En los mensajes el chef Montgomery decía que estaba muy arrepentido de lo que había hecho, y que nunca pretendió hacerle daño al trillizo, solo quería hacerla sufrir por haberlo rechazado y haber aceptado al hombre ruso de vuelta en su vida. Oliver decía amarla más que a nada en su vida y que solo deseaba poder verla para explicarse mejor en persona, que le diera la oportunidad de verla por los viejos tiempos. Sergey leía los mensajes detenidamente. Primero moría antes que permitirle ver a su amada Isabella de nuevo, y mucho menos a solas. — Ese imbécil si que enloqueció por completo, No vas a verlo, que se olvide de eso. Además Isabella, estos mensajes me dicen que ha estado muy cerca, sabe que tienes guardaespaldas y que los trillizos también los tienen. Cómo no puede acceder a ustedes o a mí. El hombre está desesperado. — No puedes estar hablando en serio, Sergey. Eso quiere decir que nos ha estado acechando. ¡Qué horror! Me aterra pensar que pueda volver a llevarse a un
Los hombres estuvieron conversando un poco más sobre el inusual encuentro del abogado con esa jóven de cabellos largos castaños y ojos bellos y tristes. — Tienes que buscarla, Adriano, salir de dudas, Nunca antes me habías contado de alguna chica que te hiciera sentir así. — Necesitaría buscar... Creo que tienes razón. Pero ahora hablemos a lo que vine. Sobre el trámite para que tus trillizos lleven tus apellidos. Esta hecho. Alexander, Aleksey, y Alexandro, son oficialmente tus hijos legítimos. Herederos legales Ivanov Rossi. A Sergey le complacía bastante escuchar que sus queridos hijos ya llevaban su apellido y el de Isabella. — Eso me tenía con pendiente, mírame, casi muero y mis hijos sin ser legalmente míos. Eso solo les traería problemas al momento de heredarme. Nunca falta quien se quiera aprovechar de la situación. — En eso tienes razón, pero despreocúpate, ya no vas a tener ese gran pendiente. Pero dime, ¿Cómo te encuentras tú? A decir verdad te ves bastante jod
Griselda estaba herida, un poco mejor y ya sanando de los golpes pero eso le importaba poco. Ella quería saber de su hijo. — Cariño, no te alegres, el bebé sigue con nosotros, no se ha ido, es fuerte y a pesar del golpe se quedó con nosotros. — El CEO tocaba las mejillas de su esposa y la confortaba. — ¿Me estás diciendo la verdad, Ismael? No juegues con algo tan serio... — Nunca te he mentido en nada, Griselda, No suelo mentir... nunca. Sigues embarazada, ahora tenemos que cuidarte diligentemente, yo... Siento mucho no haberte cuidado como debía. Mi descuido casi te cuesta la vida. ¡Sabía que esa desquiciada había tenido que ver con tu accidente, pero no se va a quedar así! — Grace quiso matarme, Ismael. No le importó que esté embarazada, ella no tiene corazón. — Griss comenzó a llorar desgarradoramente, sabía que su hermana no le tenía mucho cariño pero nunca la creyó capaz de intentar asesinarla. El CEO se sentó en la cama y la abrazó a su pecho. A su esposa le dolía de
Las palabras de Sergey eran música para sus oídos. Quería salir del hospital más que nada pese a que estaba delicado. — No lo sé, me parece que todavía no se encuentra del todo bien. Quizás debería permanecer más tiempo en el hospital. — ¿Que? ¡No, no es necesario, podemos contestar un enfermero y un doctor de cabecera que me revise todos los días! Isabella, ya no quiero estar más aquí, quiero ir a casa con los niños. Al equipo de médicos les extrañó ver qué el frío CEO mostrará vulnerabilidad. El por lo general era callado y distante, solo hablaba para preguntar algo sobre su salud y ya no se dirigía hacia ellos más. — Sergey, ¿Estás seguro que ya te sientes con las suficientes fuerzas para volver a casa? No quisiera que tuvieras una recaída y que tuviéramos que lamentar el haberte llevado antes de tiempo. — Estoy completamente seguro. Asignenme uno de los mejores doctores y hagan el papeleo para marcharme de aquí. — Está bien, le aplicaremos medicamento fuerte para do
