Los trillizos suplicaban a su abuelo defendiendo a su padre para que lo perdonara, ellos estaban ya muy unidos a él, la sangre que le corría por las venas era la misma que la de ese imponente hombre ruso. El CEO Ivanov, le pedía al padre de Isabella que le diera una segunda oportunidad para demostrar que podía hacer feliz a su hija, él esperaba respuesta mientras tenía a un trillizo abrazado a cada una de sus piernas y a otro cargando en brazos. — Pareces el lobo del hotel Transilvania lleno de cachorros — Dijo el hombre, le estaba haciendo bullyn al padre de sus nietos. — Todavía no estoy seguro de darte una segunda oportunidad, pero como hoy es la boda de mi hijo y es un evento muy importante para la familia Rossi, lo dejaremos pendiente para hablarlo mañana. Ahora vámonos a la recepción. El señor Rossi en realidad quería ser lo más duro posible con ese CEO ruso, pero no podía hacerlo tan evidente delante de sus queridos nietos, ese hombre era su padre y por lo visto su sang
En uno de los hoteles más exclusivos de la ciudad, el coche de lujo del CEO Rossi, se detenía en la entrada principal. — Hemos llegado señor Rossi. ¿Quiere bajar ya? — Si, ya es hora — El apuesto novio bajó y ayudó a Griss a bajar. — Querido, ¿Qué estamos haciendo aquí?! — Es una sorpresa, vamos, ya todos están esperándonos, ten cuidado al subir los escalones, dame tu mano. Después de pasar la entrada principal, tomaron el elevador que los llevó al quinceavo piso, pasaron por un pasillo y llegaron por fin al elegante salón. Griselda se llevó las manos a los labios, ella estaba muy impresionada al ver lo que su esposo había preparado para la recepción ella no pudo contener las lágrimas que corrían por sus mejillas. — Nooo, cariño no llores, ¿Qué pasa? ¿No te gustó la decoración? Podemos quitarlo todo... — ¿Qué dices? ¡Es maravilloso, todo es divino, gracias por hacer esto para mí, eres el hombre más maravilloso que he conocido, me encanta todo! Franco escuchaba a
En la mesa de los novios había bocadillos, una langosta deliciosa hecha a la mantequilla, jugo de manzana, uvas y fresas cubiertas con chocolate. Isabella, de pronto sollozaba en su mesa. — ¿Mamá, que tienes? ¿Te sientes mal? — Alexandro se acercó a su mami a verla. — Isabella, ¿Qué tienes cariño? Háblame Isabella. — Míralos, mi hermano si está enamorado de su esposa, él la consciente, le da lo que pide, la complace, ¿Acaso ves una langosta aquí? ¿ Acaso ves uvas aquí? Yo no tengo nada de eso. A mí no me quieren igual. — Isabella hizo un tierno puchero y fue a abrazar a su padre. — ¿Qué pasa princesa? ¿Quién te hizo llorar... de nuevo? — Fue Sergey, papá, él no me consiente como Ismael consiente a su esposa. Yo también quiero que el me pregunte que es lo que quiero comer, que quiero tomar. El CEO Rossi dió una mirada asesina al padre de sus nietos. — Ese ruso no tiene madera de marido, princesa, quizás no fue educado con los valores que educamos a Ismael, a ser un
Isabella Rossi, salía de la mansión Ivanov, a altas horas de la madrugada. Su jefe le había pedido cocinar para él porque no comía de lo que los chefs que tenía a su servicio cocinaban y ella como siempre no se había podido negar En los dos años que llevaban de relación jamás había podido negarse a nada que le pidiera, él tenía en sus manos su voluntad, sabía que era solo su amante y que no podría aspirar a nada más, que Sergey Ivanov, nunca la iba a amar aunque quería pensar que si, y es que ella lo amaba con todo su corazón, ese hombre cruel y frío lo era todo para la hermosa Isabella El frío le helaba los huesos, Isabella trataba de mantenerse caliente en el taxi y cubrirse lo más posible con su abrigo, pero justo en ese momento un dolor en el vientre al que le siguió un sangrado que manchó su ropa la hicieron quejarse, al principio pensó que le había llegado el periodo pero algo no se sentía como siempre, sudaba frio mientras se llevaba las manos al abdomen tratando de calma
Por un momento Isabella, pensó que había escuchado mal, ella miraba al doctor sin poder creer lo que este decía, estaba tan aturdida que dejó de escuchar el ruido a su alrededor — ¿Bebés...? ¿Usted... está diciendo que son dos bebés lo que llevo en mi vientre? — Cada noticia era más impactante que la anterior, Isabella, estaba sola, sin su familia en la ciudad y siendo el padre de sus hijos un hombre tan frío y cruel, sentía que el mundo se le estaba viniendo encima, ella no pudo evitar dejar rodar sus lágrimas por sus mejillas, ante la mirada compasiva del especialista Isabella antes de conocer al CEO del que se enamoró, se imaginaba para ella una vida diferente, cumpliendo su sueño de ser chef, más ahora llevaba a sus hijos en el vientre y ni siquiera sabía cómo él tomaría la noticia, si querría o si odiaría a sus bebés — Por favor tome con calma lo que voy a decirle, recuerde que todo lo que usted sienta van a sentir los bebés, Y no queremos perderlos, ¿Cierto? — No...
