377. LA DUDA Y EL MIEDO

Con la inquietud instalada como un peso en su pecho, Ariel se apartó un poco junto a Félix para que nadie más pudiera escuchar su conversación. Aunque los hijos que habían aparecido, confirmándose como los legítimos herederos de su hermano, Ariel no podía sacudirse la sensación de angustia. Recordaba con demasiada claridad los episodios relacionados con Mailén y el pánico de imaginar que tal vez existieran embriones suyos dispersos por el mundo. Ese constante temor se afianzaba cada vez que recordaba el extraño mensaje del joven que afirmaba ser uno de los hijos perdidos de Marlon, rogando ayuda para él y sus supuestos hermanos y primos.

—Félix —susurró Ariel, con gravedad—, hace tiempo quería preguntarte algo. ¿Recuerdas que te conté cómo Mailén llevó a un médico mientras estuve secuestrado para extraer mi esperma? Porque yo… yo no lo entregaba voluntariamente.

Félix asintió confundido, no lograba imaginar hacia dónde quería ir Ariel con aquel comentario, pero el tono de su ami
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