224. LA CONFESIÓN DE MAILEN

Manuel golpeó la pared con furia, recordando el pasado. Debido a la desconfianza de Nadia, él no intentó acercarse más a ellas. Sin embargo, continuó detrás de Camelia, que no se percataba de nada; incluso subía a cada rato cuando sabía que Nadia salía y ella dormía, para mirarla y fotografiarla. Camelia dormía tan profundamente que hasta se había acostado a su lado en la cama y no se había despertado.

Muchas veces planeó raptarla, pero debía preparar bien el lugar. Se compró un apartamento en las afueras, al cual le hizo una habitación en el sótano, lugar al que planeaba llevarla. Para su desespero, en ese tiempo Nadia no salía y la puerta del balcón permanecía cerrada por las noches. Luego, Ricardo pasaba todo el tiempo en la casa y tampoco pudo hacerlo a otra hora, pues durante el día eran inseparables. Camelia jamás andaba sola. Y para su mala suerte, Leandro, a quien le había hecho unos trabajos, vio las fotografías que tenía un día y se enamoró de ella.

Por ello, se puso a traba
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