—¿Qué haces? ¡Apúrate! ¿Acaso crees que el bebe esperará a que tú llegues para nacer? —Le dice Macarena a Gregory que, totalmente abrumado, tomaba cosas a lazar y las metía en la pañalera. —¡Dios! No puedo creer que fueran tan descuidados, y aún no tuvieran nada listo. —Lo íbamos a hacer en un par de días, se supone que nacerá en dos semanas más, no pensé que se adelantaría. —Pues eso te enseñará a estar siempre preparado. —Lo ayuda y salen rápidamente de la casa. ... —¿Cariño, cómo va todo? —Le pregunta Macarena a Mariano por teléfono, mientras va en el auto con Greg. —El doctor está preparando todo para ingresar a la sala de partos. (¡Ahhhhhhh!) —Se escucha un grito al fondo, mientras hablan. —¡Oh rayos! Dime, por favor, que la que está gritando no es Lucía. —¿Lucia está gritando? —Frena en seco, asustando a Macarena, a quien le arrebata el teléfono de las manos. —Lucia, mi amor... ¿Estás bien? Espera, pronto estaré contigo. —Pues más te vale, porque tiene c
#Nota: ¡Hola! Me siento feliz de iniciar esta nueva novela que espero les guste. Como siempre, les recuerdo que lo que aquí está escrito es producto de mi imaginación, aunque esta estará basada en algunos hechos reales, y que al igual que mis novelas anteriores, esta novela está clasificada +18, por lo tanto, se podrán encontrar con escenas de sexo o violencia no moderada. También, les aclaro que mis novelas no siempre son una oleada de felicidad, y que mi intención, es siempre dejar un mensaje. Gracias por animarse a leer otra de mis historias y apoyarme. Pueden seguirme en mi página de Facebook Maxxi Mendoza escritora. Un abrazo *** Era el aniversario número 5 de Lucia Nashville y Santiago Riquelme. Una pareja que llevaba más de 15 años juntos, desde que se conocieron en la secundaria. Lucia era una ávida diseñadora de modas, dueña de Rose Green, una casa de modas que en los últimos años era muy cotizada, gracias a los diseños innovadores que ella creaba. Santiago, era un cont
—¡Creo que iré por más té! —Afirma con labios temblorosos Lucia, después de escuchar a Santiago, y escapa a la cocina, donde no puede parar de llorar. De pronto, siente como una mano toca su espalda, y se gira con algo de esperanza, creyendo que puede ser su esposo, que fue a buscarla arrepentido por lo que dijo, pero es Lorena. Sin poder evitarlo, se lanza sobre los brazos de su hermana, con quien no tiene una relación muy cercana desde que eran adolescentes, debido a las inseguridades de Lorena en ese entonces. Sin embargo, para Lucia, ella sería por siempre su hermana, y desde que volvió de Europa hace un año, derrotada por una fallida relación, donde un hombre rompió su corazón, su única intención ha sido ayudarla a resurgir. Ahora es el rostro de Rose Green, y su carrera como modelo, va viento en popa. —¿Por qué lloras así? ¿Acaso alguien se murió? No deberías darle el gusto a ninguno de ellos de que te vean así. —Le dice Lorena, que la aparta con sus manos y la mira fij
—¡No entiendo suegra! —Dice un poco desconcertada Lucia que no entendía el porqué Rosaura tenía unos documentos preparados para que ella le cediera todo a Santiago. —Es simple. —Empieza a caminar de un lado a otro la mujer. —Si Santiago se divorcia de ti, perdería todo, tú tienes una empresa, la mitad de todos los bienes son tuyos. Eres exitosa y puedes salir adelante fácilmente, pero mi niño, ¿mi niño que tiene? Un maldito puesto en tu empresa, gracias a que hizo a un lado sus proyectos por ayudarte a crecer a ti. —¡Yo no le pedí que lo hiciera! —¡Ja! Pero qué desagradecida resultaste. Ya veo que te importa más el dinero y las cosas materiales que mi hijo. ¡No lo mereces! De inmediato, se siente mal Lucia, que había ido allí por ayuda para salvar su matrimonio, pero, en cambio, estaba siendo acusada de no amar a su esposo lo suficiente. ¿Acaso eso era lo que pensaban todos? Incluso Santiago? Recordó cómo en su aniversario, él usó las mismas palabras que ahora usaba
