—¡¿Joaquín?! ¿Qué haces aquí? —preguntó, sorprendida y confundida. Joaquín la miró con intensidad, sus ojos revelaban una mezcla de emociones. Salomé pudo ver la tristeza, el arrepentimiento y una chispa de esperanza en su mirada. Se acercó con paso lento, y luego se arrodilló frente a ella, sost
Justo en el momento en que Conrado se marchó, Salomé se separó del beso y miró a Joaquín, sorprendida por su osadía. Con el corazón latiendo a mil por hora de la indignación, lo empujó con tanta fuerza apartándolo de ella que este terminó tambaleándose, luego extendió su mano y lo abofeteó. —¡No me
Con un fuerte suspiro, Salomé habló, con firmeza. —Joaquín, si quieres ver a Fabiana, debo hablar con Conrado, es él quien va a decidir si te quiere en la vida de su hija y en cuanto a Grecia… —comenzó a decir y él la interrumpió. —No renunciaré a ella, y si no podemos llegar a un acuerdo, entonce
Salomé no podía creer lo que estaba escuchando, ¿cómo podía pensar que ella estaba enamorada de su ex? Entonces, se dio cuenta de lo que había pasado. —¿Nos viste besando? —inquirió ella y él hizo una mueca de disgusto. —Por lo menos lo reconoces —dijo poniendo distancia entre ellos, mientras rech
—Y yo te amo a ti, con todos tus defectos, porque eso te hace un hombre adorable, perfectamente imperfecto —pronunció ella con una sonrisa mientras empezaba a moverse encima de él, no debió hacer mucho esfuerzo, porque pronto su excitación se hizo notar en la dureza de su entrepierna. —Usted anda b
—Soy más que eso… el amor de tu vida, al hombre que amas y sobre todo quien te ama más que nada en la vida. Además, ¿Qué pasa si no quiero invitar a mi boda a toda esa gente? —Yo no sé, porque mis únicos invitados son Fabiana y a Grecia —él vio la mirada de tristeza en sus ojos, mientras él le aca
Cristal sonrió al ver la cara de incredulidad de Imelda, por el rostro de felicidad de su hermano, como poco lo había visto, era notorio que había arreglado las desavenencias con Salomé; su madre también sonrió aliviada, porque se había dado cuenta de que su hijo, mostraba una faceta relajada que nu
—¿Acaso puede haber algo allí que cambie la situación entre nosotros? —interrogó con preocupación Salomé. —Un testamento no cambiará mis sentimientos por ti, no te preocupes —le dijo acariciando su mano suavemente. —¿Y ahora como haremos para los invitados a quienes les dijiste que no habrá boda,