Capítulo 1 —Baile de máscaras
Oriana:
—Vamos Oriana, no seas aguafiestas y ven, será divertido, me lo agradecerás mañana
Me había dicho mi amiga, tratando de convencerme que fuera con ella a una fiesta de antifaces en el Hotel Mirage
—No, déjame Sandra, sabes que no me gustan las fiestas y menos de antifaces, eso de esconderse detrás de una máscara no es lo mío
—¿No querías perder tu virginidad con el primero que te pidiera que te acostaras con él? —y sonrió, recordándome esa estupidez que dije un día pasada de copas —¿Qué mejor que con un enmascarado que no sepas quien es y, lo mejor, que no sepa quién eres? —continuó diciendo mientas se arqueaba de hombros.
Por más que me pesara, si iba a cumplir mi palabra, esa era la mejor ocasión
—No sé… —igual dudé
—Anda, Oriana, hemos salvado todos los exámenes con las mejores notas, nos merecemos una fiesta y tú —se colgó de mis hombros —una aventura digna de contarle a tus nietos luego…
Así que fuimos de compras y, unas horas después, estábamos entrando en el gran hotel. De más está decir que Sandra de inmediato consiguió compañía y desapareció de mi vista. Eso hizo que me sintiera un poco perdida, así que luego de dar unas vueltas por el salón y beber un poco de champagne, decidí que era momento de irme. Traspasé el salón, abriéndome paso entre la multitud, de pronto alguien me cogió de un brazo y me detuvo
—Suelta, Sandra, ya me voy…
—Lamento decepcionarte, pero no soy precisamente Sandra
Y tenía razón, yo creyendo que era mi amiga que me había visto pasar, pero era un hombre, bastante alto y fornido, se notaba su aspecto atlético, aún debajo del impecable esmoquin que llevaba. Su rosto estaba dividido por un antifaz a la altura de sus ojos, pero dejaban ver lo suficiente para saber que era un hombre muy atractivo. Su boca era sensual con una sonrisa encantadora y sus ojos destilaban un brillo casi enceguecedor.
—Disculpe, creí que era mi amiga
—Ahora que has visto que no lo soy, podías concederme este baile, digo para compensarme por el error de confundirme con una mujer
No pude ni responderle cuando ya estábamos en la pista moviéndonos al son de una suave melodía. Me tomó por la cintura y por la nuca, haciendo que mi cuerpo se pegara al suyo. Su aroma me parecía familiar, el calor de su cuerpo me daba comodidad, así que me dejé llevar como en un sueño. Cuando la música terminó, levanté mi cabeza y me encontré con sus ojos. Un estremecimiento recorrió mi espalda y temblé. Se fue acercando lentamente, lo deje hacerlo, quería que lo hiciera, hasta que apoyó sus labios sobre los míos y se abrió paso en mi boca con su lengua. La recibí gustosa, convirtiendo aquel acto en un beso voraz y desenfrenado. Sentir esos labios abrazadores y el sabor de su lengua estaba enloqueciéndome. Y mi duda estaba resuelta, ¡había encontrado al hombre con quien quería perder mi virginidad! Mi pelvis comenzó a punzar de una forma poco habitual, solo el roce de su pierna en ella la aliviaba, pero pedía más. Juraría que sentí su abultado miem*bro a la altura de mi estómago, pues era bastante más alto que yo
—¿Vamos a quedarnos así o damos el siguiente paso y subimos a mi habitación?
Mis manos apretaron sus brazos, creo que esa fue una respuesta para él, pues me cogió de la mano y me guío por el edificio hasta llegar a su habitación. Una vez dentro me estampó contra la puerta y me dio un beso de esos que hacen que tu corazón se detenga y el cerebro te explote.
—Yo… —susurré incapaz de decir una frase completa
—Quítate esto —y quiso despojarme de mi antifaz, pero le detuve la mano
—Preferiría que no… —al fin dije algo coherente
—Cómo desees —y se separó un poco para mirarme por completo —Solo hay una cosa que necesito saber, ¿estas segura de que quieres esto?
