Greg, que permanecía callado mientras escuchaba las aburridas anécdotas del señor Portella, esperaba el momento preciso para poder hablar sobre la venta de los viñedos. —¿Todo bien? —Le pregunta María, que estaba junto a él, pues no se le había despegado ni un solo segundo en toda la noche. —Sí, es solo que... —Mira su reloj. —Ya es un poco tarde, y realmente me gustaría cerrar de una vez por todas el trato con tu padre. —Lo sé, pero no desesperes. Conozco a mi papá, y si está contándote todas sus historias, es porque realmente le agradas. Te aseguro que te venderá sin chistar. El hombre asiente, y espera pacientemente un rato más. —No sabe el honor que es para mi familia que nos acompañe el día de hoy, señor Charmes. Espero, no haberlo aburrido con mis historias. —Le dice el padre de María, que realmente parecía gustar de él. —No, para nada. Fueron muy entretenidas, aunque no niego que me habría gustado que terminaran un poco antes. —Bromeas, y el resto de invitad
Lucia, que arreglaba algunas prendas nuevas que había creado, cae en cuenta de que el matrimonio de Macarena, será en una semana. —¡Rayos! Me concentré tanto en mi trabajo, que me olvide pro completo de la boda de Macarena. —De inmediato, deja lo que está haciendo, y sale a toda prisa a llamar a Macarena, pues aún no sabía prácticamente nada de la boda, salvo que sería en Sicilia, Italia, pero no sabía la etiqueta, que regalo le gustaría, en que hotel sería, ni siquiera sabia con quien se casaría su mejor amiga, lo que a estas alturas era inaceptable. Aún no entendía por qué la mujer seguía insistiendo en mantener en secreto la identidad de su prometido, no es como si lo conociera... Pero y si... Frente a la cabina telefónica, mientras Lucia espera su turno, piensa en ello. ¿Por qué razón, Macarena ocultaba la identidad de su novio? ¿Acaso lo conocía? Es su turno de hacer la llamada, y está dispuesta a obtener una respuesta el día de hoy. —Maca... Soy Lucia. ¿Cómo has est
Gregory, que caminaba velozmente, se detiene en seco, frente a la puerta de la habitación. Se arregla el traje, respira un par de veces, y finalmente toca la puerta… Nadie abre, así que instintivamente la fuerza un poco, pero apenas toca la manija, esta gira sin complicación. —¿Cómo puede ser tan confiada? Ha dejado la puerta sin seguro. —La cuestiona y entra a la habitación, donde de inmediato observa tendida a la mujer sobre la cama. —Está completamente noqueada. —Se agacha, observando el hermoso rostro de Lucia que le parecía increíble estar viendo. —¿En serio eres tú? ¿En serio estás aquí? —Acaricia con la yema de sus dedos sus mejillas mientras su corazón late rápido y con fuerza—¡Tan hermosa! —Sus dedos bajan a sus labios, y se siente tentado a probarlos una vez más, pero el mero roce es electrizante para él. Un susto inesperado se lleva cuando los ojos de la mujer se abren de par en par, y completamente aterrada por la figura sobre ella, lanza un grito ensordecedor.
