Obedezco, aunque con algo de enojo por su clara libertad a la hora de relacionarse conmigo. Apenas escucho el chasquido que produce mi cinturón al abrocharse, el sonido del motor del auto hace notar su presencia y el acelera, con su mirada fija en el camino. Veo como rodea la fuente circular de mármol que se encuentra enfrente de la casa y frena al aproximarse al enrejado. Otro de los guardias se acerca, abre ese portón negro y el vuelve a acelerar, saliendo a la calle. Escucho el crujido de las vallas de metal detrás de mí y el choque entre ellas, cerrando la única entrada a la casa. Observo al chico desconocido varios segundos a través del espejo retrovisor y bajo la mirada al sentir la vibración de mi celular sobre mis piernas.
- Llegamos (dice de repente, sobresaltándome).
Miro a mi alrededor y no tardo en reconocer el campus de la facultad. Me asombra el hecho de haber estado tan distraída con mi teléfono y ni haber notado el recorrido de ese viaje que siempre suele durar más de diez minutos. El apaga el motor y sale del auto, abriendo mi puerta segundos después. Tomo mi mochila vintage, desciendo del vehículo y entonces la vuelve a cerrar.
Emily: Salgo a las dos (digo mientras guardo mi celular).
- Igual tengo que esperar acá.
Emily: ¿Vas a esperar más de cinco horas?
Asiente.
Emily: ¿Para qué?
- Me exigen eso.
Emily (bufo): Por mi te podés ir. No me sirve de nada que estés acá.
- No puedo.
Emily: ¿Por? (Pregunto levantando las cejas).
- Me despedirían.
Emily: Si se enteraran, pero no lo van a hacer. Confiá en mí.
- ¿En serio?
Emily: Si obvio. Andá.
Vuelve a sonreír y mis ojos no tardan en clavarse en él. No sé porque lo hago, si siempre "maltraté" a los empleados de la casa, excluyendo a Luisa.
- Gracias (dice algo tímido).
Emily: De nada (contesto yéndome).
Habiendo caminado ya varios pasos, me volteo y lo observo mientras se quita el saco para dejarlo en el asiento trasero, quedando solo en camisa blanca. Se desabrocha los botones de los puños y se remanga casi hasta los codos, aflojando también el nudo de su corbata bordó. Se despeina un poco el pelo, dejando caer un ligero flequillo sobre su frente y sube al auto. Vuelvo a voltear cuando enciende el motor, para así evitar que me vea al pasar. Segundos después el auto ya no aparece a mi vista.
Camino hacia las extensas escaleras que llevan hacia el interior de la facultad de medicina de una de las universidades más caras del país. Estoy por llegar a la puerta cuando alguien me jala del brazo.
Emily: Ay, tarada...
Samira: ...que sos.
Emily: ¿Hola no?
Se ríe y me saluda.
Samira: ¿Pero en serio no me viste? ¿Qué estás ciega boluda?
Emily: Dormida estoy.
Samira: Mmm...para mirar al chico ese no estabas tan dormida.
Emily: ¿Qué? (Pregunto frunciendo el ceño).
Samira (ríe): Nada, vamos.
En un rato libre que tengo a mitad del día, no me es difícil notar como alguien me mira fijamente desde el otro extremo de la cafetería y tampoco cuesta reconocerlo. El peinado que lleva y la forma de vestir son algo muy típico de él e inconfundibles aún a varios metros. Es Agustín, el chico nerd y tímido con el que siempre suelo cruzarme en el laboratorio. Cuando capta que ya percibí su mirada, se voltea y baja la cabeza, fingiendo que come. Aunque siempre lo negué, creo que comienzo a aceptar la teoría de Samira de que le gusto.
- Acá estoy (dice sentándose delante mío).
Emily: Ya era hora lenteja.
Samira: La fila es más larga que los bigotes del profesor de anatomía, ¿qué querés que haga?