—Sí… —se escapó involuntariamente de mi boca
—¿Has estado con un hombre antes?
—Sí, claro —pero no soné creíble
—No, no has estado… —y se volvió a acercar a mi esbozando una sonrisa que rozaba lo macabro —Tranquila, si realmente lo quieres, prometo tratarte bien, no te lastimaré, pero no olvidarás jamás esta experiencia, eso te lo puedo jurar
Me levantó en brazos y me recostó en la cama. Fue despojándome de una en una cada prenda que vestía, a la vez que él se iba quitando la suya, una mía, una suya, una mía, una suya… y así hasta quedar solo vestidos con nuestros antifaces. Bajó la intensidad de luz, dándole a la habitación un toque de sensualidad. Me hizo poner en pie y él se sentó al borde de la cama. Comenzó a acariciar mi piel de un modo que generaba una electricidad, hasta que rozó mis pes*ones con sus dedos, no me aguanté y dejé escapar un gemido. Al ver como se endurecían, sonrió y cambió sus dedos por la lengua primero y luego toda su boca. Mi cuerpo estaba a punto de colapsar, me tomó de los muslos y me acercó aún más a él, podía sentir como sus dedos se hundían en la carne de mis nalgas, generando un dolor más que placentero. De pronto me tiró sobre la cama y abrió mis piernas con delicadeza
—Yo… —susurré
—No es necesario que digas nada, tu solo gime, jadea, grita si quieres, pero no digas nada —murmuraba mientras sus labios recorrían mi cuerpo acercándose a mi pelvis —hacía rato te veía en el salón y solo podía imaginar este momento, tenerte así, desnuda en mi cama —Pasó la punta de su lengua por mi clí*toris —eres deliciosa, más de lo que me había imaginado —y se internó generando en mi un gran espasmo, luego continuó con movimientos circulares y lubricando mi entrada para recibirlo unos minutos más tarde. Se detuvo y en lugar de seguir pasando su lengua, succionó con sus labios haciendo que mi garganta se desgarrara en un grito y mi espalda se arqueara separándose de la cama mientras mi pelvis latía y mi cuerpo se llenaba de espasmos. No se detuvo hasta que me calmé y fue allí cuando se puso sobre mí y mientras me besaba, aún con el sabor de mi intimidad en su boca, lentamente fue abriéndose paso hacia mi interior. Yo estaba más que lubricada, por lo que no le fue difícil culminar su tarea. Una vez dentro, y sin dejar de besarme, comenzó un vaivén que resultó ser muy placentero para mí, siempre creí que la primera vez sería dolorosa y que sangraría, pero mi cuerpo parecía estar preparado para él, como si lo hubiera estado esperando toda la vida. Me miró, con esa mirada intensa que tenía y mordiendo su labio inferior emitió un grito tanto o más desgarrador que el mío. La cama estaba empapada, ¡nosotros estábamos empapados! Yo me sentía feliz, con una felicidad indescriptible. El resto de la noche pasamos haciéndolo, de mil y una manera, creo que quería quedar grabado en mi piel. Ya exhaustos, nos venció el sueño. Cuando el amanecer irrumpió en la habitación, me desperté, sentía que el antifaz estaba pegado a mi piel. Con cuidado me levanté para no despertarlo, él seguía durmiendo profundamente. Al terminar de vestirme, pensé en acercarme y despedirme con un beso, como en las películas, así que me acerqué lentamente, pude ver que no llevaba su antifaz, agudicé mi vista para poder verle. El horror se apoderó de mi cuerpo, mi corazón se agitó y mi respiración se cortó. ¡Con razón me era familiar!, su aroma, su voz, el brillo de sus ojos… ¡Por Dios, me acosté con el esposo de mi madre!
