El señor Smith, Los señores Rossi, Dorian e Isabella, al ver qué la novia perdía el conocimiento se angustiaron. — ¡Griselda, Griselda mi amor, despierta mi cielo! — El hombre cargó a su mujer y levantó su azul mirada hacia su cuñada. — ¡Si algo le pasa a ella o a mi hijo es mejor que te escondas en algún recoveco apartado del mundo por qué te lo voy a hacer pagar! La amenazante voz del empresario hizo estremecer por unos momentos a la malvada mujer. Pero ella aún así se atrevió a decir: — Te acabo de arruinar la boda hermanita, eso era lo que quería, que no te casarás y lo he conseguido, vas a quedarte con todo preparado, humillada y hundida en la vergüenza, jajaja, eres una estúpida que pensaste que me ibas a ganar a mi. — ¿Pero que carajos te sucede? Ella es tu hermana, ¿Cómo puedes alegrarte de verla en este estado? ¡Estás demente! — Isabella no se pudo callar. — Cariño, no te agites, recuerda que no estás en condiciones, se le escuchó decir al CEO Ivanov en perfecto i
Griselda sonreía feliz, no esperaba que fuese esa manera como conociera a sus suegros Pero gracias a qué presenciaron tan desagradable escena ellos se dieron cuenta que el amor de esa jóven por su hijo era genuino y que en verdad sufría por qué su hermana la tenía apretada de su muñeca para no dejarla entrar al registro. — Tenemos que darnos prisa, estamos a solo dos minutos de que sea nuestro turno, apresuremonos Ismael. — El senador Montana miraba su costoso reloj y apuraba a su amigo. — Vamos, ven conmigo querida, no te me vas a escapar, hoy te casas conmigo si o sí. Ismael llevaba de la mano a su prometida, todos caminaban aprisa hacia la sala donde se estaban llevando a cabo los matrimonios, cuando entraron justo unos nuevos esposos dejaban el lugar. — Pero... ¿Qué pasa Ismael? ¿Por qué el juez también se retira? Creo que llegamos muy tarde. — Griselda se entristeció al ver qué quien podía oficiar su boda también se fué. — Dorian, ¿Qué sucede? Dijiste que este era nu
El señor Smith había recibido esa noche más emociones juntas que en los años de su vida, todo era tan irreal que de pronto sentía que estaba soñando. — Señor Smith, fuí yo quien le pidió una cena en su casa, ¿Se olvida? Eso fue por qué quería pedirle la mano de Griselda en matrimonio, pero de pronto llegó Ismael Rossi y me interrumpió solo para adelantarse y pedir la mano de ella primero, eso no es justo, ¿Sabe? ¡Ese tipo me robó a mi chica, y yo la quiero de vuelta, es lo justo y correcto! — ¿Qué...? Usted... ¿Iba a pedir mi mano a mi padre? Imposible, nunca tuvimos nada romántico, ¿Cómo quería ir de cero a cien así nada más? — Griselda no entendía nada. — ¡Llegué justo a tiempo para impedir que te robaras a mi chica, aunque ella trabajara para ti, nosotros nos reencontramos y nos enamoramos, contra eso no tienes nada que hacer, ella está esperando a mi hijo, es absurdo que me la reclames aquí y ahora! — ¡Pues lo hago, ella puede interrumpir el embarazo y ser mi esposa, en
El coche de Ismael ya los estaba esperando afuera, Griselda no sabía dónde iba a ser la recepción, no sabía en qué salón, ni cuál sería el banquete que se serviría, ella confiaba totalmente en el CEO. Dentro del recinto Dorian también se despidió para ir a su villa por su esposa, por supuesto que asistirían a la fiesta a celebrar el matrimonio de su amigo. Más fue en ese momento que los esposos Rossi se enfocaron en su hija y sus nietos. — Trillizos, vengan aquí a saludar a sus abuelos — Isaías llamó a sus nietos. — ¡Abuelo, que gusto verte, que bueno que viniste a los Estados Unidos a visitarnos! ¿Ya vienes a nuestro padre? — El pequeño Alexandro no se reservo para nada. El CEO Rossi abrazó a su nieto pero fijó su mirada en el hombre de traje que estaba tan cerca de los niños. — Isabella, ¿Qué está pasando aquí? ¿Quién es este hombre? — Preguntó el padre. — Papá, es verdad, él es Sergey Ivanov, es el padre de Alexander, Aleksey y Alexandro, hace poco nos reencontram
