María Graciela se estremeció visiblemente al rememorar la masacre en la clínica. Relató cómo había convencido a las otras mujeres de mantener sus embarazos, prometiéndoles el pago acordado. Su posición como empleada del doctor le había otorgado la credibilidad necesaria.
—Durante todo el embarazo, nos encontrábamos en la consulta del ginecólogo y yo les proporcionaba dinero para subsistir —continuó—. Se alojaban en casa de una amiga de mi madre.—¿Y por qué no me avisó? —preguntó Marlon, cada vez más convencido de que algo no estaba bien con esta historia.—Ya le expliqué que los matones de ella no me dejaban ni respirar —respondió con vehemencia—. Uno se hacía pasar por mi esposo, entraba conmigo a cada consulta y, con la amenaza de matar a mi madre enferma... no me atreví aMarlon dijo que no al detective y, en silencio, le llevó jugo y pasteles que ella devoró con rapidez. Al terminar, se levantó cojeando y se dirigió a la salida, seguida por el detective. Marlon los siguió, con un torbellino de emociones contradictorias en su mente. Consideró llamar a su esposa, pero decidió primero confirmar la verdad de aquella historia increíble.—Señor Marlon —intervino el detective Rubén junto al auto—, podemos posponer nuestro asunto para mañana si esto es tan urgente. Aunque presiento que no será necesario.—Disculpe, lo había olvidado por completo —respondió Marlon, quien efectivamente había perdido de vista todo lo demás—. Sí, mejor lo dejamos para mañana. Esto no puede esperar.Subieron al lujoso vehículo, que desentonaba completamente con el entorno al que se dirigían.
Marlon suspiró mientras se quitaba el saco. Ahora lo prioritario era llevar a la pequeña al hospital. En esos momentos, la niña lo necesitaba; lo demás podía esperar.—Es una larga historia, Oliver —y sacando su billetera, le extendió una tarjeta a su amigo—. ¿Podrías ir a comprarles algo de ropa?—Por aquí no hay tiendas cercanas —respondió Oliver, observando con preocupación a la pequeña—. Mejor envuélvela en tu saco y vámonos ya. La niña realmente se ve muy mal —aunque no entendía nada de lo que estaba sucediendo, era evidente que la situación de la pequeña era crítica.Marlon se acercó con pasos cautelosos hacia donde María Graciela sostenía a la pequeña. Al verla más de cerca, confirmó lo que la mujer le había dicho: era una versión en
Ariel abrazó a su esposa con fuerza, sintiendo cómo se estremece en sus brazos. Camelia realmente estaba muy asustada de que algo saliera mal con su abuela o de que alguien pudiera hacerle algo a su esposo. Luego se sentó en medio de las dos mujeres, asegurando que no se movería de allí. No volvería a dejarlas solas.—Ariel, ¿sabes algo de tu hermano Marlon? —preguntó su cuñada Marcia, con la preocupación reflejada en su rostro—. Ya debería estar aquí; lo dejé en la empresa con una extraña mujer que dijo tener algo que decirle sobre ti.—¿Sobre mí? —preguntó Ariel, sin entender.—Sí, pero como se demoraba tanto y Sofía me estaba apurando, vine primero. Pero ya han pasado tres horas y no aparece —explicó Marcia, mostrando el aparato en su mano—. Lo llamo y tiene el teléfo
Camilo la tomó en sus brazos y corrió con ella rumbo al helicóptero, seguido por Clavel. Se dirigieron al hospital, donde la ingresaron de urgencias en cuidados intensivos; le había dado un preinfarto.—Papá, sé que deseas que mi hermano sea ese chico que mencionaron, pero estoy segura de que es Camelia —insiste Clavel, sin entender por qué siente que es ella—. Por favor, ¿puedes, aunque sea, dejar que me haga su amiga y traerla para que mamá la vea? Mírala en esta foto y dime si no es tu hija; hasta tu lunar, como yo, tiene. ¿Qué más pruebas necesitas?—Espera solo una hora, Clavel. Mandé a los hombres detrás de ese chico. A lo mejor él sabe la verdad —habla visiblemente cansado—. Ahora Lirio está dormida; gracias a Dios que estabas a su lado cuando sucedió.—Y tú con el helicóptero &mdas
Se introducen rápidamente en la habitación que los llevará el doctor. La señora María Graciela lo ayuda a quitar la manta, aunque está desgastada y toda zurcida, dejando al descubierto el escuálido cuerpecito donde se marcan todos los huesos. Al ver esto, Marlon tiene que contenerse para no echarse a llorar. Félix, enseguida, la examina y ordena que le pongan oxígeno, entre otras cosas.—Quiero que le hagas un chequeo general a todos, incluyendo a la señora María Graciela. Por favor, Félix, que sea urgente; mira cómo están mis pobres bebés —pide emocionado, observando cómo unas enfermeras los ayudan a cambiarse de ropa, y todos, sin excepción, están en la misma situación que su pequeña, muy delgados.—No, no, señor, no es necesario —lo interrumpe María Graciela al escucharlo—. Atiendan a los
Marlon observó a su amigo sin decir nada, también tenía la duda, pero sin importar si eran de Ariel biológicamente, no sabía porque, su corazón ya los había hecho suyos. No le responde a Félix, sigue sus indicaciones. Sientan a todos en la cama que miran con los ojos muy abiertos, todo a su alrededor asombrados. Toda su vida la vivieron escondidos, en la oscuridad de la casa, asustados, y ahora todo le parece asombroso.—¿Papá, dónde está mamá? —Lo llama el pequeño Ariel tirando suavemente de su camisa.—Dijiste que estaría aquí esperándonos —agregó serio Marlon. Ya se ha dado cuenta de que es el más despierto de los tres.Le pasa la mano por sus cabezas con una sonrisa asegurándoles que su mamá vendrá en un rato. Pero tienen primero que bañarse y ponerse ropa li
La primera vez que Leandro vio a Camelia, lo hizo siguiendo los ojos de Manuel. Estaban en una cafetería después de que este le entregara unas fotos de su ex. Hacía más de seis meses que se habían divorciado por violencia doméstica. Ella lo había acusado; luego llegaron al arreglo de que él se iría de la ciudad y nunca más la buscaría. Pero no lo hizo, solo se escondió y contrató a Manuel, a quien conocía por la recomendación de un amigo.—¡Qué belleza! —exclamó al ver a Camelia, que reía en compañía de Nadia y Ricardo, caminando por la acera del frente.—No la mires, que es mía —protestó Manuel.—¿Es tu novia? —preguntó Leandro, sin dejar de mirar a Camelia.—Pronto lo será —contestó Manuel.—¿Entonces no es tuya
Manuel fue hasta la casa de Camelia para ser él quien le hiciera el amor. Pero ella no estaba cuando subió al apartamento por el árbol; todo estaba oscuro y lo confirmó con el portero, que le dijo que ella no había vuelto, por lo que corrió presuroso al trabajo y esperó escondido cerca del almacén, para matar a Leandro si era necesario para defender a su mujer, porque así era como la consideraba: él la vio primero, era suya.Las horas pasaban y Camelia seguía sin aparecer. Leandro fue al almacén, lo abrió y se encontró con que estaba vacío. Manuel lo vio y se dispuso a matarlo, pero cuando Leandro salió solo, respiró aliviado. Después lo vio cerrar todo y salir corriendo a revisar toda la empresa para ver si, por casualidad, Camelia aún se encontraba en ella, pero no la encontró y pensó que de seguro se había ido a casa de Nad