Capítulo 2 — Revelaciones y despedidasNarrador — Recuerdos:El sol irrumpía en la habitación de Oriana, quien se desperezaba, feliz de comenzar un nuevo día. Era una niña feliz, su mayor preocupación era que el lápiz de color no se saliera del límite del dibujo. Debía ser una tranquila mañana de domingo, sin embargo la calma matutina fue irrumpida por el sonido estridente de los gritos de sus padres. Ya se había hecho habitual que discutieran, pero ese día parecía ser más serio que de costumbre.Alberto, el padre de Oriana había entrado a la cocina, donde se encontraba Isabel, su madre—Isabel, necesitamos hablar, ya no puedo seguir ignorando la verdad—¿Qué quieres decir, Alberto? —respondió ella mirando hacia arriba con una expresión de sorpresa y ansiedad —¿Qué es lo que ya no puedes ignorar?—No finjas que no sabes de que se trata —dijo con voz temblorosa, luchando por contener la ira que hervía dentro de él —No tengo ni idea de que se trata —tratando de mantener la compostura,
Capítulo 3 —Una chica muy dañadaNarrador — recuerdos:Luego de esa fatídica mañana de domingo Oriana no volvería a ser la misma—¿Porque no puedes volver a casa?Le había preguntado en una de las tantas tardes de sábado que pasaba con su padre—Eso es imposible, ya te lo he dicho cariño, son cosas de adultos, cuando lo seas lo entenderás—Yo quiero entenderlo ahora, papi—No será posible. Tienes que crecer primeroY así fueron pasando los días, las semanas, los meses y finalmente los años. Una tarde, al regresar a su casa del colegio, encontró a su madre conversando con un hombre, algo menor que ella, tal vez unos 8 o 10 años. Muy atractivo, con unos penetrantes ojos, de alta estatura y complexión atlética.— Oriana, mi vida… —su madre jamás la trataba con tanto cariño, a menos que se trajera algo entre manos —ven acércate, quiero presentarte a un buen amigo mío —y señalando al extraño dijo —él es Ivan Anderson—¿Que tal Oriana? Un placer al fin conocerte, tu madre me ha hablado much
Capítulo 4 — Una piedra en mi zapatoOriana:Cuando mi padre nos abandonó empecé a odiar a mi madre, y cuando creí que ya no podía aumentar ese sentimiento, metió un hombre en la casa. Pero no cualquier hombre, uno que era perfecto por donde se le mirara, parecía salido de una escultura de Miguel Ángel, era muy atractivo, cuerpo atlético, una altura un poco intimidante, al menos para mí, una sonrisa encantadora, donde dejaba ver sus perfectos y hermosos dientes blancos. Unos ojos color cielo que encajaban perfectamente con su penetrante mirada. Y sus manos, ¿qué decir de sus manos?, muy masculinas, pero con las uñas perfectamente cuidadas, ni una cutícula levantada, ni una uña escamada, grandes, muy grandes y venosas. Eran esas manos con las que una sueña que la acaricien. Obviamente la edad que yo tenía en ese entonces y por lo tanto el desorden hormonal que ello conlleva, eran los responsables de verlo de aquella manera. Pero yo no me podía dar ese lujo, no podía soñar con él, pues
Capítulo 5 — La fotoNarrador:Oriana pasó los siguientes días tratando de que su madre desconfiara de que Iván la engañaba. Había hecho que su padre le comprara un nuevo teléfono móvil y no le había dicho a Isabel, de esa manera le había empezado a enviar mensajes a Iván, tratando de seducirlo de manera anónima, para lograr que él cayera en la trampa y hacer que su madre lo descubriera. Fue así como el móvil de Iván sonó, interrumpiendo una importante reunión que estaba teniendo en una de sus empresas. Al ver que era un número desconocido, simplemente ignoró el mensaje y luego lo eliminó sin siquiera abrirlo. Eso frustró mucho a la joven, quien siguió insistiendo en los días venideros. Otra vez el móvil del joven timbró, pero esta vez estaba en la cocina de la casa, preparando algo de comer, mientras Oriana lo observaba del otro lado, sentada a la mesa, simulando hacer tarea.#Desconocido a IvánHola…Finalmente, dada tanta insistencia desde el mismo número, decidió abrir el mensaje,
