344. FELICIDAD COMPARTIDA

El inmenso yate de los Rhys entra en el puerto ante la admiración de todos. La familia al completo ha ido a darles la bienvenida. Observan cómo Camelia desciende, sujeta por Ariel y rodeada de guardias de seguridad que apenas permiten verla.

—¿No crees que eres un exagerado, Camilo? —pregunta la señora Lirio, reconociendo a muchos hombres de su esposo en el cuidado de su hija—. Casi no la dejan respirar.

—Mamá, mejor así, se va a acostumbrar como yo —dice Clavel, sonriendo al ver a su hermana. Luego los deja y se adelanta al encuentro de Camelia, quien, al verla, intenta correr hacia ella, pero el grito angustiado de su esposo la detiene.

—¡No corras, Cami, recuerda al bebé! —se detiene, llevando una mano a su vientre plano, y espera a que su hermana, que es alcanzada por su hermano Gerardo, llegue. 

Los tres se abrazan emocionados ante las protestas de Ariel, qu
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