Arion Aetós, se bajó del auto con una expresión pétrea, caminó con paso firme hacia el panteón donde sería la última morada de su padre, mientras lo hacía más de diez guardaespaldas lo rodearon, para brindarle protección, no era para menos, el griego era considerado uno de los hombres más influyentes y poderosos de Europa, además, que durante los últimos años fue objeto de varios atentados, por lo cual redobló su seguridad, no le daría ningún espacio a sus enemigos para atacarlo y destruirlo, por lo menos fácil no se los iba a poner.
Con paso firme caminó al sepulcro de su padre, por más intentos de controlar sus emociones estas bullían como una olla de presión en su interior, lamentaba profundamente haberse apartado de su lado por completo, exactamente fueron quince años de ausencia, quizás pudo haber intentado un acercamiento, sin embargo, la brecha entre ellos se profundizó cuando se casó con Maya Sinclair, una mujer con rostro de inocencia y cuerpo de perdición, una trepadora, que por el dinero no le importó casarse con un viejo que le triplicaba la edad, tan solo para poner sus garras en el patrimonio de su padre, o era lo que ella creía porque él no estaba dispuesto a permitírselo.
«¡Maldita trepadora!» Exclamó conteniendo su enojo.
Los recuerdos de ese día, llegaron a su mente, sin poder evitarlo.
Cuatro años antes
Se encontraba en Londres, en ese momento, en la principal sucursal de su empresa Aetós Capital, una de las más grandes productoras de diamantes, cobre, entre otros y la principal productora mundial de platino, alcanzando más del 40% de la producción mundial, con operaciones en África, Asia, Australia, Europa, Norteamérica y Sudamérica.
Su padre lo llamó después de tener más de cinco años de no comunicarse.
“—Arion, soy tu padre, te he llamado para darte una noticia y hacerte una invitación, por favor, necesito que vengas, voy a casarme en un par de días —por un momento quedó estático, sin creer la noticia que le estaba dando.
—¿Casarte? ¿Piensas casarte? —preguntó con incredulidad, creyó que su padre nunca volvería a comprometerse con nadie, porque después de la muerte de su madre, aunque tuvo múltiples relaciones, saltaba de una a otra sin comprometerse más de lo necesario, respiró profundo para contener su carácter— ¿Puedo saber quién es la afortunada? —preguntó sin ocultar su curiosidad.
—No la conoces, pero espero que por fin podamos limar asperezas y vengas a conocer a mi futura esposa, además, hay algo importante que debo confesarte —el tono de la voz de su padre no era alegre, más bien parecía como si cargara una gran tristeza consigo.
Habían acabado con su relación en mal término unos años atrás, una de las razones por las que lo presionó para casarse con la hija de uno de los hombres más ricos de Grecia, quería usarlo como moneda de negociación y él se negó.
De eso hacía más de diez años, y cuando no quiso hacerlo terminó desheredándolo, aunque eso realmente no le importaba, le hizo un gran favor, ahora tenía más dinero del que pudieran gastar él y sus próximas generaciones, si es que algún día decidía tener hijos.
En ese entonces, aceptó la invitación de su padre y viajó a Atenas, llegó un día antes, mas no quiso quedarse en la casa familiar, por eso se hospedó en el hotel más lujoso de la ciudad “El gran Luxury de Atenas”. No quería ir a visitar a su padre, pues deseaba tener el mínimo contacto con él, pues estaba seguro de que terminarían su encuentro como siempre, en una discusión que los alejaría por quince años más.
Como llegó a horas nocturnas se fue directo a un antro ubicado en el mismo hotel, se sentó en la barra y pidió una botella de whisky, la cual esperaba tomarse solo o quizás con alguna compañía femenina, estas nunca le faltaban, pues la idea del matrimonio de su padre, no le gustaba, tenía demasiado resentimiento en su contra, pensaba que no merecía ser feliz, no después de haberle hecho la vida miserable a todos.
Se sirvió una copa y la tomó de un solo trago, cuando iba a tomarse la siguiente, un bullicio llamó su atención, era tanto el escándalo que debió girarse y allí vio a un grupo de mujeres sentadas en un apartado, mientras un hombre semi desnudo les bailaba de cerca, lo que provocaba mayores gritos y aumentaba el escándalo, de las chicas, hizo una mueca de desagrado.
—¡Idiotas! —exclamó, deseando poder acallar sus gritos, en ese momento ver felices y disfrutando a otro causaba un gran malestar en su interior, era un ser extremadamente egoísta, que pensaba que si él no era feliz nadie más podía serlo.
