Ariel abrazó a su esposa con fuerza, sintiendo cómo se estremece en sus brazos. Camelia realmente estaba muy asustada de que algo saliera mal con su abuela o de que alguien pudiera hacerle algo a su esposo. Luego se sentó en medio de las dos mujeres, asegurando que no se movería de allí. No volvería a dejarlas solas.
—Ariel, ¿sabes algo de tu hermano Marlon? —preguntó su cuñada Marcia, con la preocupación reflejada en su rostro—. Ya debería estar aquí; lo dejé en la empresa con una extraña mujer que dijo tener algo que decirle sobre ti.—¿Sobre mí? —preguntó Ariel, sin entender.—Sí, pero como se demoraba tanto y Sofía me estaba apurando, vine primero. Pero ya han pasado tres horas y no aparece —explicó Marcia, mostrando el aparato en su mano—. Lo llamo y tiene el teléfoCamilo la tomó en sus brazos y corrió con ella rumbo al helicóptero, seguido por Clavel. Se dirigieron al hospital, donde la ingresaron de urgencias en cuidados intensivos; le había dado un preinfarto.—Papá, sé que deseas que mi hermano sea ese chico que mencionaron, pero estoy segura de que es Camelia —insiste Clavel, sin entender por qué siente que es ella—. Por favor, ¿puedes, aunque sea, dejar que me haga su amiga y traerla para que mamá la vea? Mírala en esta foto y dime si no es tu hija; hasta tu lunar, como yo, tiene. ¿Qué más pruebas necesitas?—Espera solo una hora, Clavel. Mandé a los hombres detrás de ese chico. A lo mejor él sabe la verdad —habla visiblemente cansado—. Ahora Lirio está dormida; gracias a Dios que estabas a su lado cuando sucedió.—Y tú con el helicóptero &mdas
Se introducen rápidamente en la habitación que los llevará el doctor. La señora María Graciela lo ayuda a quitar la manta, aunque está desgastada y toda zurcida, dejando al descubierto el escuálido cuerpecito donde se marcan todos los huesos. Al ver esto, Marlon tiene que contenerse para no echarse a llorar. Félix, enseguida, la examina y ordena que le pongan oxígeno, entre otras cosas.—Quiero que le hagas un chequeo general a todos, incluyendo a la señora María Graciela. Por favor, Félix, que sea urgente; mira cómo están mis pobres bebés —pide emocionado, observando cómo unas enfermeras los ayudan a cambiarse de ropa, y todos, sin excepción, están en la misma situación que su pequeña, muy delgados.—No, no, señor, no es necesario —lo interrumpe María Graciela al escucharlo—. Atiendan a los
Marlon observó a su amigo sin decir nada, también tenía la duda, pero sin importar si eran de Ariel biológicamente, no sabía porque, su corazón ya los había hecho suyos. No le responde a Félix, sigue sus indicaciones. Sientan a todos en la cama que miran con los ojos muy abiertos, todo a su alrededor asombrados. Toda su vida la vivieron escondidos, en la oscuridad de la casa, asustados, y ahora todo le parece asombroso.—¿Papá, dónde está mamá? —Lo llama el pequeño Ariel tirando suavemente de su camisa.—Dijiste que estaría aquí esperándonos —agregó serio Marlon. Ya se ha dado cuenta de que es el más despierto de los tres.Le pasa la mano por sus cabezas con una sonrisa asegurándoles que su mamá vendrá en un rato. Pero tienen primero que bañarse y ponerse ropa li
La primera vez que Leandro vio a Camelia, lo hizo siguiendo los ojos de Manuel. Estaban en una cafetería después de que este le entregara unas fotos de su ex. Hacía más de seis meses que se habían divorciado por violencia doméstica. Ella lo había acusado; luego llegaron al arreglo de que él se iría de la ciudad y nunca más la buscaría. Pero no lo hizo, solo se escondió y contrató a Manuel, a quien conocía por la recomendación de un amigo.—¡Qué belleza! —exclamó al ver a Camelia, que reía en compañía de Nadia y Ricardo, caminando por la acera del frente.—No la mires, que es mía —protestó Manuel.—¿Es tu novia? —preguntó Leandro, sin dejar de mirar a Camelia.—Pronto lo será —contestó Manuel.—¿Entonces no es tuya