Ese mismo día Sergey era llevado por la bella chef a su villa. En el camino aunque iba despacio cuidado que el CEO no sintiera tantas molestias. hubo ocasiones en las que tuvo que frenar de golpe por algún auto que se atravesaba. Sergey mal miró a su mujercita bastante dolorido. — Tu... ¿Lo estás disfrutando cierto? Me estás cobrando algo y por eso conduces como competidor de la fórmula F1, ¿Cierto? — Claro que no Sergey, estoy tratando de hacer esto lo mejor posible. Pero ya veo que no está funcionando, ¿Te duele mucho? — Isabella hizo una cara graciosa mientras preguntaba. — Noooo, solo siento que se me van a salir los intestinos. — El ruso hacia una expresión de dolor. — Dios, pero que exagerado hombre tengo aquí. Dijiste que querías venir como un valiente ruso. De haber aceptado venir en la ambulancia habrías estado más cómodo y sin tanto dolor. — ¡Jamás...! No les dijiste nada a los chicos, ¿Cierto? Quiero que sea una sorpresa. Me han estado llamando para decirme q
Muy, pero muy en contra de su voluntad, el CEO Ivanov no tuvo más remedio que dejarse cargar por los fuertes guardaespaldas, el iba inmóvil mientras tanto, no iba a tocarlos para nada. Los trillizos veían a su padre ser alzado y llevado por las escaleras. No lo perdían de vista con sus grandes ojos azules. Isabella iba justo detrás de ellos, la mujer trataba de calmar al enfadado hombre. — Ves que no es tan malo que te carguen a la habitación, ¿Eh? A veces tienes que dejar que otros te den una mano. — Isabella, nunca jamás vayas a contar esto. Debes guardarme el secreto.... ¡Tú, me bajas apenas subamos las escaleras! — Si señor. — Respondió el guardaespaldas. — ¡Wowww... Mario es muy fuerte, él puede cargar a papá! — Alexandro estaba sorprendido. El CEO dió una mala mirada al hombre por qué su hijo lo eligió. — No, no es así Alexandrito. El jefe es más fuerte que todos nosotros juntos. — Aaahhh, si, eso es verdad. Al CEO lo acomodaron en la cama, Isabella le
Isabella Rossi, salía de la mansión Ivanov, a altas horas de la madrugada. Su jefe le había pedido cocinar para él porque no comía de lo que los chefs que tenía a su servicio cocinaban y ella como siempre no se había podido negar En los dos años que llevaban de relación jamás había podido negarse a nada que le pidiera, él tenía en sus manos su voluntad, sabía que era solo su amante y que no podría aspirar a nada más, que Sergey Ivanov, nunca la iba a amar aunque quería pensar que si, y es que ella lo amaba con todo su corazón, ese hombre cruel y frío lo era todo para la hermosa Isabella El frío le helaba los huesos, Isabella trataba de mantenerse caliente en el taxi y cubrirse lo más posible con su abrigo, pero justo en ese momento un dolor en el vientre al que le siguió un sangrado que manchó su ropa la hicieron quejarse, al principio pensó que le había llegado el periodo pero algo no se sentía como siempre, sudaba frio mientras se llevaba las manos al abdomen tratando de calma
Por un momento Isabella, pensó que había escuchado mal, ella miraba al doctor sin poder creer lo que este decía, estaba tan aturdida que dejó de escuchar el ruido a su alrededor — ¿Bebés...? ¿Usted... está diciendo que son dos bebés lo que llevo en mi vientre? — Cada noticia era más impactante que la anterior, Isabella, estaba sola, sin su familia en la ciudad y siendo el padre de sus hijos un hombre tan frío y cruel, sentía que el mundo se le estaba viniendo encima, ella no pudo evitar dejar rodar sus lágrimas por sus mejillas, ante la mirada compasiva del especialista Isabella antes de conocer al CEO del que se enamoró, se imaginaba para ella una vida diferente, cumpliendo su sueño de ser chef, más ahora llevaba a sus hijos en el vientre y ni siquiera sabía cómo él tomaría la noticia, si querría o si odiaría a sus bebés — Por favor tome con calma lo que voy a decirle, recuerde que todo lo que usted sienta van a sentir los bebés, Y no queremos perderlos, ¿Cierto? — No...