Poco a poco fue bajando por el cuerpo de ella, besando cada parte de su piel, hasta que sus labios se posaron en la boca de Salomé, bebiendo de ella, impregnándose de su sabor. Su deseo se agitaba en su interior, queriéndose fusionar como si fueran uno solo, mientras su respiración se hacía más fuer
—Lo sé y debo confesar que lo hice precisamente porque eso te iba a enojar, quería que pudieras sentirte cómo yo me sentía… me dio tanta molestia, te juro que lo siento, fue un acto impulsivo, no podía tolerar que terminaras sacándome de la subasta y que ese idiota de Graymond hubiese ganado para es
—Esto se ve delicioso —, ella tomó una cuchara, y fue dándole porciones para que comiera. Los sabores y los aromas de la comida que Salomé había preparado con tanto esmero provocaron un infinito placer en él, tanto que terminó gimiendo de placer y es que cada bocado era una explosión de sabor en su
Conrado llegó a la casa de sus padres, cuando entró ellos estaban en la sala de estar. Las niñas lo escucharon llegar y salieron corriendo, él las abrazó y cargó una en cada brazo, pero cuando vio a su sobrino Gael llegar corriendo detrás de ellas, las bajó para cargarlo a él, porque había empezado
—Perfecto, ubíqueme en un lugar donde la mesa del señor Graymond sea visible, pero que la mía no sea visible para él. No quiero llamar la atención, pero debo asegurarme de que todo esté bien. El maître asintió y los condujo a una mesa estratégicamente ubicada. Conrado se sentó en el extremo donde
Y ella lo tomó suavemente del brazo y lo sacudió, porque la tenía encantada con su relato.—¿Y luego?—De allí me enamoré de ella, la empecé a cortejar, salía con ella, me reía, me divertía. Hasta que un día la llevé a mi fiesta de cumpleaños a conocer a mi familia, pero eso fue un error mi tío la
El hombre observó desde una mesa cercana a la pareja comiendo, miró a su alrededor, y en ese salón no había, sino un par de comensales más y en el espacio lateral, un hombre con dos niñas en una mesa lejana, aunque no estaba en una posición de poderlo ver bien. Dejó de prestar atención a otros y vo
Salomé se zafó de su agarre y se levantó mirándolo con desprecio, el hombre también lo hizo, sin ocultar su actitud hostil—No tiene nada que temer de mí, no soy alguien que pierde el tiempo en sabotear eventos de beneficencia. Tengo cosas más importantes que hacer en mi vida, por ejemplo, si la qui