“Puedo decirte que seremos capaces de huir de este destino,
que podremos doblegar el infinito abismo que nos han tocado en suerte,
elevar promesas que ninguno de los dos cumplirá
y tender puentes sobre dos riberas irremediablemente separadas.
Pero la esperanza no es un misterio que se me haya otorgado,
y mi elección será siempre el infinito abismo, la atadura perfecta,
la sangrienta batalla desde este día
y por todos los siglos, amor, en que te habré perdido.”
Estimado lector, gracias por llegar aquí, significa que has estado con nosotros durante dos tomos completos. El final de nuestra historia está ya muy cerca, espero la disfrutes. Nos vemos de nuevo en La Luz.
“Octogésima tercera Profecía…Vuelva a reinar sobre la nueva tierrala ambición de una pléyade mestiza.Vuelvan las lides de la antigua guerrarevolviendo la sangre y las cenizas.Vuelvan las armas y las negras huestesa cobrar con mil vidas sus reproches,a extender el dolor como la Pestesobre las criaturas de la noche.¡Desoíd los ardides y la veniacon que el traidor instiga su estocada,y a sus letales huestes, enfrentaos…!Que ha de morir la Madre primigenia,con la insignia de plata en la mirada,para imponer su nombre sobre el caos.”*Continuación del libro: La Ira
Porque el final es el destino único de cada historia…_ ¡Mátala!Sobre la roca negra se extendían finísimas líneas de sangre, oscuras y coaguladas en indescifrables arabescos. Las figuras armadas y lóbregas que se agitaban a su alrededor se miraron a un tiempo con decisión y con miedo en los ánimos. La noche se prometía fría y devastadora._ ¡Mátala!Por encima de la fiereza de la orden, las cinco criaturas, con Dominic a la cabeza, se movieron al unísono rebasando la escasa distancia entre la salvación y la destrucción de las Razas de la Noche. Un runier, una mantri, una nihil, un átero… un sorian.Desde las pequeñas manos atadas con delgados hilos de cártaro corrieron varias gotas espesas y letales, anunciadoras de los breves momentos de vida que restaban a la Madre. Dominic
PRIMER CAOS. EL SACRIFICIOBAJO EL SIGNO DE LA NOCHECampamento stark en algún lugar de Noruega.Invierno._ ¡No puedes cometer semejante locura! _ Brago la reconvino, pero ni su exaltación ni la de Maureen habían conseguido hacerla desistir de su empeño.La verdadera batalla estaba afuera, lejos de los centinelas del campamento y más lejos aún de la protección constante de los oficiales stark. Ella era necesaria allí donde su participación podía significar una diferencia entre el número de muertos y el número de criaturas que regresarían a casa a celebrar el cumplimiento de una misión. Ya no podían seguir manteniéndola al margen de unas circunstancias que ella misma había desatado.El día en que Ius le había hecho lee
La Casa de la NocheEl sol apenas lograba levantarse en medio de la bruma densa que se cernía sobre los caminos empedrados y los vastos jardines alrededor de la mansión. Seis sorian, Evan y Lara, se acercaron al edificio con pasos suaves y calculados, buscando la ventana de las habitaciones del ala este que Garth debía haber abierto para ellos.Brago y Maureen no participaban en la misión. Siguiendo estrictas órdenes de Lara se habían quedado para no descuidar, bajo ningún concepto, la protección de Moyra; el campamento estaba demasiado cerca del territorio craig y no se sabía con qué peligrosa sorpresa pudiera salirles Ius.Armada con sus juguetes preferidos Rianna abría el paso, con los extremos de los látigos debidamente atados para no provocar ningún ruido inoportuno que pudiera delatarlos. Tras ella, Evan, con Lionel y Sam a sus costados haci&ea
La respiración de Lara pareció detenerse. Había esperado a lo largo de un año, quizás inconscientemente, que alguna fuerza especial negara el hecho de que ella era importante para las Razas; pero allí estaba otra prueba de su responsabilidad para atarla al mundo de la noche._ Señora… _ la apuró el Comandante sacándola de su letargo._ Es este. _ murmuró ella pasando el volumen de nuevo a Evan, que lo guardó con celo en la minúscula mochila que llevaba a la espalda _ Estoy segura.Lía sonrió con feliz agitación aunque a juicio de Dominic aún no había mucho que celebrar. La primera parte de la misión había concluido con éxito, el libro estaba en su poder; ahora quedaba por vencer una fase no menos peligrosa: salir con vida de la mansión.Boogs hizo una pequeña señal para avisar que el corred
SEGUNDO CAOS. EL DESTIERROVilla de las MercedesOnce meses antes.Dominic frunció el ceño y arrugó la nariz en un gesto de incredulidad mientras olfateaba el aire. Desde hacía varios kilómetros un hedor particular y desagradable podía percibirse, pero nadie había prestado demasiada atención. Hubiera sido absurdo asociar la fuente de aquel aroma justo con el lugar al que se dirigían; Sn embargo allí estaba, cerca y más agresivo, avisando que cada buen pensamiento que pudieran haber albergado hasta entonces estaba pronto a desaparecer.Frente a sus ojos, a no más de tres kilómetros de distancia, se levantaba una columna de humo negro y denso, la clase de humo que queda como recuerdo después de varias horas, cuando el incendio ha arrasado ya con cualquier partícula capaz de quemarse.La casa habí
Algún lugar al norte de Marsella.La tarde se prometía despejada y fresca, más que de costumbre en los últimos días, y Siena eligió un sedán amplio con vidrios polarizados y cómodos asientos para el viaje que iban a realizar. El auto era rápido y la mujer lo manejaba con destreza inigualable. Saliendo directamente de las cocheras de la mansión, era muy difícil que alguien descubriera quién iba dentro, pero si aun así lo hubieran intuido siempre quedaría la duda de que fuera el regente quien salía sin escolta y con tan pocas precauciones.La Primera Oficial lo había preferido de esa forma y el jerarca confiaba en su juicio. Además, el sitio que planeaban visitar no debía ser del dominio de ningún miembro del resto de las Razas, ni siquiera de sus propios destacamentos de craig. Cuanto más en sile
Algún lugar de la Región de Limousin.Francia.Evan sonrió mientras miraba comer a Evelett. El vaso de setecientos cincuenta mililitros lleno de helado entre sus manos no parecía ser suficiente para satisfacerle el apetito, y por el ritmo cada vez más veloz de la cuchara, el joven temió que la pequeña se fuera a resfriar.La cafetería no era precisamente muy cálida, defecto natural de todas las cafeterías de mala muerte que se añejaban al borde de la autopista, y cuya única subsistencia se debía a los pocos cafés que los choferes, cansados y somnolientos, pedían para combatir el sueño de la madrugada. Y si a eso le sumaba el hecho de que el invierno parecía recrudecerse por las noches, entonces Evelett corría peligro de tener gripe muy pronto._ Tu hermana me matará si se entera