Joaquín se separó un poco de ella y le susurró al oído:—Me alegra que no me hayas olvidado… porque lo que soy yo, no puedo dejar de pensar en ti día y noche, invades mis sentidos, no hay ningún momento en el día en que pueda alejarte de mi mente y ahora que te tengo aquí, a solas y en la oscuridad,
—¿Cómo así? —Quizás si le guste, pero creo que es un mujeriego, que tiene algo contigo y por eso le huye. —¿Tú crees? —interrogó ella esperanzada. —Dile a tu amigo que se dedique a cortejarla, a hacer cosas que lo ayuden a mejorar su oportunidad con ella, estoy seguro de que cuando Lea vea eso, n
Sin pérdida de tiempo, Joaquín continuó explorando el cuerpo de Cristal con sus manos, acariciando cada curva y haciendo que su piel se erizara de placer. Poco a poco, fue quitándole la ropa, deslizando sus manos por su piel desnuda y besándola con pasión. Cristal se entregó por completo a Joaquín,
Cristal se sintió totalmente entregada a su amante y cada sensación era más intensa, sus cuerpos se agitaban con el deseo y el amor que sentían el uno por el otro. Estaban unidos de manera indestructible, y la pasión que sentían no conocía límites. Joaquín notó todos esos cambios en su cuerpo, y au
—¡Nooo! Joaquín —volvió a gritar Cristal llorando mientras trataba de detener el sangrado con sus manos, al mismo tiempo que lo besaba —, te juro que si sales de todo esto me caso contigo mañana mismo. Los gritos de Cristal, penetraron en la bruma de la inconsciencia de Joaquín y escuchó sus últi
—¿Crees que estoy para chistes, cuando el hombre que amo está herido y puede morir? Y yo en vez de aprovechar y estar tranquila con él, comencé a pelear, salí de la habitación y él me siguió… ¡Diablos! Conrado, si no hubiésemos discutido habríamos estado en la cama y entonces hubiésemos muerto —dijo
—Mis hijas no van a tener novios, van a ser monjas —respondió Joaquín con seriedad.—Estoy de acuerdo contigo, pero hasta para que se consagren a Dios, deben hacer una ceremonia, entonces no exijo menos para Cristal Joaquín, porque de lo contrario también puedo meter a mi hermana, a monja.Joaquín y
Salomé retrocedió ante la mirada amenazante de Conrado, pero luego se recompuso y lo miró con determinación.—¡¡No te atrevas!! No me vas a obligar a hacer nada, que no quiera Conrado Abad. Y no voy a regresar a tu lado, hasta que no me pidas disculpas —expresó desafiante. Conrado la miró muy enoja