Aunque deseaba seguir ignorándolas, una de las mujeres llamó su atención, era una chica pelinegra, con una hermosa figura, parecía una hermosa muñequita su piel se veía muy blanca, por su aspecto no parecía griega, quizás su familia tenía origen en cualquier parte de Europa, intentó ver su rostro, mas no fue posible.
El bartender se dio cuenta hacia dónde extendió su vista y comenzó a sacarle conversación.
—Es una despedida de soltera, de hecho en este instante hay tres más, mañana tendremos un día plagado de muchas bodas —dijo el hombre sin dejar de sonreír como un idiota, poniéndolo de más mal humor.
—Es una gran pérdida de tiempo, más es la parafernalia empleada en su celebración que el tiempo que durarán esos matrimonios, el amor no existe, solo la conveniencia y la oportunidad —pronunció con resentimiento, pensando en su padre y en la que se convertiría en su futura mujer.
Estaba conversando con el hombre, cuando se acercó una de las chicas presentes en la despedida de soltera, al verla parada a su lado, no pudo evitar recorrerla de pies a cabeza, era la misma chica que llamó su atención hacía breves momentos, una corriente de excitación nació en su bajo vientre y recorrió su cuerpo como si alguien le hubiese puesto un cable cargado de electricidad, movió sus piernas un poco cuando sintió crecer su miembro, el cual al parecer tenía vida propia.
Sin pensar en lo que hacía, se levantó, llamando la atención de la mujer, quien lo miró con una expresión de sorpresa, dejándolo ver sus hermosos ojos azules, tan profundos como el océano, los cuales abrió de par en par mientras dibujaba una perfecta O con sus labios.
Era hermosa, nunca había visto una mujer con facciones tan perfectas, unos labios voluptuosos, que lo invitaban a probar, no pudo detenerse y como todo un conquistador, extendió su mano y dibujó su mejor sonrisa.
—¡Wow! Su belleza es impresionante —pronunció seductoramente y sin querer dejar al descubierto su identidad inventó un nombre—. Mucho gusto, soy Eros.
Ella sonrió de manera misteriosa, mostrando una hermosa dentadura.
—Yo soy Afrodita —respondió la mujer con picardía, allí supo que ella sabía de su falsa identidad, sin embargo, eso no los detuvo.
Le ofreció sentarse a su lado y sin ninguna duda lo hizo.
—¿Qué estabas tomando? —le preguntó, pues quería que se sintiera bien, ella se quedó desconcertada.
—Lo mismo que tomas tú —respondió mirándolo como si quisiera devorarlo con la mirada.
Le sirvió un trago y brindaron.
—¿Eres de aquí? —interrogó y la chica sostuvo la copa entre sus labios sin dejar de observarlo, pero en vez de responderle, le hizo otra pregunta.
—¿No te lo parezco? —preguntó con voz seductora.
—Eres demasiado atrevida para serlo, pareces extranjera —respondió él sin poder apartar los ojos de ella, estaba como hipnotizado.
—¿En serio te crees eso de que las mujeres griegas somos muy recatadas? Al parecer has sido criado a la antigua, te sorprendería de todo lo que somos capaces de hacer —pronunció ella pasando la lengua por sus labios en un gesto involuntario.
—Si quieres puedes mostrármelo —declaró coqueto y sin darle tiempo a pensarlo, se acercó a ella y unió sus labios con los suyos, el sabor de su boca era una mezcla a licor y algo dulce que no pudo identificar, se abandonaron a los besos.
El cuerpo del hombre estaba encendido, quería llevársela a su habitación lo más pronto posible, sentía que las palabras estaban de más, el rostro sonrojado de la chica, su coqueteo, el ritmo de su respiración, el roce de la pierna con la suya, lo tenían a punto de explotar, no podía aguantar más su erección debajo del pantalón. Los pechos de la chica resaltaban voluptuosos, no pudo resistirse más y la invitó a un lugar más íntimo.
—¿Podemos buscar un sitio donde podamos hablar con mayor privacidad? —preguntó, ella dudó por un instante y al final afirmó con la cabeza.
La tomó de la mano, dejó varios billetes para pagar la cuenta y caminó con ella al ascensor; ella lo miró sorprendida, al ver que paró el elevador, apenas abrió la puerta, la tomó del mentón e hizo la pregunta que le rondó en la mente desde el mismo momento cuando la conoció.