Capítulo 6 — No me tientes…Narrador:Pasaron algunos días luego de ese intento frustrado de Oriana para hacerle caer en aquella trampa que, según ella, pondría a su madre tan enojada que terminaría echando a Iván de la casa y cancelando la boda. Pero eso no pasó y la joven se sentía en suma frustrada. Más aún cuando había empezado asentir alguna especie de atracción hacia él, ya que la ignoraba, al punto de que casi ni le hablaba, solo los buenos días y cuando se cruzaban, pues Iván procuraba casi no verla.—Señor Anderson, hay una jovencita que desea verlo —Le había dicho la secretaria en una oportunidad—¿Una jovencita? —preguntó sumamente intrigado—Sí, le dije que estaba ocupado, pero ella insiste en verloIván de inmediato sospechó que se trataba de Oriana, pero él no quería verla.—Pues dígale que no tengo tiempo, que le pida una cita a ustedCreyó que con eso había logrado que Oriana desistiera de la idea de verlo, pues pasaron unos minutos antes de que Esmeralda, la secretari
Capítulo 7 — Un rincón oscuroIván:Estaba en una reunión muy importante, discutiendo con el presidente de una gran empresa los términos para adquirirla y así poder expandirme por Latinoamérica, cuando mi móvil se iluminó advirtiéndome de un mensaje de What*sA*pp entrante. El número era desconocido, pero la foto de perfil llamó mi atención, de todas formas decidí ignorarlo y eliminarlo sin abrir. Pues pensé que se trataba de alguna broma de Richard, ya que estaba empecinado en que saliera con varias mujeres a la vez. De todas maneras, algo había en esa foto de perfil que alertó mis sentidos y me hizo sentir inquieto. Pero luego de un rato, deseche ese pensamiento de mi mente. Los días fueron pasando y el mensaje seguía llegando, normalmente bloqueaba esos números para que no me molestaran, pero ese no lo había bloqueado, no había sido capaz de hacerlo, algo me lo impedía. Esa noche había llegado a la casa y, como ya era costumbre, Isabel no se encontraba, tampoco es que me interesara,
Capítulo 8 —Que me lleve el diabloOriana:Nunca había tenido tanto contacto físico con Iván como ese día y era algo que me gustaba y mucho, hasta que Sandra no me había preguntado si me gustaba, no me había puesto a pensar en ello, y sí, el asunto era que me engañaba cuando decía que era por mi madre, era por Iván, él estaba quitándome el sueño. Cuando salió del café, corrí hasta alcanzarlo en el estacionamiento. Se podría decir que me había confesado que yo también le gustaba. Me tenía abrazada, pegada a su cuerpo, sentir su calor, su musculosa figura y sus grandes manos recorriendo mi espalda, generaron en mí un sinfín de espasmos, tantos que creí correrme en sus brazos sin que él lo supiera. En ese momento solo podía pensar en que quería que me besara con desesperación, tal es así que le dije que quería besarlo, que solo iría a la boda si me lo permitía hacerlo esa noche. Me dijo que sí, ¡otra vez dejó mi pelvis punzando! Para ese entonces, mi respiración era entrecortada, casi un
Capítulo 9 — Segundo padreIván:Luego de ayudar a Oriana a bajar del coche, su padre se acercó hasta él y la abrazó con fuerza, nunca vi una demostración así por parte de Isabel.—Mi ni*ña, ¿te encuentras bien? —le dijo separándose de ella y tomándole el rostro con ambas manos—Sí, papá, estoy bien… —protestó ella un poco fastidiada ante tanto afecto—Me tenías preocupado, ¿seguro no te sucedió nada? —y la besó en la frente —te ves terrible, estás traspirando y desalineada, tú no eres así, por eso te pregunto—No, papá, estoy jodidamente genial, no podría estar mejor, he pasado la mejor tarde de mi vida y eso implica desarreglarme un poco —yo miré hacia abajo tratando de disimular mi sonrisa. Ella me miró de una manera cómplice —Muchas gracias, Iván por haberme recogido y traído a casa —se acercó a mí y me depositó un beso en la mejilla, quise mat*arla en ese instante, me estaba haciendo pasar un momento muy incómodo frente a su padre, ella lo sabía, por eso lo hizo, era una especie