337. LA CONSULTA

Ariel observa a su esposa mientras ella sale del agua. Es un momento que también le preocupa, pero no lo dice porque no quiere aumentar la ansiedad de Camelia.

—No debes preocuparte por eso. Los dos hemos avanzado mucho en nuestra confianza. Iremos despacio, como la primera vez, ¿te acuerdas? —intenta aligerar la situación. Con expresión pensativa, continúa—. Aunque ahora que lo pienso, creo que iba demasiado despacio. Cierta persona me obligó a ir más deprisa, ja, ja, ja...

—¡No seas malo! Estaba drogada —protesta Camelia, divertida al recordar aquella primera vez—. Y tú tenías miedo, no lo niegues. Solo me dabas besos, ¡tuve que ayudarte! Ja, ja, ja… ¡Te morías de miedo! Ja, ja, ja...

—No lo voy a negar, tenía miedo —acepta Ariel al ver cómo ella sigue la conversación con el mismo tono de broma—. Er
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