El Hospital estaba revolucionado por la aparición del cadáver de ese hombre que en principio estaba bien, por lo que tuvo que activarse el protocolo para estos casos y nadie podía salir ni entrar en el hospital hasta que la policía diera permiso.
Teresa estaba tan nerviosa que se había comido una tableta de chocolate que tenía en el cajón de su despacho.
—¿Qué pasa jefa? —preguntó la jefa de enfermería cuando fue al despacho de la directora.
—Que estoy que me subo por las paredes, con lo bien que iban las cosas, ahora pasa esto y encima mañana viene el Consejero de sanidad. Me quiero morir —respondió Teresa con la boca medio llena de chocolate.
—No te preocupes, seguro que no es nada y todo se resuelve pronto.
—Tienes razón, debemos mantener la calma e intentar que todo funcione lo mejor posible. Así que, vamos a hacer la ronda como todos los días. Por cierto, ¿has visto a Sor Felisa? —dijo la directora.
—Creo que estaba en la capilla, iba a
La directora del hospital estaba de los nervios, por su cabeza pasaban todo tipo de teorías conspiratorias y empezó a elaborar una lista de sus posibles enemigos, pues pensaba que lo que estaba ocurriendo tenía que ver con ella.Una mujer con uniforme de policía fue al despacho de Teresa para hacerle unas preguntas, pues dos muertes en circunstancias sospechosas era demasiada coincidencia como para pensar que eran accidentes.—¿Se puede? —preguntó la agente.—Por supuesto, pase —afirmó Teresa.—Mi nombre es Paloma y soy teniente de la unidad de homicidios, quiero hacerle unas preguntas.—Dígame lo que quiere saber.—¿Tiene algún enemigo que quiera hacerle daño?—No conozco a nadie que tenga tanto odio como para eso.—Tampoco sabe, ¿quién puede querer fastidiar al hospital?—Tampoco se me ocurre, pero, no obstante, lo pensaré.—Necesitaré una lista de los empleados y ex empleados del hospital.—Se la darán e
Se acercaba el aniversario de la apertura de la Unidad de cuidados paliativos del hospital provincial y todos los años se organizaba una cena y un baile de gala para recaudar fondos, pero este año Teresa no tenía muchas ganas de fiesta, pues, al final, también se había descubierto que habían desaparecido dos frascos más de ketamina, las dos muertes y los robos habían robado la alegría y las ganas de divertirse, pero debía organizar el baile de gala.Los problemas para la directora se incrementaban, pues la teniente Paloma había ido al hospital para preguntar por la chica que había encontrado Felisa.—Hola, Teresa, ¿tiene unos minutos para atenderme? —preguntó Paloma.—Hola, Paloma, por supuesto, siempre tengo tiempo para colaborar con la policía, ¿usted dirá? —comentó la directora del hospital.—¿Quién trajo a esa chica que está en la UCI, la más joven?—La encontró Sor Felisa a la puerta de un polígono.—¿Podría hablar con ella?—Por
Tras tres muertes en circunstancias extrañas no había duda de que había un asesino o asesina dentro del hospital, pero en el caso de la muerte de la mujer del Embajador la autopsia había confirmado ese aspecto, pues había muerto por una embolia gaseosa, al ser un personaje de tanta transcendencia internacional la autopsia se había realizado en menos de veinticuatro horas.Al leer el informe Teresa se puso muy nerviosa, pues se trataba de alguien que tenía ciertos conocimientos de medicina, por lo que todo hacía pensar que era un trabajador del hospital.—Hola, Teresa, ¿puedo pasar? —preguntó Felisa al ir a ver a su amiga.—Hola, Felisa, pasa, me vendrá bien hablar con alguien —afirmó Teresa.—¿Qué te preocupa? —insistió la monja.—La mujer del Embajador ha muerto por una embolia gaseosa.—Había oído hablar de ella, pero no sé exactamente porqué se produce.—Consiste en el paso al torrente sanguíneo de un volumen de aire superior al qu
Los problemas en el hospital parecía que se multiplicaban, se produjo una infección en uno de los quirófanos y dos pacientes enfermaron, antes de que fuera descubierta la contaminación y fuera clausurado el quirófano.Felisa vio el camino abierto para poder conseguir más drogas y así producir esa sustancia que había prometido a Paco.—Hola, amiga, ¿cómo estás? —dijo la monja cuando fue al despacho de Teresa.—Estoy de los nervios, por si fuera poco lo de los asesinatos, ahora la contaminación del quirófano —contestó la directora.—Seguro que todo se soluciona muy pronto.—Ojalá tengas razón, pero como se entere la prensa estamos perdidos.—Tere, queda con Fernando y pásatelo bien, así te olvidarás un poco de lo que está pasando.—Solamente somos amigos, nada más Felisa.—Soy monja, pero no tonta, te hace ojitos y creo que a ti te hace tilín.—Anda amiga, no te montes películas —dijo la doctora.—Ya, ya, hazme caso
