- ¡No quiero! (Exclamo en tono de capricho).
- No se trata de lo que vos querés, se trata de lo que necesitás.
Emily: ¿No te parece que soy demasiado grande ya para que decidas por mí?
- No (contesta con total tranquilidad, sin siquiera mirarme).
Esos son los típicos momentos en los que menos tolero a mi padre, cuando trata de controlarme, ignorando que ya no soy esa nenita que antes tanto mimaba. Ya crecí, tengo dieciocho años y hace varios meses que soy universitaria. El grave problema es que él no lo entiende, ni lo acepta o.…quizás sí, pero a su modo.
Desde que era chica, tratar de ejercer cualquier clase de dominio sobre mi o hacer algo que fuera contra mi voluntad era el primer paso para ganarse mi desprecio y más aún a esta edad. Odio y siempre odié que me digan que hacer. Seré egoísta como dice mamá a veces, pero prefiero aceptar eso y ser independiente en mi vida, no que mis acciones dependan siempre de otras personas.
Emily: ¿Mi opinión en esta casa nunca cuenta no? (Me mira). ¿Ni siquiera cuando eso cambia algo en mi propia vida?
Suspira y, por primera vez desvía sus ojos de esa pantalla. Se quita los anteojos y los deja colgando del cuello de su camisa azul.
Tomás: Sos cabeza dura eh.
Dice y lo primero que se me pasa por la cabeza es que cambió de opinión. Cierra su notebook y se pone de pie, dejando vacío ese sillón inglés de color negro que siempre suele ocupar cuando está en casa. Visualizo a mamá bajar por las escaleras. Se acerca a nosotros cuando el está por retirarse.
Cathy: ¿A dónde vas? (Pregunta con ese tono alegre que tanto la caracteriza).
Tomás: A trabajar a otro lado, los ataques de tu hija no me dejan concentrarme (dice yéndose).
Luego de dar un par de pasos se voltea.
Tomás: Acordate que el chico nuevo te lleva a la facultad mañana.
Mamá suspira, mientras lo ve desaparecer por ese enorme pasillo que termina en la cocina por un lado y en su oficina por otro. Me dejo caer en el amplio diván, colocado en el centro del salón, delante del hogar a leña, el cual está oscuro, ya que estamos en verano. Ella toma asiento en el sillón de mi padre.
Cathy: ¿Otra vez pelearon?
Emily: Sabés perfectamente quien empieza las peleas mamá.
Cathy: Y.…tu papá dice lo mismo de vos.
Emily: Mi papá dice cosas que ni él entiende.
Cathy: No digas eso. El problema no es el, sos vos (la miro). Miralo a tu hermano sino, se llevan de diez.
Emily (suelto una pequeña risa): Porque a Marco le gusta que lo controlen como a un maniquí y a mi no. En eso somos diferentes...por suerte.
Dicho eso me pongo de pie y abandono el salón, subiendo a mi cuarto. Cierro la puerta detrás de mí, enciendo el Home Theatre y subo el volumen de la música a más no poder. Minutos más tarde, alguien toca la puerta. Lo ignoro. Vuelve a tocar. Bufo y la abro, maldiciendo por dentro.
Emily: ¿Qué querés? (Cuestiono con enojo al verlo).
- Que bajes el volumen, necesito estudiar y me explotás el cerebro con eso.
Emily: Uy que pena hermanito (sonrío malévolamente). Chau.
Trato de cerrar la puerta, pero apoya su mano del otro lado de ella y me lo impide.
Marco: Hablo en serio tarada.
Emily (suspiro): Está bien, ahora lo bajo. Andate.
Entra, ignorándome y se sienta en la silla de mi escritorio.
Marco: Te volviste a pelear con el, ¿no?
Emily: ¿Por? ¿Lo querés consolar nenito de papá?
Marco: ¿Nunca vas a entender que todo lo que hace lo hace por vos? Es por tu bien, dejá de atacarlo por cualquier cosa.
Emily: Claro, contrata a un guardaespaldas para que me siga hasta a la facultad y me deje como una idiota adelante de mis amigos y es por mi bien, claro.
Marco: Es increíble que lo único que te importa es lo que piensen de vos.
Emily: Andate de mi cuarto y no jodas, ¿sí?
Marco (suspira): Ni chance de que vos madures.
Emily: ¡CHAU! (Grito, tirándole una de las pequeñas almohadas que se encuentran desparramadas sobre mi cama).
