Al comienzo solo me llevo una sorpresa por su desprevenida acción y ni siquiera muevo los labios, pero tampoco hago algo para impedir que siga besándome. Al abrir los ojos es cuando mi mente recobra su rumbo habitual y la conciencia vuelve a acompañarme. Llevo ambas manos a su pecho y doy un torpe empujón, logrando alejarlo de mí. El me mira con la respiración algo agitada, derrochando fuego por los ojos, los cuales no tardan en bajar hasta mi boca y centrarse allí por largos segundos, incomodándome más de lo que ya estoy. Hago lo mismo que él y no tardo en perderme en sus labios y como estos de a poco se aproximan hasta volver a unirse con los míos. Aunque esta vez es diferente a la anterior, ya que ahora soy yo la que controlo la situación, alborotando su cabello con ambas manos para luego transportarlos a su pecho y desprender los botones de su camisa blanca. Mis propias actitudes me llevan al asombro. ¿Qué se supone que estoy haciendo? Y lo peor de todo... ¿Dónde lo estoy haciendo? ¿En el jardín de la casa de mis padres? El hecho de pensarlo ya suena perturbador, pero no me importa. Ya nada me importa.
Él se separa de mí y apoya su frente sobre la mía, mientras mis dedos aún siguen desuniendo los últimos discos blancos que quedan para dejar al descubierto todo su pecho.
- Emily (dice algo alterado, obligándome a sentir el choque de su respiración sobre mi rostro).
Emily: ¿Qué? (Contesto, levantando la mirada hasta cruzarla con la suya).
- ¡Despertá!
Pronuncia con una voz enigmática y al comienzo pienso que repite lo que dijo, pero luego reconozco como la misma palabra se hace eco, se desgasta poco a poco, hasta desaparecer, al igual que su cuerpo. Abro los ojos y salto de la cama de un grito. La habitación se ilumina de repente y me veo obligada a cubrir mi rostro, creyendo haber quedado ciega.
- ¿Qué pasó?
Vuelvo a abrir los ojos y veo a Samira medio dormida, mirándome con asombro.
Emily: No sé (digo confundida). ¿Qué hago acá?
Samira: ¿Dormir?
Extiendo mi mano a la mesa de luz que se encuentra al lado de mi cama y recojo el vaso de agua.
Samira: ¿Qué te pasa?
Emily: Nada (tomo un sorbo). Tuve un sueño raro.
Samira: ¿Te sentís bien? Tenés la cara transpirada.
Emily: Si...estoy bien (llevo una mano a mi frente y la siento mojada). O eso creo
Samira: ¿Y qué soñaste que gritaste así?
Emily: Mejor que ni lo sepas.
Samira: ¿Tiene que ver con algún chico?
Emily: ¿Qué sos telepática ahora?
Samira (ríe): Lo dije por decir...pero parece que adiviné.
Suspiro, rendida.
Samira: ¿Te digo lo que pienso yo?
Emily: No (vuelvo a acostarme). Tengo sue...
Samira (me interrumpe): Mi hermano siempre dice que a veces los sueños que tenemos son cortometrajes de nuestros deseos.
Comenta refiriéndose a su hermano mayor, un amante de la fisiología humana
Emily: ¿Y eso en español sería?
Digo entrecerrando los ojos y ella vuelve a reír.
Samira: Que vos soñás lo que querés que te pase (se acuesta). Puede que eso que viste no fue una pesadilla, sino un deseo.
Emily: Pff...tu hermano loco también dice que ve el futuro.
Samira (ríe): Eliseo dice muchas boludeces, pero en eso de los sueños concuerdo con él.
Emily (bufo): Lo que digas.
Samira: Solo pensalo.
Agrega finalmente y apaga la luz, dejándome sola con mis pensamientos abrumadores.
Luego de dar cinco mil vueltas y que el sueño no logre vencerme, abandono la cama. Voy al baño y me asusta la cara con la que me encuentro del otro lado del espejo. Luego de recibir un par de charcos de agua, vuelvo a reconocer mi rostro. Regreso a la cama con pereza. Ni sé cuánto tiempo estuve ausente, pero Samira parecer estar por el quinto sueño. Cierro los ojos y tras sumar un par de vueltas más a las anteriores, por fin consigo descansar unas horas.
Despierto al sentir las manos de alguien sobre mis hombros, sacudiéndome con brutalidad y torpeza. Suelto quejidos varias veces, pero solo se limita a escucharme y vuelve agitar mi cuerpo aún adormecido. Abro los ojos y lo veo sentado sobre mi cama, observándome con una mirada traviesa.
- Buenos días.
Dice con buen humor y no me sorprende solo eso, sino también que sea el quien que me lo diga, que es algo que nunca suele suceder en mi vida.
- Abajo esta Caro, quería verte.Comenta refiriéndose a nuestra prima.Emily: ¿Qué hacés en mi cuarto infumable?- Ah pero que buena onda che. Te vengo a despertar y en vez de agradecerme me bardeas.Emily: Es obvio que no viniste por eso, sino que me necesitás para algo. Si apenas te importa que tu hermana esté viva.Él no dice ni hace nada además de desviar su mirada. Suelto una pequeña risa, esperando escuchar algo de su parte, pero veo que eso no pasará pronto.Emily: Bueno decime.Se despeina un poco el pelo.Emily: ¿PODÉS HABLAR DE UNA...Marco (me interrumpe): Bueno me gusta una chica.Emily: ¿Qué?