Cuando Fernando y Teresa llegaron al hospital, la entrada principal estaba llena de periodistas, ya se habían enterado de lo que pasaba y eso era porque había habido una filtración, interesada o no, pero iba a hacer mucho daño al hospital.La directora se tapó los ojos y se puso a llorar debido al estrés. El detective paró el coche en un sitio donde los periodistas no pudieran verlo y la abrazó, ella se acomodó entre sus brazos intentando buscar esa calma que no encontraba.—Tranquila, preciosa, todo va a salir bien —dijo él todavía abrazándola y dándole un beso en la cabeza.—Gracias de corazón, eres todo un caballero —respondió ella abrazándole más fuerte—Puedes entrar directamente al parking de empleados y así nos libraremos de la prensa —continuó diciendo.Una vez Teresa se hubo calmado un poco, él le ofreció uno de los chicles sabor chocolate que siempre llevaba y entró en el hospital por el parking subterráneo que era exclusivo de empleados.
A pesar de contar con todo el apoyo de Fernando, Teresa no conseguía tranquilizarse, no sabía que decisión tomar, puesto que cerrar el hospital sería el final del Provincial y muchos pacientes se quedarían sin el tratamiento adecuado, pues era el único hospital con tratamientos experimentales, pero se estaba dando cuenta que sería la mejor opción si no quería que se produjeran más muertes.Esperaría a la inspección de sanidad para tomar una decisión. Haría lo mejor para los pacientes y el hospital por encima de sus propios intereses.Para despejarse y aclarar la mente, decidió irse un rato a nadar.El detective Fernando Andrade había preparado una escapada para los dos, sabía que Teresa necesitaba alejarse del hospital, olvidar el infierno por el que estaba pasando con todo lo que en él pasaba, pero sabía que no sería fácil convencerla, era toda una profesional y sería la última en abandonar el barco, así que ideó un plan que con toda seguridad daría los resulta
Felisa ya tenía casi todo preparado para la velada de Carlos y Clara, tan solo le quedaban ultimar los pequeños detalles y saber si le daba su preparado para subir la libido o dejaría que la primera vez todo surgiera de forma natural. Con quién también estaba pensando utilizar su preparado era con su amiga, Teresa, pero seguro que no le hacía falta, pues tenía el mejor afrodisíaco y encima el más natural y efectivo.Paco la llamó para decirle la hora en que debía llevar a la chica, como había tenido tan poco tiempo, tuvo que improvisar para cumplir con los deseos de él. Iba a tener que ir demasiado lejos y eso la atormentaba, no sabía si iba a poder aguantar más y tampoco estaba segura de cuánto tiempo tardarían en darse cuenta de que falsificaba los albaranes de la farmacia.La monja quedó con la chica dos calles antes de donde estaba la nave de Paco, en una cafetería y había llevado un anestésico especial para llevarla hasta ella, sin que pusiera resistencia, también
Fernando había llevado a Teresa a su cabaña que estaba situada en San Martín de Valdeiglesias, en la Sierra de Gredos, pues quería que se olvidara un poco de lo que estaba pasando en el hospital, pero al mismo tiempo tenía que estar pendiente de lo que le fuera diciendo Paloma sobre lo que fuera descubriendo en el hospital.Se había levantado antes que Teresa, por lo que le llevó el desayuno a la cama. Había preparado zumo de naranja y pomelo naturales, tostadas que había cortado con forma de corazón y café expreso al estilo italiano con un toque de crema de leche, que había utilizado para hacer un corazón en el centro, también llevó mermeladas de fresa, de naranja y de frutas del bosque, mantequilla y queso tipo filadelfia.Como ella estaba dormida dejó la bandeja en la mesilla y la despertó con un beso.—Buenos días, tesoro —dijo la doctora.—Buenos días, vida mía —dijo el detective.Ella se sentó, y él le acomodó la bandeja para que pudiera desa