Escuchar hablar a sus amigos como eran como padres, dejaba sin palabras a Ismael. Quizás como el no tenía en mente el tema de la paternidad, no lo había estudiado tanto ni con detenimiento. — Ustedes son unos malditos psicópatas, no sé como sus bellas esposas aceptaron casarse con ustedes, simplemente están de atar. — Exclamaba el CEO Rossi. — Estás exagerando, solo hacemos lo que debemos, ser padres permisivos solo perjudica la crianza de los hijos. Ahora vamos a una clínica, necesitan atención, parece que vienen de una fiesta de halloween con toda esa sangre. — Dorian sugería a los golpeados hombres. — Ahhh...Ahora qué lo dices ya me está comenzando a doler el rostro, también los labios y el abdomen. ¡Este salvaje tiene la mano pesada! — Renegó Ismael, del padre de sus sobrinos. — Tú no te quedas atrás, no te contuviste en nada, ¿Eh? Me diste con todo tu coraje. — Tal como te lo merecías, y hablando de eso, tú pagas la cuenta. — Ismael Rossi tomó su abrigo y se dirigió a
Los trillizos de la chef y del CEO ruso, estaban asomados por el balcón, su padre había vuelto y eso los alegraba mucho, no querían perderlo de nuevo. Así que salieron de su habitación para ir a su encuentro. Isabella ya estaba en la cocina preparando la cena, ella se ayudaba con la cocinera Pero le gustaba consentir a sus hijos con sus deliciosos platillos. El asistente Enrique que había pedido el despacho prestado a la dueña de la casa para trabajar, fue quien abrió la puerta para que el CEO entrara. — Pero que tardado es que te abran la puerta aquí. El asistente se le quedó viendo más de la cuenta a su jefe. Algo no andaba bien. — Pero... ¿Qué le sucedió, señor? Los niños venían bajando las escaleras lo más aprisa que podían. Cuando los regañó su padre. — No corran así, si caen se van a lastimar y será doloroso. — ¡Papá, ya llegaste! Creí... Creí que... Habías regresado a ver a la abuela Katerina y que no nos habías invitado. — El pequeño Alexandro no se callaba
Los pequeños diablillos miraban a su madre y a su padre con complicidad. Pero Isabella era un hueso duro de roer. — Si Sergey no me quiso en el pasado porque no le parecía lo suficientemente buena para ser su esposa, yo no tengo la obligación de quererlo ahora. Ya no soy la misma mujer de antes. — Ahhh... papá, debes esforzarte más en conquistar a mamá, dale muchos besos, tómala de la mano, hazle masajes en los pies, eso le gusta mucho. — El pequeño Alexandro le daba ideas a su padre. — Tomaré en cuenta tus consejos, Alexandro, ahora vamos a cenar, estoy muy hambriento. — Vamos, vamos, mamá hizo estofado de carne y de postre panqueques de plátano, Hmmm... delicioso — Aleksey le tomó la mano a su padre para llevarlo al comedor y Alexandro le tomó la otra. Alexander solo se les quedó viendo y suspiró antes de también caminar. Después de sentar a los trillzos, Sergey, se volvió a Isabella. — Querida, ¿Necesitas que te ayude con algo? — Claro que no, Estás muy lastimado
Isabella pestañeaba con sus grandes y hermosos ojos azules en dirección del empijamado hombre, su aroma masculino la atraía como una polilla a la luz. — Mujer, ¿Dónde creías que iba a dormir, en el piso? Esta helando, ¿Me quieres matar de una neumonía? Incluso la cama está fría, si no nos damos calor mutuamente voy a morir de frío. — Sergey, eres un hombre ruso, estás acostumbrado al frío. ¿Por qué te estás quejando como niño pequeño? ¡Deberías estar en la habitación de los niños cuando te estás comportando como uno! El CEO ruso acortó la distancia y tomó los labios de la mujer, Isabella trataba de resistir y no ceder ante el calor que recorría todo su cuerpo, su corazón estaba latiendo a mil y sin darse cuenta ya estaba correspondiendo a los apasionados besos del hombre que seguía amando a pesar de que lo trataba de negar. — No soy un niño, soy un hombre... tú hombre... Sergey recorría las delicadas curvas del cuerpo de Isabella por arriba del pijama, pero en movimiento