Finalmente se va y vuelvo a cerrar la puerta con llave. Media hora después, escucho la voz de Luisa, la única persona de la casa que me entiende o, al menos me escucha. Abro la puerta y avisa que está llamándonos a todos a cenar. Le pido que no cuente que me vió, porque no tengo hambre, aunque, honestamente sé que la verdadera razón es que no quiero ni ver la cara de mi padre. Ella promete no decir nada...de todos modos, podría haber estado dormida y ni haber oído su voz.
Le doy una breve leída a mis últimos apuntes de la facultad y, luego de una rápida ducha, me acuesto, lo que es muy raro en mí, debido a que nunca suelo dormir tan temprano.
Abro los ojos y descubro que es de día cuando suena la primera estrofa de "Summer" en mi oído. Esa canción que antes amaba y que luego odié, cuando se convirtió en mi tono de alarma de todas las mañanas. Bufo y me levanto de la forma más lenta y negligente posible. Debido a lo cálido que está el día, bajo usando un short rojo y una musculosa blanca estampada. En la cocina me encuentro con mi mamá, que desayuna mientras intercambia unas palabras con Luisa. Me uno a ellas y, luego de haber comido, salgo de casa. Apenas cierro la puerta, visualizo el Mercedes S600 negro, en el que siempre suelen llevarme a la facultad. Camino hacia el auto con la cabeza agachada, concentrada en mi celular. Cuando me acerco, escucho como alguien abre la puerta y ocupo el lado derecho del asiento trasero, sin siquiera levantar la vista. Segundos después, aun sigo en mi lugar con el teléfono en mis manos cuando una extraña voz me hace reaccionar.
- ¿Se abrocha el cinturón por favor?
Emily: ¿Qué? (Pregunto, ignorando su presencia).
- Que se abroche el cinturón. Sino no puedo arrancar.
De todos los hombres que alguna vez trabajaron o trabajan para mi padre, nunca nadie me dirigió palabra alguna si no fui yo la que preguntó algo. Me sorprende la actitud de este nuevo guardaespaldas. Levanto la vista con enojo, planeando "callarlo", hacer que encienda el motor sin decir más idioteces y entonces lo veo por primera vez, mirándome con una pequeña sonrisa formada en sus labios, gesto que nunca noté de otros como él.
Obedezco, aunque con algo de enojo por su clara libertad a la hora de relacionarse conmigo. Apenas escucho el chasquido que produce mi cinturón al abrocharse, el sonido del motor del auto hace notar su presencia y el acelera, con su mirada fija en el camino. Veo como rodea la fuente circular de mármol que se encuentra enfrente de la casa y frena al aproximarse al enrejado. Otro de los guardias se acerca, abre ese portón negro y el vuelve a acelerar, saliendo a la calle. Escucho el crujido de las vallas de metal detrás de mí y el choque entre ellas, cerrando la única entrada a la casa. Observo al chico desconocido varios segundos a través del espejo retrovisor y bajo la mirada al sentir la vibración de mi celular sobre mis piernas.- Llegamos (dice de repente, sobresaltándome).Miro a mi alrededor y no tardo en reconocer el campus de la facultad. Me asomb
Termino de juntar todas mis pertenencias y al ponerme de pie visualizo que Samira está hablando con el profesor a unos metros. Como veo que va a tardar, aprovecho para salir del aula y abandonar el edificio a las corridas. Ya estando en el campus, solo me basta con caminar un par de metros para reconocer el auto en el que vine por la mañana. Me acerco y tomo asiento de forma desprevenida. Noto que él se altera.- Perdón...tendría que haber abierto la puerta yo.Emily: No te preocupes, no pasa nada. Te tengo que pedir un favor (digo hablando rápidamente).- Claro.Emily: Date la vuelta.Se voltea y me mira a los ojos, desentendido.Emily: Ahora va a venir una amiga mía para que vayamos a la playa y necesito que finjas que sos solo un chofer.- &i
Me encuentro caminando descalza sobre la arena húmeda, acompañada por el viento del lugar que me golpea en el rostro, despeinándome y obligándome a entrecerrar los ojos. Mis sandalias cuelgan de los dedos de mi mano izquierda, mientras que la derecha sostiene la mochila que cae sobre mi hombro.Las frías olas del mar tocan mis pies, los atraviesan, retroceden hacia el montón de agua acumulada de ese océano y vuelven segundos después, haciéndome perder la noción del tiempo. Ni sé cuánto llevo aquí cuando mi celular suena. Lo saco, miro su pantalla y me basta con leer esas cuatro letras para volver a guardarlo en su lugar.Sigo caminando como si nada hubiese pasado y otra vez ese odioso sonido se hace escuchar, solo que esta vez simplemente ignoro el hecho de que eso pase.Samira: Atendé.