Me río ante su comentario y abro mi botella de agua mineral.
Samira: Otra vez te mira (comenta haciendo un gesto con los ojos hacia Agustín).
Emily: Si, ya sé.
Samira: ¿A la salida vamos a la playa?
Recuerdo mi odiosa realidad a partir de hoy. Ya no solo tengo a uno de los choferes de papá detrás mío, sino un guardaespaldas cuyo trabajo consiste en nada más y nada menos que seguirme a donde quiera que yo vaya. Ir a la playa ya no es otro escape de casa, sino que implica ir con él y que se quede ahí, esperándonos y dejando en evidencia que no es solo un amargo chofer, sino algo mucho peor. No quiero que Samira se entere de eso. No quiero que nadie se entere, sería una burla.
Samira: Tomo ese silencio como un sí (dice de la nada, sorprendiéndome).
Emily: ¿Qué? No, es que yo...
Samira: Vos nada. Vamos sí o sí.
Agrega para luego darle otra mordida a su sándwich, mientras mi cabeza se tortura, tratando de encontrar alguna forma de ocultar que tengo un guardaespaldas y que casualmente es el chico al que tanto miraba, cuyo nombre ni sé.
Termino de juntar todas mis pertenencias y al ponerme de pie visualizo que Samira está hablando con el profesor a unos metros. Como veo que va a tardar, aprovecho para salir del aula y abandonar el edificio a las corridas. Ya estando en el campus, solo me basta con caminar un par de metros para reconocer el auto en el que vine por la mañana. Me acerco y tomo asiento de forma desprevenida. Noto que él se altera.- Perdón...tendría que haber abierto la puerta yo.Emily: No te preocupes, no pasa nada. Te tengo que pedir un favor (digo hablando rápidamente).- Claro.Emily: Date la vuelta.Se voltea y me mira a los ojos, desentendido.Emily: Ahora va a venir una amiga mía para que vayamos a la playa y necesito que finjas que sos solo un chofer.- &i
Me encuentro caminando descalza sobre la arena húmeda, acompañada por el viento del lugar que me golpea en el rostro, despeinándome y obligándome a entrecerrar los ojos. Mis sandalias cuelgan de los dedos de mi mano izquierda, mientras que la derecha sostiene la mochila que cae sobre mi hombro.Las frías olas del mar tocan mis pies, los atraviesan, retroceden hacia el montón de agua acumulada de ese océano y vuelven segundos después, haciéndome perder la noción del tiempo. Ni sé cuánto llevo aquí cuando mi celular suena. Lo saco, miro su pantalla y me basta con leer esas cuatro letras para volver a guardarlo en su lugar.Sigo caminando como si nada hubiese pasado y otra vez ese odioso sonido se hace escuchar, solo que esta vez simplemente ignoro el hecho de que eso pase.Samira: Atendé.
