A la mansión Rossi arriba los enamorados esposos Rossi. ellos habían pasado todo el día fuera. Ismael había complacido a su mujer en todo lo que le pidió. El empresario la llevó a una casa museo que estaba a las afueras de la ciudad. Griselda se preguntaba como es que viviendo en esta ciudad no conocía el bello lugar. — Griselda mi amor, ¿Has pensado ya en el nombre para el bebé? Quedaste que elegirías uno y me lo harías saber. ¿Cariño...? La pelirroja embarazada ya se había quedado dormida, había caminado mucho en la plaza comercial, ella estaba cansada y no pudo aguantar a llegar a casa para acostarse. — Hmmm... — Pero que... Ya me dejaste hablando solo, mujercita dormilona. Antes solías hablar hasta por los codos conmigo, solías contarme desde tu más temprana niñez, todo lo que hiciste en la secundaria y preparatoria, pero ahora te duermes en los paseos a mi lado. ¿Debería preocuparme de que te aburras conmigo? Ahhh... de verdad espero que no. El CEO era realmente
Al día siguiente las niñeras se daban prisa para alistar a los trillizos. El uniforme y los zapatos estaban impecables. Solo hacía falta probarlos para que bajarán a desayunar. El chef Romen les tenía preparado un rico desayuno. La mesa ya se estaba sirviendo cuando vieron bajar al CEO vestido de traje y con portafolio en mano. — Buenos días señor, ¿Va a desayunar con sus hijos? — Si. Pero primero sirvanme un café bien cargado. Necesito despertar, creo que a mí también me están dando los síntomas del embarazo que tiene mi mujer. — Pensó en voz alta el hombre. Pronto se vió correr a los niños que bajaban las escaleras para sentarse al comedor. — Buenos días papá, ¿Te caíste de la cama? Es muy temprano todavía, deberías volver a dormir un poco. — El pequeño Aleksey sugería a su padre regresar a la cama. — Tengo trabajo temprano hoy en la compañía, no puedo quedarme en cama Aleksey. Soy un CEO responsable. — No son ni las ocho de la mañana y papá ya está vestido de traje
La gruesa e imponente voz del hombre ruso erizó la piel de varios padres de familia que estaban cerca de la escena en ese momento.. El señor Ontiveros puso ver que el entrajado ruso que tenía frente a él, realmente era aterrador, pero su arrogancia no le iba a permitir retroceder. — ¿Quién eres tú para decirme que hacer? ¡No he dicho más que la verdad, estos trillizos no tienen padre, lo que los hace unos bastardos a los que siempre les seguirá ese estigma! ¡Si quieren culpar a alguien culpen a la mala cabeza de la madre por haber traído al mundo hijos fuera del matrimonio! El CEO Ontiveros rió con burla. Había humillado a los niños y había puesto por los suelos la reputación de Isabella. Sergey echó un vistazo a sus hijos, sus grandes ojos azules reflejaban tristeza, Alexandrito tenía la naricita roja, ya estaba comenzando a llorar por las crueles palabras que ese hombre había dicho de ellos y de su adorada madre. — ¡Mamá es buena, ella...es muy linda, y no somos unos
La vocecita del pequeño Alexandro, fué lo que saco del trance al CEO ruso, su furia era tanta que estaba por matar a ese bastardo. — Papá, ya suelta a ese señor. Ya le enseñaste una lección, si lo matas mamá se va a molestar, recuerda que está embarazada y no debemos darle disgustos. A Sergey se le vino a la cabeza la imagen de su mujer, por un momento imaginó sus hermosos ojos azul violeta enfadados con él por asesinar a un hombre y se detuvo de inmediato. — Llamen a la ambulancia, este tipo va a necesitar ayuda. Y que les quede claro a todos que a cualquiera que ofenda a mis hijos o a mi mujer, le va a suceder lo mismo. El CEO se pasó la mano con los nudillos sangrando por el cabello y pidió su saco y su reloj para ponérselos de nuevo. — ¡Papá, nos defendiste, nadie se va a atrever a molestarnos de nuevo! — Mientras yo viva voy a protegerlos siempre a ti y a tus hermanos Alexandro. Ahora vamos a su salón, no deben llegar tarde. No se hicieron esperar los susurros