—¿Es mi imaginación, o pareces estar emocionada por mañana quedar con Gregory? —Le pregunta Macarena a Lucia, mientras esta la acompañaba a su habitación. —No voy a negarte que verlo movió todas mis fibras. —Macarena lanza un chillido de emoción. —Pero, no sé si él sienta lo mismo que yo. —¿De qué hablas? El hombre se muere por ti... —No lo sé Macarena, y no quiero hacerme ilusiones. —Se detienen junto a la puerta. —Por cierto, ¿no te molesta que Mariano tenga una despedida de soltera? —¡Para nada! Si te soy sincera, creo que es bueno que se divierta. El pobre desde que llegue a este país, no ha hecho más que estar pegado a mí todo el día, para que yo no me sienta sola, y aprenda rápido el idioma. —¿Entonces vivirán aquí? ¿Estás segura de que no extrañaras Estados Unidos? —No dire que no, pero digamos que estar con Mariano lo vale. Y tampoco fue una decisión que él me impusiera, por el contrario, fui yo quien quiso venir. —¿Estás feliz? —¡Mucho! Más ahora que est
—No tienes que seguirme. Estoy cansado María, vete a dormir tú también. —Le dice Greg, que cae sobre la cama tendido boca arriba. —¡Lo haré! —Comenta la mujer con tal grado de malicia que se acuesta a su lado, y aprovechando que está borracho con su mano, empieza a acariciar su pecho por encima de la camisa. Sutilmente, libera los botones, descubriendo el torso del hombre, y ver su cuerpo la hace tragar saliva. Realmente le gustaba Gregory, y tenía que ser suyo. Esta oportunidad no podía dejarla pasar. Pone su mano sobre la piel visible, pero de inmediato y sin esperarlo es agarrada fuertemente. —¡Largo! —Le dice al abrir los ojos y verla con desprecio mientras aparta su mano con brusquedad. —La mujer se aleja, y las lágrimas asoman en su rostro, mientras observa cómo Gregory se da la vuelta y se queda finalmente dormido. —¡Ja! ¿Incluso ebrio te atreves a despreciarme? Maldito engreído… —Furiosa, no quería darse aún por vencida, así que sus planes seguían siendo los mismos,
Hace tiempo no era besada, pero sus labios recordaban el calor de los suyos. Le permitía tomar su boca con desenfreno, no quería que parara. Todo su cuerpo respondía a ese beso, apasionado y perfecto, que incluso estaba haciendo que se mojara. Ya estaba excitada, sus manos se aferraban a él, para no permitirle irse. Era un beso que ambos necesitaban, que extrañaban. Sin poder detenerse, caminaban sin darse cuenta hacia la playa. Un tropiezo en la arena de parte de la chica, los hicieron caer y quedar uno sobre el otro. Lucía, tenía una amplia sonrisa, mientras reposaba su frente contra la de Greg. —¡Te extrañé tanto! —Susurró, y él, de forma inesperada, simplemente se apartó, dejando caer a la mujer hacia un lado. —¿Pasa algo? —Preguntó confundida. —¿Acaso es por María? Lo siento... me dejé llevar. Tú tienes novia, y no es justo para ella... —María no es mi novia. —Le confirma el hombre, que parecía ofuscado, y que se levanta rápidamente, mientras sacude la arena de su ropa
—¿Pero qué rayos pasa en mi vida? —Llora desconsolada frente a la playa. —¿Dónde quedó la mujer que sabía lo que merecía y no volvería a llorar por ningún hombre? ¿Ah? —Se pregunta así misma en forma de reproche. —¡Tonta! A esto te exponías al regresar. Obvio que iba a llorar por él, si me rechazaba. Después de todo, él no es cualquiera, él siempre lo ha sido todo. —Respira profundamente, se limpia las lágrimas y se dirige a su habitación. Observa las luces encendidas de la habitación de Gregory, y de pie frente a su puerta, como si él estuviera oyéndola, dice: —Tan enamorada estaba de ti que renuncie a tu amor y me aparte del mundo para que en tu vida no tuvieras que sacrificar nada por mi culpa, y ahora tan enamorada estoy que también puedo entender que ya no me quieras. —Se da la media vuelta y entra a su cuarto, empaca sus cosas y se va. —Lo siento… —Es lo último que dice a mitad de la noche frente a la puerta de Greg, y se marcha, con el corazón roto. *** A la mañana
—¿Qué haces? ¡Apúrate! ¿Acaso crees que el bebe esperará a que tú llegues para nacer? —Le dice Macarena a Gregory que, totalmente abrumado, tomaba cosas a lazar y las metía en la pañalera. —¡Dios! No puedo creer que fueran tan descuidados, y aún no tuvieran nada listo. —Lo íbamos a hacer en un par de días, se supone que nacerá en dos semanas más, no pensé que se adelantaría. —Pues eso te enseñará a estar siempre preparado. —Lo ayuda y salen rápidamente de la casa. ... —¿Cariño, cómo va todo? —Le pregunta Macarena a Mariano por teléfono, mientras va en el auto con Greg. —El doctor está preparando todo para ingresar a la sala de partos. (¡Ahhhhhhh!) —Se escucha un grito al fondo, mientras hablan. —¡Oh rayos! Dime, por favor, que la que está gritando no es Lucía. —¿Lucia está gritando? —Frena en seco, asustando a Macarena, a quien le arrebata el teléfono de las manos. —Lucia, mi amor... ¿Estás bien? Espera, pronto estaré contigo. —Pues más te vale, porque tiene c