Isabella Rossi, salía de la mansión Ivanov, a altas horas de la madrugada. Su jefe le había pedido cocinar para él porque no comía de lo que los chefs que tenía a su servicio cocinaban y ella como siempre no se había podido negar En los dos años que llevaban de relación jamás había podido negarse a nada que le pidiera, él tenía en sus manos su voluntad, sabía que era solo su amante y que no podría aspirar a nada más, que Sergey Ivanov, nunca la iba a amar aunque quería pensar que si, y es que ella lo amaba con todo su corazón, ese hombre cruel y frío lo era todo para la hermosa Isabella El frío le helaba los huesos, Isabella trataba de mantenerse caliente en el taxi y cubrirse lo más posible con su abrigo, pero justo en ese momento un dolor en el vientre al que le siguió un sangrado que manchó su ropa la hicieron quejarse, al principio pensó que le había llegado el periodo pero algo no se sentía como siempre, sudaba frio mientras se llevaba las manos al abdomen tratando de calma
Por un momento Isabella, pensó que había escuchado mal, ella miraba al doctor sin poder creer lo que este decía, estaba tan aturdida que dejó de escuchar el ruido a su alrededor — ¿Bebés...? ¿Usted... está diciendo que son dos bebés lo que llevo en mi vientre? — Cada noticia era más impactante que la anterior, Isabella, estaba sola, sin su familia en la ciudad y siendo el padre de sus hijos un hombre tan frío y cruel, sentía que el mundo se le estaba viniendo encima, ella no pudo evitar dejar rodar sus lágrimas por sus mejillas, ante la mirada compasiva del especialista Isabella antes de conocer al CEO del que se enamoró, se imaginaba para ella una vida diferente, cumpliendo su sueño de ser chef, más ahora llevaba a sus hijos en el vientre y ni siquiera sabía cómo él tomaría la noticia, si querría o si odiaría a sus bebés — Por favor tome con calma lo que voy a decirle, recuerde que todo lo que usted sienta van a sentir los bebés, Y no queremos perderlos, ¿Cierto? — No...
Con esa gélida mirada azúl el CEO Ivanov, recorrió el amplio lugar hasta que dió con su objetivo y caminó en esa dirección, cuando Isabella, lo vió llegar se sorprendió muchísimo, ella apenas pudo pronunciar — Sergey.... Tú... ¿Qué haces aquí? — ¡Tú, enfermera, quiero que la cambien a la mejor habitación privada que tenga este hospital, de inmediato! — La imponente y dominante voz de Sergey Ivanov, hizo temblar a la mujer que revisaba la intravenosa de Isabella, ese hombre era realmente tan apuesto como aterrador El equipo de enfermería se apresuró de inmediato a cumplir las órdenes del hombre millonario, con mucho cuidado y con premura, trasladaron a Isabella, a una de las habitaciones más lujosas del hospital Ella pudo ver qué parecía un habitación de hotel cinco diamantes, el lujo estaba por todas partes, incluso tenia una pequeña cocina, sala de estar, televisión con cable, y teléfono, la única diferencia era que había equipos médicos en ella Después de dejar cómod
El CEO, se había quedado trabajando en el sofá cerca de la camilla en dónde estaba Isabella, ella se había dormido y vuelto a despertar, el hombre la observaba de vez en vez — Sergey... — Dime, ¿Necesitas algo? — Agua, quiero un poco de agua, estoy muy sedienta — Claro, dame un momento — El hombre hizo a un lado su laptop y su celular para buscarle una botella de agua a su asistente, Isabella, lo observaba sin poder creer que él estuviera haciendo eso por ella, siempre había sido al revés, era ella quien lo atendía, pero ahora... estaba ahí, no se había marchado, no la había abandonado, consideraba al bebé en su vientre, sus ojos se humedecieron pero evitó llorar, eso significaba que no estaba sola, ¿Cierto? — Aquí tienes. — Gracias... — Isabella estaba a punto de preguntarle si le gustaban los bebés cuando el médico entró con un aparato para revisar a los niños — Buenas noches, veo que está descansando, eso es muy bueno para que mejore pronto, voy a hacer un ultras