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Capítulo 5. Un error

El rostro de Maya palideció, se levantó la cama e intentó alejarse, pero su cuerpo era menudo y a pesar de su intento de escape, el hombre terminó sometiéndola, tirándola nuevamente en la cama y colocándole encima todo su peso, al mismo tiempo que empezaba a besarla.  Las lágrimas de Maya y el asco amenazaban con controlarla, sin embargo, estaba claro que no podía dejarse vencer, empezó a sonreír como si estuviera disfrutando.

—Theo ¿Qué sucede? No era así como lo quería… además, habíamos acordado otra cosa, no esto. Tú dijiste que… —su diálogo fue interrumpido por el hombre.

—No tienes que repetirme en lo que habíamos quedado, ya cambié de opinión Maya… te deseo desde el mismo instante cuando te vi en esa fotografía en la casa de tu padre, desde ese momento te convertiste en una obsesión para mí… no tienes idea de cómo me enloqueces, déjame demostrártelo.

Y para demostrárselo, empezó a restregar su erección en el cuerpo de la chica que respiró profundo, apretó los ojos con fuerza y el hombre confundió su expresión con deseo.

—¿Viste? Tú también lo estás deseando… déjame demostrarte que soy mejor amante que mi hijo… olvidaré ese pecado de tu parte si te entregas a mí… de lo contrario me obligarás a castigarte ¿Puedes entender eso? —inquirió el hombre tomándola por las mejillas.

—Está bien Theo, es verdad, si te deseo mucho… te juro que no sabía que ese hombre era tu hijo… de haberlo sabido jamás me habría entregado a él, lo hice con él, como podría haberlo hecho con cualquiera ese día, además, él no significó nada para mí… no estuvo tan bien, no era bueno en la cama… solo se trataba de pasar una noche diferente por mi despedida de soltera… porque eso es lo que se espera ese día —pronunció la jovencita tratando de justificarse para de esa manera apaciguar el enojo del hombre, sin embargo, no sabía que con esas palabras estaba alimentando el odio de un monstruo más cruel que tarde o temprano terminaría cobrándosela.

—¿Acaso no eras virgen cuando te entregaste a él? —interrogó Theo sin dejar de mirarlo.

Ella se carcajeó, cubriendo su boca con la mano.

—Claro que no Theo… hace mucho tiempo que perdí la virginidad —expuso ella sin dejar de sonreír—. Además, eso es bueno para ti, ¿De qué te sirve que en tu noche de bodas tengas a una chiquilla temblando asustada? Es mejor tener una mujer caliente, con mucha experiencia para mostrarte y darte la noche más excitante de sex0. Espérame aquí, regreso pronto, Buscaré una bebida, ubicaré una música y bailaré solo para ti… estoy seguro de que mañana ninguno de los dos será capaz de recordar ni siquiera su nombre. No te afanes, siempre he tenido toda la intención de entregarme a ti.

Sintió alivio cuando Theo se sonrió, la tomó por el mentón y le dio un suave beso en los labios.

—Entonces, me ducharé y te esperaré preparado para hacerte la mujer más feliz del mundo.

Cuando Maya se levantó, se limpió la boca con el dorso de la mano, él le dio una nalgada sonriendo, ella apretó sus manos para contener su molestia; mientras caminaba sintió sus piernas temblar, al mismo tiempo que respiraba aliviada.

«Por lo menos por ahora me he librado del vejestorio», se dijo mentalmente, caminando a su habitación, sin darse cuenta de que muy cerca, Eros, o mejor dicho Arion que aún estaba allí, la miraba con profundo odio, luego de escuchar cada una de sus palabras.

—¡Me la vas a pagar maldit4 zorr4! ¡Juro que lo harás! —pronunció en voz alta alejándose de esa casa.

Entretanto, Maya buscó entre la ropa que le había dado, se desvistió y se colocó una combinación de ropa roja con ligueros, se colocó una bata transparente, tomó una botella de vino con dos copas, se guardó un pequeño estuche por sus senos, tomó una pañoleta y caminó hacia la habitación de Theo, cuando entró colocó la botella con las copas en la mesa, el hombre iba a levantarse y ella lo detuvo.

—Espera, no es así como quiero, deseo bailar para ti.

Colocó la música, bajó la iluminación de la habitación y empezó a bailar, al mismo tiempo que se quitaba la bata y acentuaba sensualmente los movimientos, ante un emocionado Theo que no podía creer que estaba a punto de tener no a la mujer a quien siempre deseo, aunque si a su hija «A pesar de no ser Eirene, no me importa, porque mientras te posea, te podré llamar como yo quiera», pensó el hombre sonriendo complacido.

Maya caminó hacia la botella, sirvió las dos copas, cuando se iba a girar para llevársela, lo tenía atrás acariciándola, ella fingió una sonrisa besando sus labios.

—No te apresures… no has escuchado que del apuro solo queda un cansancio… ninguno de los dos podemos cansarnos, hoy es nuestra noche y vamos a disfrutarla. ¡Ten! —exclamó dándole la copa, el hombre pasó sus labios entre los suyos y así con los brazos entrelazados, mirándose a los ojos, brindaron y tomaron sus copas, él la veía con lascivia, entretanto la expresión de ella era de indiferencia.

Un rato después, el hombre le quitó la copa.

—Maya, creo que ya es hora de que consumemos este matrimonio —le tomó del brazo y la acostó en la cama besando su cuello, al mismo tiempo que trataba de soltarle el brasier.

—¡No! ¡Espera! Te dije que sería yo quien te complacería —tomó la pañoleta y le amarró las manos, mientras ella se colocaba encima de él y allí fingió, quererlo, desearlo, lo fingió todo.

