tan adictiva? ¿Por qué me cuesta tratarlo como a cualquier otro empleado? ¿Por qué lo observé tan hipnotizada esta mañana? Aunque me parezca absurdo, sé que no tengo respuesta alguna para esas preguntas, ni mucho menos para las últimas tres.

Abandono el auto y el cierra la puerta detrás de mí. Me alejo varios metros del auto y vuelvo a escuchar su voz.

- ¿A qué hora vengo? (Pregunta desde lejos).

Emily (me volteo): EN UNA HORA (Grito para recibir otra mueca de su parte y entrar a la cálida playa).

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