7 ES SOLO UN FAVOR

Ariel se sentó de un golpe ante lo que el simple gesto de ella habrá provocado en él, alejándose de Camelia, que lo miraba sin entender qué le pasaba. Ariel salió casi corriendo de la habitación como si escapara

—Señor…— llamó Camelia sin obtener respuesta. 

 Los recuerdos se alejaron de su mente al sentir el movimiento de su jefe a su lado, se esforzó entonces en hacerse la dormida.

 Ella no era la única que había despertado recordando todo. Ariel, se había despertado asombrado al ver que había amanecido. No recordaba el tiempo que hacía que no dormía tan profundamente una noche entera. Abrió sus ojos, y se sintió primero desconcertado, al no ver lo que acostumbraba cada mañana. El cuerpo desnudo de una mujer a su lado, le llamó la atención. Sonrió satisfecho al darse cuenta de quién se trataba. 

 Estaba cansado de la dura e increíble noche, pero rebosante de satisfacción, de saber que lo hizo bien. No se movió, ahora a la luz del día que entraba por la ventana, pudo observarla mejor. Y sí, no se equivocó en juzgarla, Camelia es una mujer escultural y bella. ¿Cómo es que ningún hombre la ha descubierto? Se preguntó.

 Se giró despacio tratando de no despertarla, para poder mirarla mejor. Con cuidado, deslizó el cabello que cubría el hermoso rostro de la joven, que parecía que dormía plácidamente. Recorrió despacio el cuerpo desnudo y relajado de Camelia, viendo las marcas que le dejara el increíble sexo que hicieran. Cerró los ojos rememorando todo, todavía sin poder creer que fuera el primer hombre en la vida de esta desconocida y enigmática joven. 

 Está realmente sorprendido y hasta un poco preocupado de lo que pasará a partir de ahora entre ellos. ¿Cumplirá la promesa Camelia, de no caerle atrás? ¿O será un dolor de cabeza venidero? Pero de todo ello, lo que más le preocupa, es el hecho que despertó en él pasiones que no sabe aún definir. Tan grandes, tan nuevas, que estuvo a punto de salir corriendo, cerró los ojos al sentir a Camelia moverse a su lado. Y como si de una película se tratara, rememoró ese instante en que salió corriendo.

Retrospectiva…

 Sintió de nuevo los pequeños dientes de Camelia prendidos a su labio, provocando la más increíble de las sensaciones de placer, jamás experimentada por él. Se separó despacio para observarla y se sentó de un golpe, alejándose de Camelia, que lo miraba sin entender qué le pasaba. Ariel había salido casi corriendo de la habitación como si escapara

—Señor…—lo llamó Camelia sin obtener respuesta

¿Cómo esta joven inexperta, podía provocarle todo aquello que estaba sintiendo? Se preguntaba Ariel, sin comprender nada. ¡No! No podía dejar que pasara nada entre ellos. Y mucho menos dejaría que la pasión desmedida lo arrastrara como aquella vez.

—Señor, ¿sucede algo? 

 Escuchó la voz de Camelia a su espalda, cuando estaba a punto de tomar su ropa para alejarse.  En cambio, giró, abrió el refrigerador, bebió de un golpe una botella de agua helada y regresó sobre sus pasos. No podía dejar así a la pobre chica, si lo hacía podía pasarle algo malo. Tenía que cumplir lo que había aceptado. Es sólo un favor, se repetía una y otra vez. Es sólo un favor Ariel.

 Regresó con pasos lentos a la habitación, pensando incluso en llamar a Oliver. Él era un serio abogado, que últimamente estaba empeñado en encontrar una buena chica para casarse. De seguro estaría feliz de ser el único hombre de Camelia. Sin embargo, un nudo en la garganta y una opresión en su pecho se implantaron, ante la sola imagen de la linda y virginal Camelia desnuda en los brazos de su amigo. ¡No! Camelia es mía, vamos Ariel, tú puedes con esto, es solo la sorpresa de que es virgen. Se dijo mientras regresaba.

 Había comenzado su vida sexual desde muy joven, y a estas alturas, creía que el sexo no tenía nada nuevo que enseñarle. Para él, había experimentado todo lo que ese acto podía brindarle y lo disfrutaba. Por ello, ahora no entendía estas nuevas sensaciones e impulsos de placer, que le provocaba esta novata.

 Camelia ajena a lo que había hecho al morder el labio de Ariel, en su desespero porque él fuera más allá. Estaba sentada en la cama, sin entender nada, abrazada a sus rodillas, con lágrimas en los ojos. Todo su cuerpo sentía que le ardía. ¿Será tan poco deseable como mujer que su jefe no puede hacerle el favor? Se preguntaba sin saber qué hacer. No conocía a nadie más que la pudiera ayudar. Lo vio regresar, tomarla por los hombros y volver acostarse encima de ella, que reaccionó llenándolo de besos.

—¿Quiere que apague la luz, señor?—preguntó pensando que su imagen era la que no dejaba que su jefe se concentrara. Siempre se le veía pasearse con rubias que parecían muñecas. Y ella era todo lo contrario, pero no existía tiempo para buscar a otro hombre— , espere un momento —dijo tratando de alcanzar el interruptor para apagarla.

—Deje la luz— dijo Ariel con voz ronca, mientras volvía a atraparle los labios y bajaba hasta sus senos.

 Camelia, ante su caricia, enloquecía más y más.  Se prendió de su cuello, lamiendo y succionando, con verdadera desesperación. Sentía, en su nula experiencia sexual, que Ariel no iba todo lo rápido que su cuerpo le exigía.

 —Señor…— suplicó de nuevo, moviendo sus caderas, para rozarlas con el prominente miembro que se encontraba ubicado palpitante en su abertura—por favor señor…

—Tranquila —reaccionó Ariel ante su súplica— debo de prepararla bien para no hacerle daño.

—No aguanto más, señor, necesito…, necesito que haga algo más que sólo besos— pidió jadeante en su delirio provocado por la droga.

 Ariel, no salía de su estupor, era la primera vez que alguien lo solicitaba con aquella inocencia y candor. Lo cual provocaba en él, las ansias de querer protegerla, de no infligir ningún sufrimiento más allá del normal. Tenía nula experiencia con vírgenes. Siempre había escuchado a sus amigos describir el momento de iniciar a una mujer. Según sus historias, a ellas realmente les dolía, sangraban y lloraban mucho.

 Aunque Oliver afirmaba, que no todas eran iguales, que debía primero que todo prepararlas muy bien, con calma. Solo que existía un problema, Camelia estaba drogada y desesperada porque él la iniciara. ¿Sería correcto? ¿Qué sucedería después de ésta noche y éste favor?

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