Los trillizos que apenas hacía un momento desayunaban despreocupados disfrutando de su jugo. Sintieron que el líquido se les atoró en la garganta al escuchar a su padre incluirnos en la organización de la fiesta de revelación de sexo del bebé. — ¿Qué...? ¿Quieres que te ayudemos a preparar el evento, papá? — Así es Alexandro. Cuento con ustedes para tan importante tarea, ¿Cierto? — Papá, pero... nosotros todavía somos muy pequeños, ¿Cómo podríamos ayudarte? — Son muy inteligentes, estoy seguro que me sorprenderán con buenas ideas, confío en ustedes. — El CEO siguió disfrutando de su desayuno, los trillizos se quedaron viendo uno al otro. Más tarde en el despacho, el CEO ruso revisaba de cerca fiestas de baby shower y revelaciones de sexo. En menudo problema se habia metido. Ofrecerse a organizar todo, ¿Eh? El hombre siempre había tenido gente para que se encargara de ese tipo de cosas, lo que le dió una idea. El leal asistente Enrique se encontraba en su día de descans
Entre más leía más se le iba el color al asistente. Los trillizos estaban prácticamente pidiendo una fiesta infantil para ellos. No fue hasta que el hombre de lentes dejó de leer, que terminó diciendo. — Hay muchas cosas aquí que podemos usar, Pero hay otras que definitivamente no van con lo que el CEO Ivanov está pidiendo. Tendríamos que descartar los dinosaurios, los brinca brinca, los juegos mecánicos, y... las papas fritas. Los niños de inmediato fijaron su mirada en el asistente. De lo que mencionó que eliminaría era lo que más les gustaba. — Asistente Enrique, ¿Quién paga tu sueldo? — Aleksey preguntaba. — Tu padre por supuesto, el CEO Ivanov. — ¿Y sabes quién pagará tu sueldo en el futuro? Nosotros podríamos darte un significativo aumento si tomas en cuenta nuestras ideas. — El astuto niño estaba poniendo en aprietos al leal asistente. Alexandro y Alexander permanecían en expectativa esperando la respuesta del asistente. — Cuando ese día llegue, sus deseos s
El asistente solamente guardaba silencio y trataba de hacerse invisible. Su estricto jefe estaba siendo llevado al límite por uno de sus trillizos. Sin embargo a diferencia de la poca o nula paciencia que le tenía a cualquier otro. Con su hijo si se esforzaba por guardar la calma. Los ojitos grandes y azules del niño parpadeaban inocentes esperando la respuesta de su padre. — Alexandro, Estás esperando que te responda, ¿Cierto? Dejen sus sugerencias a Enrique, él sabrá que es más adecuado para la fiesta y que no. Vayan a su habitación a que las niñeras los duchen y los vistan. — Ahhh... Estaba muy cómodo en pijama, es domingo pero papá nos quiere vestidos... — Aleksey, protestaba pero sabía que tenía que obedecer. Así los tres niños salieron del despacho. Eran muy bellos y de fina estampa, pero hacían desayunar mucho a su padre primerizo. — Jefe sus hijos son... adorables. El ruso dejó escapar un resoplido. El camino a recorrer con esos tres pequeños demonios era bastant
Después de hacerle el amor a su esposa como poseído, y haberla hecho correrse placenteramente, Ismael y Griselda se metieron a la ducha. Una vez vestidos la embarazada le propuso salir, — Cariño, ¿Qué te parece si vamos por un helado y caminamos un poco? — Me agrada la idea, voy a pedir que traigan el coche, Te llevaré a un lugar interesante, estoy seguro de que te va a gustar. — Ya me intrigaste, dejaré que me guíes esposo, oye cielo, ¿Qué mameluco te gusta para que saquemos al bebé de la clínica? Le regalaron muchos muy bellos. — Preguntaba Griss con una sonrisa. — Ninguno. — ¡¿Cómo? Pero son muy lindos, ¿Ninguno te ha gustado de verdad? Creí que podíamos sacarlo con ese traje amarillito con estampados de jirafas. — La pelirroja hizo un puchero. Su esposo estaba siendo demasiado exigente. — Puede que sean aceptables, Pero mi hijo no va a salir del hospital con un traje que le regalaron. Yo mismo le elegiré un atuendo con el que se verá muy apuesto. — Ohhh, cariño,