—Yo jamás te entregué mi empresa. —Si lo hiciste. ¿Acaso jamás leíste ninguno de los papeles que te pedía que firmarás? Lucia, que no puede creer con la frialdad con la que Santiago le cuenta todo, pierde el control nuevamente. —¡Maldito! Me estuviste estafando… Te juro que te haré pagar. Jamás te quedarás con lo que es mío. —Sin poder controlarse, lo golpea una y otra vez, y Santiago, deja que desquite su ira con él, consiente de que aunque ha sido cruel, la culpa lo carcome. Cansada de golpearlo, se deja caer al suelo, sudorosa y agitada, llorando de forma desconsolada. —Parece que ya te has cansado de golpearme. Espero, y de alguna manera, eso sirviera para calmar tu ira. Santiago camina hacia la puerta, dejando a su esposa hecha un manojo de lágrimas. Antes de salir, se gira para decirle una última cosa. —Me iré hoy de la casa, así que te pido que firmes los papeles. Lucia se levanta, y lo mira con odio. —No tienes por qué, después
En la cama, a punto de morir, está el gran Máximo Capone, reconocido por ser el dueño de varios viñedos, y el máximo exportador de vino del país. Un hombre cruel y de mal carácter, que ha vivido solo desde hace más de dos décadas, cuando perdió a su mujer e hijos en un trágico accidente que lo sumió en el dolor. El hombre, quien no esperaba más que morir, tenía miedo de que su alma se pudriera en el infierno, por todas las atrocidades que hizo de joven. Como violar a una de sus empleadas, a la cual embarazó y lanzó a la calle sin piedad a pesar de llevar un hijo en su vientre, al que despreció hasta el día de hoy, y quien resultó ser su única familia. Temeroso de lo que le espera al morir, decide reconocerlo y dejarle toda su fortuna, con la egoísta intención de ser redimido de sus pecados. —Gregory, acércate… —Le pide el hombre, después de firmar, reconociéndolo como único heredero de la fortuna Capone. Espera pedirle perdón al hombre de más de 30 años, de 1,85 de estatura, de m
Las malas noticias son las primeras en saberse, y la muerte de Lucia, no era la excepción. Muchos estaban desconsolados por la sorpresiva tragedia que hoy los enlutaba, empezando por Macarena, que se recriminaba y culpaba por no haber sido más insistente con su amiga. Sabía que algo pasaba, y que Lucia no estaba bien; sin embargo, prefirió confiar en ella, sin siquiera pensar que esa sería la última vez que escucharía su voz. La Policía no había encontrado un cuerpo, y los investigadores asumieron que la mujer había salido expulsada del auto, y que había caído al barranco, ya que encontraron, el cinturón y el ventanal frontal completamente rotos. Identificaron a la víctima, por la placa del auto, y los papeles que estaban en el asiento trasero en su bolso. Un altar, lleno de flores y una foto, fueron la representación para llevar a cabo el funeral simbólico, porque no había un cuerpo que enterrar. Macarena, realmente destrozada, lloraba aferrada a la foto de su ú
Ya habían pasado tres días desde que había ocurrido el accidente de Lucia, ella recién despertaba, recobrando el conocimiento, sintiendo su cuerpo pesado y adolorido. Un fuerte dolor punzante en la cabeza la molestaba. —¿Qué ha pasado? ¿Dónde estoy? —Pregunta la mujer que tiene mucha sed. —¡Vaya! ¡Hasta que por fin despertaste! —Comenta de forma despreocupada un hombre que está de espaldas observando por la ventana. —¿Quién eres tú? —Pregunta intentando recomponerse sobre la cama de hospital. —Soy quien te salvo de morir, Lucia —Se gira dándole la cara a la mujer que queda por un momento anonadada por lo atractivo que es el hombre que le parece haber visto antes. —¿Morir? —Se sorprende, y a su mente vienen los recuerdos tormentosos del accidente. Con ambas manos, agarra fuertemente su cabeza, y cierra los ojos, muy asustada por la sensación de vértigo y miedo. De pronto, una cálida mano, sobre su hombro, la calma. —Llovía y manejabas a alta velocidad. Le dije a mi co