En el camino solo se presencia un largo silencio, salvo por algún que otro comentario de poca importancia que hace Samira. El mantiene sus ojos fijos en el camino, mientras los míos no se despegan de su rostro. No sé porque lo hago, pero simplemente me es inevitable y eso me inquieta aún más. Por esa razón, no espero que el me abra la puerta cuando se dibuja la silueta de mi casa por el vidrio de la ventana. Una vez que el auto frena, yo misma abro la puerta y salgo de él, caminando hacia la puerta a pasos acelerados. Samira entra segundos después, sola.Samira: ¿Qué pasó?Emily: Nada, solo estoy un poco mareada. ¿Te quedás a dormir hoy?Asiente, dando a entender que aceptó mi invitación.Ya son casi las once de la noche, cuando mi padre se dirige a mi durante la
Al comienzo solo me llevo una sorpresa por su desprevenida acción y ni siquiera muevo los labios, pero tampoco hago algo para impedir que siga besándome. Al abrir los ojos es cuando mi mente recobra su rumbo habitual y la conciencia vuelve a acompañarme. Llevo ambas manos a su pecho y doy un torpe empujón, logrando alejarlo de mí. El me mira con la respiración algo agitada, derrochando fuego por los ojos, los cuales no tardan en bajar hasta mi boca y centrarse allí por largos segundos, incomodándome más de lo que ya estoy. Hago lo mismo que él y no tardo en perderme en sus labios y como estos de a poco se aproximan hasta volver a unirse con los míos. Aunque esta vez es diferente a la anterior, ya que ahora soy yo la que controlo la situación, alborotando su cabello con ambas manos para luego transportarlos a su pecho y desprender los botones de su camisa blanca. Mis propias actitude
- Abajo esta Caro, quería verte.Comenta refiriéndose a nuestra prima.Emily: ¿Qué hacés en mi cuarto infumable?- Ah pero que buena onda che. Te vengo a despertar y en vez de agradecerme me bardeas.Emily: Es obvio que no viniste por eso, sino que me necesitás para algo. Si apenas te importa que tu hermana esté viva.Él no dice ni hace nada además de desviar su mirada. Suelto una pequeña risa, esperando escuchar algo de su parte, pero veo que eso no pasará pronto.Emily: Bueno decime.Se despeina un poco el pelo.Emily: ¿PODÉS HABLAR DE UNA...Marco (me interrumpe): Bueno me gusta una chica.Emily: ¿Qué?
Camino, resignada, sabiendo que, si antes no soportaba la personalidad de mi padre, ahora tampoco cuento con la comprensión de mi madre. Solo queda mi hermano y bueno, con tan solo pensar en eso quiero vomitar. Prefiero hablar con el perro que, con él, al menos Rocco solo escucha y como mucho ladra, Marco es capaz de hablar y comentar tonterías que me enfurecerían aún más.Veo a Rafael, sentado sobre la parte frontera del auto, intercambiando unas palabras con el portero. Apenas siente el ruido de nuestros pasos, gira el rostro y al verme, baja de un salto, como si lo que estuviera haciendo fuese un delito penal. Bufo y le doy un giro a la casa para ir a buscar a Samira, quien vuelve conmigo tan solo un minuto después.Ya estando en el auto, cuyo asiento delantero ocupa mi hermano, para luego comunicarle a donde debe llevarnos, Rafael acelera, no sin antes mirarme por
Emily: Creo que siempre tuve razón en que eras adoptado (digo subiendo el último escalón) ...como que tus estupideces nunca encajaron en esta familia.- Bueno ubicate (responde siguiéndome por el pasillo).Emily (me volteo): ¿Qué me ubique? Ubicate vos estúpido. ¿Cómo vas a decir que tengo un guardaespaldas adelante de ella?Marco: ¿Tenía que adivinar que eso estaba mal?Suspiro y vuelvo a dirigirme a mi cuarto.Marco: ¿Sabés que pasa? Ni en tu mejor amiga podés confiar.Emily: ¿A dónde querés llegar con eso?Él se detiene adelante de su cuarto y lo miro.Marco: Que tu vida es una farsa, Emily (agrega para cerrarme la puerta en la cara).
Tomo ese pedazo de papel en mis manos y comienzo a leerlo, reconociendo la inconfundible letra de mi madre en solo segundos.Si estás leyendo es porque ya nos fuimos. Te llamé al mediodía más de cuatro veces y no atendiste. Si formaras más parte de esta familia y no te escaparas de las cenas, seguramente sabrías algo de cómo van los negocios, algo en lo que tu hermano es un ejemplo a seguir...Bufo, indignada por la típica satisfacción de mi madre hacia Marco. Sigo leyendo:Hace casi un mes que tu papá planificaba acuerdos con un socio inversionista de España y las cosas iban muy bien. Hoy a la mañana le llegó la noticia de que ese hombre estaba en Argentina por unos días y que lo primero que quería era conocer a la familia de la persona con quien invertiría tanto. Está en B