Los minutos pasaron lentamente mientras Graymond luchaba por procesar la terrible noticia. El dolor en su pecho se volvió insoportable, y las lágrimas fluían por su rostro sin cesar. Se sintió abrumado por el peso de sus acciones pasadas y por la pérdida de la mujer que había amado. Kistong permane
Los maltratos de algunas cuidadoras, que muchas veces la despojaban de las cosas para dárselos a otro, cuando la castigaban sin darle comida y la enviaban a dormir así, y muchas veces ni siquiera agua le daban, pero lo más triste era los años solitarios, pensando en su abandono, mientras esperaba po
Sergio se apartó de ella y comenzó a caminar de un lado a otro de la habitación, tratando de procesar lo que acababa de descubrir. Comenzó a hiperventilar, mientras miles de preguntas surgía en su interior ¿Cómo podía ser que la mujer que había secuestrado para vengarse de Conrado fuera la copia fi
—Entonces... todo este tiempo he estado persiguiendo a la persona equivocada. He estado cegado por la sed de venganza… he cometido terribles errores. He lastimado a personas inocentes —murmuró Sergio, sintiendo el peso de su culpabilidad. Salomé asintió comprensivamente, liberada de sus ataduras, p
Conrado la sostuvo en brazos, preocupado por su estado. La adrenalina de la situación había pasado y ahora su cuerpo ya no soportaba la tensión emocional. Graymond se acercó preocupado, comprobó que se encontraba inconsciente, intentó quitársela de los brazos a Conrado, pero este no dejó. —A mi es
—Yo… lamento tanto todo lo que has pasado. Aunque no podemos cambiar el pasado, pero si podemos construir un futuro mejor, me alegra haberte conocido —dijo Salomé entre sollozos. Sergio la abrazó con fuerza, sintiendo el amor y el perdón en ese gesto. —A mí también, saber que mi hermana no murió e
Salomé no se movió, manteniéndose firme ante Sergio, sabiendo que no podía permitir que tomara una decisión tan drástica y mucho menos que le causara daño a su padre, porque a pesar de que no estaba del todo contenta con él, lo quería y no deseaba que le hicieran daño. Miró a los ojos a su tío, bu
—Te prometo que no descansaré hasta encontrarlos —dijo Graymond—, tengo una deuda moral con Graciela, y aunque ya no pueda hacer nada por ella, puedo hacerla por sus hermanos. —Yo también pondré a mis hombres a investigar, y ayudaré en lo que pueda —dijo Conrado. —Gracias, de verdad me alegra que