—Decide si vienes conmigo o te quedas aquí, si tu respuesta es subir, debes tener claro que te haré el amor toda la noche, hasta hacerte olvidar hasta tu nombre —señaló el hombre con los ojos oscurecidos producto del deseo.
«A menudo se requiere más coraje para atreverse a hacer lo correcto que para temer hacer lo malo». Abraham Lincoln.
La chica lo observó por un momento, con una leve expresión de duda, entreabrió los labios, mas antes de poder hablar, el hombre se acercó como si se tratara de un depredador con su presa.—Quien calla otorga —expresó con voz ronca.Sin mediar más palabras, capturó sus labios, si ella quería decirle que no, nunca se supo por qué al sentir su boca en la suya, Afrodita no tuvo nada que objetar y se abandonó a sus besos, sintió el fuego propagarse en su interior y acumularse en su bajó vientre.Cerró el ascensor y la recostó de la pared, la besó con fiereza, mientrasrecorría su cuerpo, acariciando con suavidad su piel, era una sensación sublime que nunca había sentido. Sintió la tímida mano de la mujer recorrer su pecho y los latidos de su corazón se aceleraron.Las puertas del ascensor se abrieron y lo devolvieron a la realidad, sin embargo, no la bajó, caminó con ella entre sus brazos a su suite, colocó la huella de su dedo en el lector y al abrir la puerta caminó hacia el dormitorio, l
Maya, luego de salir de su asombro, vio a Theodore con una expresión de molestia, y a sus amigas con rabia mientras las cuestionaba mentalmente «Para tener amigas como esta, mejor no tener ninguna», se dijo, sin embargo, no estaba dispuesta a dejarse intimidar, porque si lo permitía ahora, en el futuro, estaría jodida pensó con mucho acierto.—Era mi despedida de soltera… tengo derecho a pasarla como me dé la gana, ¿Tienes alguna objeción? —inquirió en tono imperativo—. Porque si es así, todavía estás a tiempo de arrepentirte, tú sabes que… —antes de ella continuar hablando, el hombre se acercó.—Maya, sabes que nunca voy a limitarte… siempre podrás hacer lo que desees, solo quiero que estés bien, cuidarte y que seas feliz, tu padre lo habría querido —pronunció acariciando suavemente su mejilla, el contacto del hombre, en su rostro le causó repulsión y se alejó de manera discreta, simulando su expresión de asco.—Bueno, te dejo para que te pongas hermosa, nos vemos en la iglesia, te t
Maya caminó al altar por inercia, en más de una ocasión, tuvo ganas de salir corriendo, al pensar en ese viejo tocando su cuerpo, y ahora menos cuando conservaba en su piel, en su boca, el sabor y tacto de Eros, sin embargo, no podía echarse atrás, debía seguir adelante, estaba clara que el dinero lo era todo, era el combustible que movía al mundo, incluso desde lo sucedido… lo ponía por encima del amor.Después de dar el sí en el altar, cuando Theo quitó el velo de su rostro, tuvo una sensación de que alguien la observaba, giró el rostro y vio a Eros, pero lo más sorpresivo fue escucharlo decir.—¡No! Esto no puede ser verdad.No pudo evitar la sorpresa inicial de verlo, sin embargo, al ver su actitud, tuvo miedo que dijera algo sobre su encuentro, una cosa era que su ahora marido hubiera sospechado que estuvo con alguien y otra muy distinta es que comprobara con quien estuvo, por eso tomó el ruedo de su vestido de novia y caminó hacia Eros, dejando a su ahora esposo en el altar.—¿Q
El rostro de Maya palideció, se levantó la cama e intentó alejarse, pero su cuerpo era menudo y a pesar de su intento de escape, el hombre terminó sometiéndola, tirándola nuevamente en la cama y colocándole encima todo su peso, al mismo tiempo que empezaba a besarla. Las lágrimas de Maya y el asco amenazaban con controlarla, sin embargo, estaba claro que no podía dejarse vencer, empezó a sonreír como si estuviera disfrutando.—Theo ¿Qué sucede? No era así como lo quería… además, habíamos acordado otra cosa, no esto. Tú dijiste que… —su diálogo fue interrumpido por el hombre.—No tienes que repetirme en lo que habíamos quedado, ya cambié de opinión Maya… te deseo desde el mismo instante cuando te vi en esa fotografía en la casa de tu padre, desde ese momento te convertiste en una obsesión para mí… no tienes idea de cómo me enloqueces, déjame demostrártelo.Y para demostrárselo, empezó a restregar su erección en el cuerpo de la chica que respiró profundo, apretó los ojos con fuerza y e