El trillizo que había dicho que no iba a aceptar fue provocado en su orgullo por su hermano, así que se estaba preparando para subir a la máquina. — Detenme esto Mario, le voy a dar una paliza a Alejandro, y después pensaré que es lo que me voy a comprar con su mesada. El niño subió al aparato y se agarró del pasamanos, Alexandrito estaba ocupado eligiendo una de las canciones con más dificultad. Según su habilidad calculaba que su hermano no le iba a ganar. El CEO ruso observaba a sus hijos a corta distancia, la situación le servía para evaluar el carácter de cada uno. El menor gustaba de los retos, era competitivo y mucho. El mayor sin duda preferís elegir sus batallas para pelear, pero cuando se metían con su orgullo estaba dispuesto a dar una lección. La música dió comienzó, a los niños apenas y se les veían los pies, se movían de un lado a otro, saltaban haciendo de todo para no dejar ir la huella que debían pisar. Parecían ser todos unos expertos. — Alexander, si
El pequeño Aleksey empeoró más las cosas, ahora Alexandro volvía a llorar, Había perdido el reto, su mesada y lo habían llamado gordo. Cuando llegaron a la tienda de lencería Isabella ya iba saliendo con unas bolsas en sus manos, no se las había querido dar a los guardias porque se trataba de su ropa interior. El CEO vió y no le gustó que su mujer cargara las compras. — Isabella, deja que los guardaespaldas lleven las bolsas, no es como que vayan a mirar lo que llevas ahí. — Pidió el hombre, Pero fue más en una órden. — No pesan casi nada, no seas exagerado Sergey. — Más en ese momento la madre vió a uno de sus pequeños con sus grandes ojos azules llorosos. — Un momento, ¿Qué está pasando aquí? Ruso, ¿Qué le pasa a Alexandro? Dime las cosas, ¿Le duele algo? ¿Se golpeó? — Isabella esperaba una respuesta rápida. — ¡Mamá, reté a Alexander en el juego del baile de los videojuegos, habíamos apostado la mesada y... me ganó, yo perdí! buuu... — ¿Qué hicieron que? No lo puedo
El CEO ruso se preocupaba mucho por la salud de sus hijos. Habían sido varios años que no los tuvo a su lado, y era un padre primerizo. Podía ser excelente en su trabajo, incluso extraordinario, pero había cosas de la paternidad en las que todavía le faltaba experiencia. Sobre todo cuando sus pequeños diablillos querían imponerse sobre él. Por insistencia de Aleksey terminaron yendo a la juguetería. El niño quería un nuevo muñeco de acción que estaba de moda. Alexandrito también pidió uno para el, el trillizo apenas lo tuvo en las manos estaba muy emocionado. Caminando hacia la caja el trillizo mayor habló. — Papá, tengo muy buenas notas. Soy un niño obediente, soy el menos travieso de los tres trillizos, ¿Acaso no me piensas comprar un muñeco de acción a mí? — El niño enarcó una ceja mientras se cruzaba de brazos. Parecía que no daría un paso más hasta no escuchar la respuesta de su padre. — Alexander, por supuesto que no tengo ningún problema en comprarte un juguete,
A la mansión Rossi arriba los enamorados esposos Rossi. ellos habían pasado todo el día fuera. Ismael había complacido a su mujer en todo lo que le pidió. El empresario la llevó a una casa museo que estaba a las afueras de la ciudad. Griselda se preguntaba como es que viviendo en esta ciudad no conocía el bello lugar. — Griselda mi amor, ¿Has pensado ya en el nombre para el bebé? Quedaste que elegirías uno y me lo harías saber. ¿Cariño...? La pelirroja embarazada ya se había quedado dormida, había caminado mucho en la plaza comercial, ella estaba cansada y no pudo aguantar a llegar a casa para acostarse. — Hmmm... — Pero que... Ya me dejaste hablando solo, mujercita dormilona. Antes solías hablar hasta por los codos conmigo, solías contarme desde tu más temprana niñez, todo lo que hiciste en la secundaria y preparatoria, pero ahora te duermes en los paseos a mi lado. ¿Debería preocuparme de que te aburras conmigo? Ahhh... de verdad espero que no. El CEO era realmente