Camino, resignada, sabiendo que, si antes no soportaba la personalidad de mi padre, ahora tampoco cuento con la comprensión de mi madre. Solo queda mi hermano y bueno, con tan solo pensar en eso quiero vomitar. Prefiero hablar con el perro que, con él, al menos Rocco solo escucha y como mucho ladra, Marco es capaz de hablar y comentar tonterías que me enfurecerían aún más.Veo a Rafael, sentado sobre la parte frontera del auto, intercambiando unas palabras con el portero. Apenas siente el ruido de nuestros pasos, gira el rostro y al verme, baja de un salto, como si lo que estuviera haciendo fuese un delito penal. Bufo y le doy un giro a la casa para ir a buscar a Samira, quien vuelve conmigo tan solo un minuto después.Ya estando en el auto, cuyo asiento delantero ocupa mi hermano, para luego comunicarle a donde debe llevarnos, Rafael acelera, no sin antes mirarme por
Emily: Creo que siempre tuve razón en que eras adoptado (digo subiendo el último escalón) ...como que tus estupideces nunca encajaron en esta familia.- Bueno ubicate (responde siguiéndome por el pasillo).Emily (me volteo): ¿Qué me ubique? Ubicate vos estúpido. ¿Cómo vas a decir que tengo un guardaespaldas adelante de ella?Marco: ¿Tenía que adivinar que eso estaba mal?Suspiro y vuelvo a dirigirme a mi cuarto.Marco: ¿Sabés que pasa? Ni en tu mejor amiga podés confiar.Emily: ¿A dónde querés llegar con eso?Él se detiene adelante de su cuarto y lo miro.Marco: Que tu vida es una farsa, Emily (agrega para cerrarme la puerta en la cara).
Tomo ese pedazo de papel en mis manos y comienzo a leerlo, reconociendo la inconfundible letra de mi madre en solo segundos.Si estás leyendo es porque ya nos fuimos. Te llamé al mediodía más de cuatro veces y no atendiste. Si formaras más parte de esta familia y no te escaparas de las cenas, seguramente sabrías algo de cómo van los negocios, algo en lo que tu hermano es un ejemplo a seguir...Bufo, indignada por la típica satisfacción de mi madre hacia Marco. Sigo leyendo:Hace casi un mes que tu papá planificaba acuerdos con un socio inversionista de España y las cosas iban muy bien. Hoy a la mañana le llegó la noticia de que ese hombre estaba en Argentina por unos días y que lo primero que quería era conocer a la familia de la persona con quien invertiría tanto. Está en B
Cierra el capo y me rodea, inclinándose sobre su asiento y saliendo con las llaves colgando de sus dedos. Activa la alarma del auto y vuelve a acercarse, mientras lo miro desconcertada, exigiendo una explicación.Rafael: Vamos.Emily: ¿A dónde?Rafael: A buscar una estación de servicio, una casa o algo (dice mirando a su alrededor).Emily: Pará, ¿vos pensás dejar el auto acá? (Cuestiono asombrada).Rafael: ¿Y qué otra cosa puedo hacer? (Responde con tranquilidad).Emily: ¿Esperar que pase alguien y nos…?Rafael (me interrumpe): Un desconocido jamás nos ayudaría.Emily: ¿Y el seguro? (Pregunto, levantando ambas cejas).Rafael (saca su
No puedo detallar con exactitud cuánto llevo caminando, pero lo que sí sé es que, si volteo, no lograré ver la carretera. Ya no llamaría "avanzar" al movimiento que realizan mis piernas, en los últimos minutos no es más que un arrastre.Rafael camina unos pasos más atrás, siguiéndome con mi mochila colgada de su hombro derecho y el saco de su campera del izquierdo. Tiene los primeros cuatro botones de su camisa celeste desabrochados y las mangas, remangadas desmedidamente hasta sus codos. Su corbata azul oscura no está atada, sino que cae sobre su cuello, como si fuera una bufanda de otoño. Todo eso, sumado al peinado rebelde que se le formó debido a su constante gesto de tocarse el pelo, despeinándolo, le dan un aspecto más informal, diferente a como se lo suele ver todos los días.Emily: ¿Qu&eacut
A pesar de que el cementerio ya hace rato quedó atrás y el cielo está aún más oscuro que antes, mi mano sigue unida a la suya, pero la velocidad de mis piernas disminuyó. Él continúa caminando, sin siquiera saber hacia dónde se dirige, chocando su hombro con el mío al hacer cada paso, mientras que yo siento su respiración agitada en mi oído, producto del cansancio acumulado durante todas esas horas. Aunque no me agrada, debo aceptar que el ambiente oscuro que nos rodea me hace bien, ocultando el estremecimiento que domina mi cuerpo cada vez que él lo toca y lo estúpida que suelo ponerme por los nervios.- ...porque nunca me gustó esto de caminar mucho.Emily: ¿Qué?Rafael: ¿Qué qué?Emily: No te entendí.
Si antes el suelo era incómodo para caminar, ahora con la lluvia cayendo sobre él lo es el doble, convirtiendo todo en una acumulación de barro debajo de nuestros zapatos, los cuales cuesta despegar de su superficie al tratar de correr para evitar no mojarnos. Aunque no sirve de mucho de todas formas, ya que cuando llegamos a la entrada estamos totalmente empapados. Me extraña cuando, con darle apenas un pequeño empujón, una de esas antiguas puertas de madera se abre, produciendo un desagradable crujido agudo que me revienta los tímpanos. Por la tensa expresión que obtiene el rostro de Rafael, supongo que debe pesar demasiado. Entramos por un diminuto hueco que se forma entre ambas puertas y él vuelve a empujar, esta vez desde atrás, soltando un agotado suspiro y eliminando la única luz que entraba a ese lugar. Rafael: ¿Hola? (Grita en el medio de la oscuridad). Emily: No hay nadie.