276. HECHOS INCREÍBLES

Sofía miró a su esposo fijamente, temerosa de que hubiese tenido una recaída, pero la mirada limpia, sincera y llena de amor que le devolvió Ismael hizo que riera aliviada.

—Ja, ja, ja…, ¿qué locuras dices? ¿Cómo te va a exigir algo el bebé? —Ríe con sus manos encima de las de su esposo, que están depositadas en su vientre.

—Amor, ¿no viste anoche? —preguntó Ismael con seriedad—. Él sintió que me estaba ahogando, quería irme lejos de ustedes. ¿Y qué fue lo que hizo? Tenía toda una batalla él solo en tu barriga; hasta que no me acosté y le canté una nana, no se tranquilizó. Esa es su manera de exigirme ser su papá. No me mires así, es verdad.

—Lo sé, también me he dado cuenta de eso —aceptó ella—. No se duerme hasta que tú llegas y pones la mano en mi barriga; se mueve sin parar, lo has malcriado. ¡Siente, siente cómo se mueve!

Ambos corrieron sus manos en busca de donde el bebé hacía un bulto y se quedaron allí, sintiendo la vida que ambos habían creado, mirándose sin poder de
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