Sergey había ordenado a su asistente ponerse en marcha con lo del tipo ese que lo había hecho enfadar. No respondió a su pregunta por qué todavía no sabía cómo se lo tomaría su mujer. El CEO en verdad no quería preocuparla, sobre todo por el embarazo. (...) Los pasos de unos zapatos de cuero se escuchaban por los pasillos de un exclusivo hospital. El CEO Rossi, caminaba con toda su imponencia vestido en un traje gris oscuro, guantes negros y una gabardina larga de color negra. Su elegancia llamaba irremediablemente la atención del personal médico y algunos familiares del pacientes que habían acudido a ver a algún médico. — ¿La has mantenido vigilada, Franco? — Ismael preguntaba a su mano derecha. Habían llegado al mismo tiempo al lugar. — Por supuesto, tal y como lo pediste. Ha sido un problema para el personal de enfermeros, les quiere decir algo pero no se le alcanza a entender y los agrede. Ellos incluso la tuvieron que atar a la camilla. El CEO solo levantó un poco las
Ismael salió del hospital con rumbo a la compañía Rossi, ya había visto lo que quería, y había dicho lo que tenía para decir. Solo faltaba que Grace se recuperara por completo para proceder con la orden de detención que te iba en su contra. (...) Después de un día de trabajo bastante ocupado. El CEO Ivanov, tenía que regresar a casa para comer con su familia. Él estaba serio y jugando con su pluma en su oficina. — Señor, ya es hora de que regresa a la villa Rossi para comer con su familia. Seguro la señora Isabella y los trillizos ya lo están esperando. Sergey solo de pensar que los trillizos le contaran a Isabella lo que sucedió en la escuela sin hacerlo él primero. Lo hizo salir apresurado de su oficina con rumbo a la villa. — Ahhh... — El asistente solamente dejó escapar un suspiro — Buena suerte señor Ivanov. — Le deseo el leal Enrique a su jefe. — Los trillizos se encontraban con las niñeras, ellas les estaban dando una ducha cambiando el uniforme por ropa de vest
La embarazada estaba dolida, decir que no había sentido nada por las crueles palabras que les dijeron a sus hijos, sería mentir. — ¡Por supuesto que papá lo puso en su lugar, mamá, Le advirtió a ese hombre que se retractara de sus palabras o le daría la paliza de su vida! — Alexandrito le daba los pormenores a su madre. — Sergey, tú... Defendiste a nuestros hijos y mi honor, ¿Cierto...? — Claro que sí, no iba a dejar ir a ese miserable que se atrevió a atacar a mi familia delante mío, le dije que le daría la paliza de su vida y se lo cumplí! Ahora te aseguro que nadie se va a atrever a llamar bastardos a mis hijos. Afirmó con seriedad el ruso. Había disfrutado de hacer tragarse sus palabras a Ontiveros, y de haberlo hecho gritar de dolor. — Déjame verte Sergey, ¿Creés que no me he dado cuenta de que me estás evitando? Ven aquí. El CEO no tuvo más opción que darse la vuelta y mostrarse a su mujer. — Isabella se sorprendió al verlo tan golpeado, tenía el labio roto, l
Los niños pronto se pusieron de pie, a Isabella no le respondieron las piernas. Se llevarían al CEO detenido por una acusación muy delicada. — !No papá, no vayas, Mario, diles que papá no está en casa, escápate por la parte de atrás, que Enrique tenga listo el avión para que te vayas a Rusia! — ¡Si, Aleksey tiene razón, no vayas con la policía, ellos te van a encerrar en una celda para siempre! ¡Huye, papá, nosotros te alcanzaremos pronto, venderé mi dron en línea y compraré boletos de avión para ir contigo. — Alexander no quería que su padre pasara años en prisión, no podía perderlo. — No, papá, no te puedes dejar atrapar, debes escapar, yo iré contigo a Rusia, mamá, Alexander y Aleksey, que nos alcancen después. — El niño no se iba a separar de su padre. Eso nunca. — ¿Pero que dicen? No voy a escapar por la puerta trasera, enfrentaré a la justicia, después de todo fue una pelea uno a uno. Deben guardar la calma y esperar que resuelva está situación. — !No, no, no puedes