*****

Al día siguiente, cuando Theo se despertó, la muchacha yacía a un lado en su cama, con su cuerpo cubierto con una sabana y él a un lado cubierto con otra, también desnudo, no tenía ninguna duda de lo sucedido entre ellos, intentó incorporarse mas el dolor de cabeza se lo impidió, sintió la boca acartonada, intentó recordar lo sucedido, pero los recuerdos eran borrosos, aunque se recordaba a Maya besándolo, después ella lo soltó y él la acarició, luego… no pudo seguir recordando porque la voz de la mujer lo trajo al presente.

—Buen día, marido, ¿Disfrutaste la noche de boda tanto como yo? —interrogó con una sonrisa sensual—. Me has dejado demasiado adolorida, tengo morados en el cuerpo que ni siquiera sabía que existía.

Se descubrió las piernas y se los mostró, sin embargo, Theo la miró con desconfianza.

—¿Cómo sé si en verdad fui yo quien te hizo esos morados y no mi hijo? Después de todo antenoche amaneciste teniendo sex0 con él y hoy amaneces teniéndolo  con el padre.

Ella se levantó mirándolo con aparente tristeza, se ató la sábana bien para cubrirse su cuerpo, recogió su ropa interior y su bata que estaba esparcida por el piso y luego lo observó sintiéndose ofendida.

—Tan poco fue para ti que no lo recuerdas ¿No me digas que los tragos te causaron pérdida de memoria? Pues, si no me crees, puedes preguntarle a cualquiera de los miembr0s de las servidumbres o de los invitados que se quedaron en la casa… seguro que escucharon mis gritos, no pudieron pasarles  desapercibidos. Realmente me has sorprendido gratamente, no esperé que un hombre como tú fuera un semental… mucho mejor a tu hijo te lo aseguro —pronunció con una sonrisa de satisfacción.

Salió de la habitación una vez dicha esas palabras, al encontrarse afuera su rostro cambió por completo, caminando hacia su habitación, para encontrarse en su trayecto con su amiga Leonor, que la miró con asco.

—Eres una desvergonzada, te acostaste con el hijo y ahora lo haces con el padre —recriminó la mujer y Maya la miró sorprendida.

—¿Cómo lo sabes? —preguntó la chica con curiosidad.

—Cuando Theo tomó al hombre que vimos en la discoteca y con quien te fuiste a pasar la noche los seguí y supe que es su hijo y que f0llaste con él y ahora anoche te escuché gritando como una zorr4, eres tan despreciable —espetó la mujer con enojo.

—¿Y a ti por qué te molesta? ¿Acaso te gusta el hijo o el padre? Si es eso, déjame decirte que los dos foll4n rico… los disfruté como nunca ¿Acaso no me escuchaste durante toda la noche y la madrugada? Theo me llevo al cielo y al infierno… —no obstante, no pudo terminar con sus palabras porque su amiga terminó abofeteándola.

—¡Maldit4 zorra! ¡Eres una porquería de mujer! —exclamó furiosa.

Maya se cubrió el rostro sorprendida, porque jamás esperó ese ataque, por un momento se quedó en silencio, sin emitir ningún sonido, mirando con incredulidad a quien supuestamente era una de sus mejores amigas, esa actitud fue malinterpretada por Leonor, quien se creció más y le habría propinado otra bofetada si ella no la detiene.

—¡Ya basta! Yo seré una zorr4, pero tú no eres más que una maldit4 hipócrita, tu molestia es porque te gusta Theo —se burló Maya—Dime ¿Te enamoraste de él o de su dinero como me pasó a mí? ¡Es una lástima! Lo vi primero y no pienso renunciar a él —habló con malicia.

Sus palabras hicieron molestar a Leonor, quien no dudó en arremeter en contra de Maya, aunque esta vez ella se defendió, a pesar de la chica ser más pequeña, esa no la hacía menos peligrosas, así las encontró Theo quien las separó.

—¿Qué pasa? ¿Qué significa esto? ¿Acaso no son amigas? ¿Por qué se golpean de esa manera? —interrogó el hombre sorprendido por la agresividad que mostraban los dos, antes de Maya responder lo hizo Leonor.

—¡Ella es una zorra! Y no te mereces lo que te está haciendo Theo —sollozó la mujer como una gran actriz—. Yo estoy agradecida contigo por tu hospitalidad, tu trato hacia nosotros ha sido como el de unas princesas, y simplemente no puedo morder la mano de quien me da de comer. Maya te engañó, me dijo que se acostó con tu hijo sabiendo su parentesco contigo, me lo confió como su amiga, yo le reclamé y ella terminó abofeteándome y maltratándome por eso y no solo eso, se acostó también con dos hombres más, ella solo es una golfa.

Mientras Leonor sonreía, la furia en el rostro del hombre no se hizo esperar, tomó a Maya del brazo y la sacudió exigiendo respuesta.

—Dime ¿Es eso verdad? ¿Te acostaste con Arion sabiendo que era mi hijo? —ella no respondió con palabras, sino que negó frenéticamente con su cabeza, sin embargo, no esperó la arremetida de Theo, quien con la mano abierta golpeó su rostro una y otra vez fuera de sí, haciéndola sangrar, sin siquiera escuchar sus palabras—. ¡Urian! —llamó y enseguida apareció uno de los guardaespaldas—¡Enciérrala en la habitación! Tiene prohibido salir de allí hasta que yo lo diga.

Y en ese momento Maya lo supo, había cometido el peor error de su vida.

«Cada error nos enseña algo». Morihei Ueshiba.

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