Manuel fue hasta la casa de Camelia para ser él quien le hiciera el amor. Pero ella no estaba cuando subió al apartamento por el árbol; todo estaba oscuro y lo confirmó con el portero, que le dijo que ella no había vuelto, por lo que corrió presuroso al trabajo y esperó escondido cerca del almacén, para matar a Leandro si era necesario para defender a su mujer, porque así era como la consideraba: él la vio primero, era suya.Las horas pasaban y Camelia seguía sin aparecer. Leandro fue al almacén, lo abrió y se encontró con que estaba vacío. Manuel lo vio y se dispuso a matarlo, pero cuando Leandro salió solo, respiró aliviado. Después lo vio cerrar todo y salir corriendo a revisar toda la empresa para ver si, por casualidad, Camelia aún se encontraba en ella, pero no la encontró y pensó que de seguro se había ido a casa de Nad
Leandro se quedó sin palabras al escuchar lo que dijo Camelia, mirándolo de frente. Eso nunca lo había pensado; a lo mejor era la loca de Nadia con su esposo, quienes tuvieron sexo toda la noche. No era la primera vez que ellos se quedaban en la casa y los había escuchado. Entonces recordó que Nadia estaba embarazada; no iba a aguantar tener sexo con esa enorme barriga toda la noche, por lo que cambió de estrategia.—Si es así, ¿por qué no me abriste cuando vine a pedirte disculpas? —preguntó con un tono de voz más suave.—¿Viniste a mi casa? ¿Quién te dio mi dirección? ¿Me estás siguiendo acaso? —Lo atacó ella con preguntas.Se quedó observándola incrédulo. Sí que estaba cambiando su Camelia, se dijo. No obstante, trató de responderle con calma; tenía que ganar de nuevo el terre
Volvió a cambiar de estrategia. Habían conseguido trabajo frente al edificio donde quedaba el apartamento que alquilaba Camelia, lo cual le facilitaba vigilar lo que hacía todo el tiempo. Hasta un telescopio se compró para poder ver qué hacía dentro de su casa. Sin embargo, por alguna razón, la puerta del balcón permanecía cerrada con las cortinas corridas.También debía ganarse al portero; comenzó a saludarlo todos los días y a dejarle flores a Camelia, que podía ver que ella nunca las recibía. Después, a su antiguo jefe, Ariel Rhys, le dio por mudarse al edificio. Una sospecha se le fue haciendo grande al enterarse de que la había sacado del almacén y puesto a trabajar como su asistente. No podía dejar que eso avanzara, por eso, al verla llegar corriendo al mediodía, consciente de que el portero a esa hora no estaba, quiso entrar con ella
Todos, desde que empezamos a hacer planes para nuestras vidas, en algún momento pensamos en formar una familia, tener hijos y vivir felices. Creemos que es un acto que va a suceder sin problemas. Y comienza entonces, para muchos, la odisea de ver mes tras mes que no estás embarazada, aunque se desee con toda el alma. No hay cosa más terrible que asistir a tu ginecólogo y que este te diga que tienes problemas para quedar embarazada naturalmente y que debes probar la reproducción asistida.Primero, ambos, tanto el hombre como la mujer, se sienten desorientados. La visión, los planes que tenían, se rompen y sienten que la vida está siendo injusta con ellos. Ese fue el caso de Marcia y Marlon, cuando, después de dos años de casados, al fin decidieron asistir al doctor Hernández, que en ese momento, según les habían dicho, era el mejor ginecólogo de la ciudad. Querían saber el mo