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Capítulo 6: "¿Deseo o pesadilla?".

Al comienzo solo me llevo una sorpresa por su desprevenida acción y ni siquiera muevo los labios, pero tampoco hago algo para impedir que siga besándome. Al abrir los ojos es cuando mi mente recobra su rumbo habitual y la conciencia vuelve a acompañarme. Llevo ambas manos a su pecho y doy un torpe empujón, logrando alejarlo de mí. El me mira con la respiración algo agitada, derrochando fuego por los ojos, los cuales no tardan en bajar hasta mi boca y centrarse allí por largos segundos, incomodándome más de lo que ya estoy. Hago lo mismo que él y no tardo en perderme en sus labios y como estos de a poco se aproximan hasta volver a unirse con los míos. Aunque esta vez es diferente a la anterior, ya que ahora soy yo la que controlo la situación, alborotando su cabello con ambas manos para luego transportarlos a su pecho y desprender los botones de su camisa blanca. Mis propias actitudes me llevan al asombro. ¿Qué se supone que estoy haciendo? Y lo peor de todo... ¿Dónde lo estoy haciendo? ¿En el jardín de la casa de mis padres? El hecho de pensarlo ya suena perturbador, pero no me importa. Ya nada me importa.

Él se separa de mí y apoya su frente sobre la mía, mientras mis dedos aún siguen desuniendo los últimos discos blancos que quedan para dejar al descubierto todo su pecho.

- Emily (dice algo alterado, obligándome a sentir el choque de su respiración sobre mi rostro).

Emily: ¿Qué? (Contesto, levantando la mirada hasta cruzarla con la suya).

- ¡Despertá!

Pronuncia con una voz enigmática y al comienzo pienso que repite lo que dijo, pero luego reconozco como la misma palabra se hace eco, se desgasta poco a poco, hasta desaparecer, al igual que su cuerpo. Abro los ojos y salto de la cama de un grito. La habitación se ilumina de repente y me veo obligada a cubrir mi rostro, creyendo haber quedado ciega.

- ¿Qué pasó?

Vuelvo a abrir los ojos y veo a Samira medio dormida, mirándome con asombro.

Emily: No sé (digo confundida). ¿Qué hago acá?

Samira: ¿Dormir?

Extiendo mi mano a la mesa de luz que se encuentra al lado de mi cama y recojo el vaso de agua.

Samira: ¿Qué te pasa?

Emily: Nada (tomo un sorbo). Tuve un sueño raro.

Samira: ¿Te sentís bien? Tenés la cara transpirada.

Emily: Si...estoy bien (llevo una mano a mi frente y la siento mojada). O eso creo

Samira: ¿Y qué soñaste que gritaste así?

Emily: Mejor que ni lo sepas.

Samira: ¿Tiene que ver con algún chico?

Emily: ¿Qué sos telepática ahora?

Samira (ríe): Lo dije por decir...pero parece que adiviné.

Suspiro, rendida.

Samira: ¿Te digo lo que pienso yo?

Emily: No (vuelvo a acostarme). Tengo sue...

Samira (me interrumpe): Mi hermano siempre dice que a veces los sueños que tenemos son cortometrajes de nuestros deseos.

Comenta refiriéndose a su hermano mayor, un amante de la fisiología humana

Emily: ¿Y eso en español sería?

Digo entrecerrando los ojos y ella vuelve a reír.

Samira: Que vos soñás lo que querés que te pase (se acuesta). Puede que eso que viste no fue una pesadilla, sino un deseo.

Emily: Pff...tu hermano loco también dice que ve el futuro.

Samira (ríe): Eliseo dice muchas boludeces, pero en eso de los sueños concuerdo con él.

Emily (bufo): Lo que digas.

Samira: Solo pensalo.

Agrega finalmente y apaga la luz, dejándome sola con mis pensamientos abrumadores.

Luego de dar cinco mil vueltas y que el sueño no logre vencerme, abandono la cama. Voy al baño y me asusta la cara con la que me encuentro del otro lado del espejo. Luego de recibir un par de charcos de agua, vuelvo a reconocer mi rostro. Regreso a la cama con pereza. Ni sé cuánto tiempo estuve ausente, pero Samira parecer estar por el quinto sueño. Cierro los ojos y tras sumar un par de vueltas más a las anteriores, por fin consigo descansar unas horas.

Despierto al sentir las manos de alguien sobre mis hombros, sacudiéndome con brutalidad y torpeza. Suelto quejidos varias veces, pero solo se limita a escucharme y vuelve agitar mi cuerpo aún adormecido. Abro los ojos y lo veo sentado sobre mi cama, observándome con una mirada traviesa.

- Buenos días.

Dice con buen humor y no me sorprende solo eso, sino también que sea el quien que me lo diga, que es algo que nunca suele suceder en mi vida.

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