Joaquín y Cristal, se estaban preparando para la boda, había logrado esos cuatro meses librarse del compromiso, porque Conrado estaba entretenido en resolver los problemas relacionados con Sergio, Graymond, y no había tenido tiempo de estar pendiente de que su ahora amigo cumpliera su palabra de cas
La ceremonia fue hermosa, con una decoración exquisita y un ambiente lleno de amor y alegría. La novia, Cristal, caminó hacia el altar con su padre, con el corazón latiendo rápido y emociones encontradas en su interior. Joaquín la miró con una sonrisa llena de amor y cariño. Se sentía afortunado de
El disparo resonó en el lugar, la gente corría despavorida de un lado a otro para resguardarse de los disparos, todos gritaban desesperados. Pero en el suelo yacía una mujer herida y enseguida apareció un hombre vestido con un uniforme camuflado de negro, con el rostro cubierto con un pasamontaña,
—No siento nada por ti, no me produces ningún sentimiento ni bueno ni malo —respondió ella con frialdad. Amador sintió una punzada en su corazón, pero trató de mantener la compostura. —No te creo —pronunció. Enseguida para darle fuerza a sus palabras, tomó a Lea por la nuca y la acercó a él, besó
Cuando llegaron, el hotel era lujoso y elegante, la habitación estaba decorada con rosas y velas, creando un ambiente romántico. Cristal se sintió como una princesa, y él como un gran señor en un castillo. Joaquín miró a Cristal con una mezcla de amor y ternura en sus ojos, ella era lo más maravill
Se quedaron un rato más en la cama, él dándole suaves besos, mientras ella suspiraba de placer, ambos disfrutando de la calidez de su amor. Luego, se levantaron y se prepararon para desayunar, para después irse de viaje de su luna de miel, habían dejado a su hijo con sus tíos Conrado y Salomé. De
Conrado y Salomé estaban sentados en un banco del jardín tomados de la mano mientras veían a sus hijas jugar con sus muñecas. Con la otra mano él acariciaba el prominente vientre de su esposa. —¿Te sientes bien? ¿No te duele nada? —interrogó un preocupado Conrado. —Estoy perfectamente, con un ant
Mientras tanto, Graymond ayudaba a Fabiana a combinar sus accesorios. Las niñas estaban muy felices compartiendo ese momento junto a su abuelo y sin duda disfrutando de su compañía.—Abuelo, vamos a jugar al escondite en el jardín —propuso Grecia y el hombre asintió. Inmediatamente, las niñas co