En el camino solo se presencia un largo silencio, salvo por algún que otro comentario de poca importancia que hace Samira. El mantiene sus ojos fijos en el camino, mientras los míos no se despegan de su rostro. No sé porque lo hago, pero simplemente me es inevitable y eso me inquieta aún más. Por esa razón, no espero que el me abra la puerta cuando se dibuja la silueta de mi casa por el vidrio de la ventana. Una vez que el auto frena, yo misma abro la puerta y salgo de él, caminando hacia la puerta a pasos acelerados. Samira entra segundos después, sola.Samira: ¿Qué pasó?Emily: Nada, solo estoy un poco mareada. ¿Te quedás a dormir hoy?Asiente, dando a entender que aceptó mi invitación.Ya son casi las once de la noche, cuando mi padre se dirige a mi durante la
Al comienzo solo me llevo una sorpresa por su desprevenida acción y ni siquiera muevo los labios, pero tampoco hago algo para impedir que siga besándome. Al abrir los ojos es cuando mi mente recobra su rumbo habitual y la conciencia vuelve a acompañarme. Llevo ambas manos a su pecho y doy un torpe empujón, logrando alejarlo de mí. El me mira con la respiración algo agitada, derrochando fuego por los ojos, los cuales no tardan en bajar hasta mi boca y centrarse allí por largos segundos, incomodándome más de lo que ya estoy. Hago lo mismo que él y no tardo en perderme en sus labios y como estos de a poco se aproximan hasta volver a unirse con los míos. Aunque esta vez es diferente a la anterior, ya que ahora soy yo la que controlo la situación, alborotando su cabello con ambas manos para luego transportarlos a su pecho y desprender los botones de su camisa blanca. Mis propias actitude
- Abajo esta Caro, quería verte.Comenta refiriéndose a nuestra prima.Emily: ¿Qué hacés en mi cuarto infumable?- Ah pero que buena onda che. Te vengo a despertar y en vez de agradecerme me bardeas.Emily: Es obvio que no viniste por eso, sino que me necesitás para algo. Si apenas te importa que tu hermana esté viva.Él no dice ni hace nada además de desviar su mirada. Suelto una pequeña risa, esperando escuchar algo de su parte, pero veo que eso no pasará pronto.Emily: Bueno decime.Se despeina un poco el pelo.Emily: ¿PODÉS HABLAR DE UNA...Marco (me interrumpe): Bueno me gusta una chica.Emily: ¿Qué?
Camino, resignada, sabiendo que, si antes no soportaba la personalidad de mi padre, ahora tampoco cuento con la comprensión de mi madre. Solo queda mi hermano y bueno, con tan solo pensar en eso quiero vomitar. Prefiero hablar con el perro que, con él, al menos Rocco solo escucha y como mucho ladra, Marco es capaz de hablar y comentar tonterías que me enfurecerían aún más.Veo a Rafael, sentado sobre la parte frontera del auto, intercambiando unas palabras con el portero. Apenas siente el ruido de nuestros pasos, gira el rostro y al verme, baja de un salto, como si lo que estuviera haciendo fuese un delito penal. Bufo y le doy un giro a la casa para ir a buscar a Samira, quien vuelve conmigo tan solo un minuto después.Ya estando en el auto, cuyo asiento delantero ocupa mi hermano, para luego comunicarle a donde debe llevarnos, Rafael acelera, no sin antes mirarme por
Emily: Creo que siempre tuve razón en que eras adoptado (digo subiendo el último escalón) ...como que tus estupideces nunca encajaron en esta familia.- Bueno ubicate (responde siguiéndome por el pasillo).Emily (me volteo): ¿Qué me ubique? Ubicate vos estúpido. ¿Cómo vas a decir que tengo un guardaespaldas adelante de ella?Marco: ¿Tenía que adivinar que eso estaba mal?Suspiro y vuelvo a dirigirme a mi cuarto.Marco: ¿Sabés que pasa? Ni en tu mejor amiga podés confiar.Emily: ¿A dónde querés llegar con eso?Él se detiene adelante de su cuarto y lo miro.Marco: Que tu vida es una farsa, Emily (agrega para cerrarme la puerta en la cara).