Al día siguiente la asistente ojiverde no revisó su celular, su padre y ella salieron con rumbo a la clínica después de pasar por toda una osadía para bajar los escalones de la gran escalera que la mansión tenía. — Papá, gracias por acompañarme al doctor, sé lo ocupado que estás últimamente. — Eres mi princesa, estás lastimada, ¿Cómo no vendría a acompañarte? Por cierto querida, hoy tengo una cena con un CEO importante, me gustaría muchísimo que estuvieras presente. Grace también nos acompañará, sé que a veces es insoportable pero es importante para mí que esten en el comedor a las ocho de la noche. — Papá, pero... mírame, no estoy en condiciones de asistir a ningún evento o cena. Estoy herida, papá — La linda jóven se hacía consentir por su amado padre. Ellos tenían una relación muy unida y llena de cariño. (....) En la villa de Isabella, a ella se le había olvidado que la manija de la puerta de su habitación estaba dañada por tantos intentos de entrar de los trillizos,
Isabella y Sergey escucharon a su hijo y lo primero que pensaron es que habían sido atrapados con las manos en la masa... por segunda ocasión. — ¡¿Qué...? ¡Hay por dios, mi hermano está aquí! ¡Me va a encontrar contigo... y en esta situación tan bochornosa, carajo, carajo! ¡Sueltame, sueltame y sal de mi habitación, Si Isamel te encuentra en mi recámara y semidesnudo, yo...! ¿Qué hago ahora? No le he dicho que te quedaste en mi villa y que... Isabella se había olvidado de que estaba desnuda cuando Sergey la colocó cuidadosamente en la alfombra. No entendía por qué la mujercita estaba tan alterada y que cualquiera diría que se le había aparecido el diablo. — Me gustaría que te tranquilizaras, tampoco es como si te hubieses acostado con un delincuente o con un monstruo. Soy yo, Sergey, el padre de tus hijos, el hombre que te ama. Estás a salvo conmigo, Isabella, Es mejor que tú hermano se entere de que estamos juntos. — ¿Qué...? !Tú y yo no estamos juntos, solo... solo dormim
La bella chef se sonrojó con la profunda respuesta que el CEO ruso le dió, buscó un dejo de mentira en su fría mirada pero no encontró nada, él le estaba hablando con la verdad. — Yo... me voy a vestir — La mujercita salió huyendo hacia el enorme y amplio armario que tenía para ella sola. Sergey se quedó y se metió bajo la regadera. Al salir ya estaba sobre la cama un costoso traje verde olivo, camisa negra, ropa interior, calcetines y zapatos a juego. El asistente Enrique ya se había encargado de ponerlo ahí para su jefe Sergey se vistió peino su cabello y esperó a que Isabella terminara de maquillarse. (...) En la sala de estar, mientras Ismael bebia un café que la mucama le había llevado, sus sobrinos que estaban sentados también en los cómodos sofás, lo observaban detenidamente. — Tío Ismael, ¿Te duele mucho la ceja? Tienes el rostro con moretones, ¿Por qué le pegaste a papá? ¿Por qué te peleaste con él? — Aleksey preguntaba, sus hermanos también querían saber y espe
Ismael se daba cuenta de que en muy poco tiempo Sergey Ivanov se había ganado la simpatía de sus hijos. Se preguntaba como lo había logrado, sobre todo sabiendo que esos niños no eran tan sencillos de lidiar. — Alexander, ¿En verdad estás dispuesto a penalizar a tu querido tío? Yo te cargué desde recién nacido, no tu padre. — Eso es por qué mamá se escondió de él por qué creyó que se iba a casar con otra mujer, pero papá dijo que nos ha buscado todos los días desde hace mucho tiempo. — Alexander expresó lo que entendía como razón por la cual su papá no había estado con ellos. — Papá nos quiere, él dijo que siempre nos ha querido a los trillizos, que somos sus tesoros. Yo quiero a papá, siempre quise un papá como él, Sin papá somos bastardos para todo el mundo. ¿Por qué no lo entiendes tío que todos los niños necesitan de un padre que los cuide y los quiera? Alexander así de pequeño le estaba dando una lección a su duro tío. Viendo cómo sus sobrinos se apegaban a su padre, q