Con esa gélida mirada azúl el CEO Ivanov, recorrió el amplio lugar hasta que dió con su objetivo y caminó en esa dirección, cuando Isabella, lo vió llegar se sorprendió muchísimo, ella apenas pudo pronunciar — Sergey.... Tú... ¿Qué haces aquí? — ¡Tú, enfermera, quiero que la cambien a la mejor habitación privada que tenga este hospital, de inmediato! — La imponente y dominante voz de Sergey Ivanov, hizo temblar a la mujer que revisaba la intravenosa de Isabella, ese hombre era realmente tan apuesto como aterrador El equipo de enfermería se apresuró de inmediato a cumplir las órdenes del hombre millonario, con mucho cuidado y con premura, trasladaron a Isabella, a una de las habitaciones más lujosas del hospital Ella pudo ver qué parecía un habitación de hotel cinco diamantes, el lujo estaba por todas partes, incluso tenia una pequeña cocina, sala de estar, televisión con cable, y teléfono, la única diferencia era que había equipos médicos en ella Después de dejar cómod
El CEO, se había quedado trabajando en el sofá cerca de la camilla en dónde estaba Isabella, ella se había dormido y vuelto a despertar, el hombre la observaba de vez en vez — Sergey... — Dime, ¿Necesitas algo? — Agua, quiero un poco de agua, estoy muy sedienta — Claro, dame un momento — El hombre hizo a un lado su laptop y su celular para buscarle una botella de agua a su asistente, Isabella, lo observaba sin poder creer que él estuviera haciendo eso por ella, siempre había sido al revés, era ella quien lo atendía, pero ahora... estaba ahí, no se había marchado, no la había abandonado, consideraba al bebé en su vientre, sus ojos se humedecieron pero evitó llorar, eso significaba que no estaba sola, ¿Cierto? — Aquí tienes. — Gracias... — Isabella estaba a punto de preguntarle si le gustaban los bebés cuando el médico entró con un aparato para revisar a los niños — Buenas noches, veo que está descansando, eso es muy bueno para que mejore pronto, voy a hacer un ultras
Después de haber tenido una noche de pasión bastante intensa, al día siguiente Isabella despertó y se encontró sola en la cama, no era nada extraño, se había convertido en algo habitual que despertara sola, el CEO siempre se marchaba dejándola sola y sumida en la tristeza. El alta ya estaba firmada, ese día la bella asistente ya se podía marchar, ella estaba haciendo su maleta cuando de pronto escuchó tocar a la puerta y fue a abrir, nunca se espero ver quien era el visitante — ¡Hermano...! ¿Qué haces aquí? ¿Cómo supiste que...? — Era evidente la voz temblorosa de la jóven — ¿Se puede? — Preguntó el CEO Rossi, antes de entrar — ¿Qué estabas aquí? Igor me ha avisado, sabes bien que él no solamente es tu mayordomo, también es el hombre de confianza de nuestra familia — No debió decirte nada, mírame, estoy bien, ya el médico dijo que puedo irme a casa — Sabes bien que las cosas no son tan sencillas, no quieras encubrir a ese hombre. Cuando dijiste que te amaba, te creí y t