Tiempo actualMaya observaba con la mirada perdida, tratando de contener su alegría, quizás era un ser humano horrible, eso poco le importaba, pero no podía negar que no estaba ni siquiera un poco triste, y no era para menos, por fin se libraría del yugo de Theodore Aetós, el hombre más cruel que tuvo la desgracia de conocer.De pronto un sollozo se escuchó y Leonor arremetió contra ella.—¡Eres una maldit4! ¡Tú lo mataste! Solo porque te diste cuenta de que me amaba a mí, a ti te odiaba, si no es porque te embarazaste y le diste a ese mocoso hace mucho tiempo que te habría echado a la calle como la perra desgraciada que eres —espetó la mujer desquiciada tratando de atacarla, mas Maya se defendió.—¡Tú a mí no me tocas! ¡Infeliz! Si tan dolida estás por tu amante, entonces tírate en el féretro con él, si es tanto el amor que sientes por ese infeliz —espetó sin contener su odio.Arion llegó, desde el mismo momento cuando una mujer arremetió en contra de Maya, las observó por un par de
Maya respiró profundo y siguió caminando e ignorando las palabras de Arion, eso causó molestia en el hombre, quien la sostuvo por el brazo halándola y haciéndola golpear contra su pecho.—¿Quién diablos te crees tú para darme la espalda? ¿Te crees mucho? Porque para mí no eres nada ni nadie —pronunció en un tono severo, a la vez que la miraba con desprecio—. Si te digo que te esperes, ¡Te esperas! Porque mi palabra no admite objeción, no me vas a dejar aquí parado como un tonto. Ahora te vas a girar y regresaremos al sepelio de mi padre.Ella jaló su brazo, sin importarle el daño que se hacía en el proceso.—Tomé mi decisión, y para no ser nada ni nadie para ti, te estás tomando muchas molestias ¡Me voy y no hay nadie que me detenga! Mi hijo está en primer lugar y el resto del mundo se puede joder e irse a la mismísima mierd4, ¡Pero mi hijo no!.Con esas palabras se liberó y corrió hacia el auto, un viejo Volkswagen escarabajo de color azul rey, al verlo Arion frunció el ceño un poco
Ese día y por unas semanas, el trato de Theo hacia ella mejoró por estar embarazada, no obstante, no duró mucho, porque Leonor no se la puso fácil y como siempre empezó a intrigar en su contra, susurrándole al oído ideas al hombre, poniéndolo histérico y más desconfiado, por eso a pesar de ya no encerrarla en la habitación de antes, si lo hacía en su dormitorio, lo cual agradeció porque era más cómodo.—No vas a salir de aquí, ni siquiera a comer tus comidas, te las van a traer aquí, al médico solo irás cuando yo te lleve o te mande con alguien y olvídate del divorcio. Y lo mejor será, hacerle una prueba de ADN al bebé, antes de su nacimiento, porque si resulta no ser mío, entonces no nacerá… no voy a quedar como un cornudo frente a todos, solo porque a ti te dio de andar por calenturienta. Mañana mismo iremos al médico —dicho eso salió con tranquilidad, como si hubiera estado hablando del tiempo.En cambio, Maya se quedó en su dormitorio por completo aterrada, se acostó en la cama en
Maya salió de allí sin poder dejar de sentirse angustiada, esa opresión en el pecho no le permitía ni siquiera respirar, condujo hacia la mansión de los Aetós, mientras trataba de pensar la mejor forma de abordar la situación. Respiró profundo, sin dejar de darse ánimo, por su hijo era capaz de hacer todo, hasta volverse en la perra que todos creían.Llegó a la mansión y estacionó el auto lejos de la casa, porque la cantidad de coches estacionados no la dejaba avanzar más. Apenas llegó un par de hombre se acercaron y empezaron a conducirla al interior de la mansión, donde al entrar, estaba esperándola Arion, acompañado de Leonor, que mantenía su mano agarrada del brazo del hombre, mientras ella la miraba con malicia, él la miró de forma despectiva.Maya, se sonrió deseando hacer su mejor actuación, porque no iba a dejar que la vieran derrotada.—¡Hola a todos! Ya estoy aquí querido hijastro, como era tu deseo, siento mucho haberme retirado antes, sin embargo, tenía muchas cosas import